Escribe: Martin Naranjo, presidente de Asbanc.
La Línea Maginot hubiese sido fantástica como línea defensiva si hubiese existido antes de la Primera Guerra Mundial. Lamentablemente, fue construida después. La Línea Maginot, hecha entre 1929 y 1938, fue una línea defensiva estática en la frontera francoalemana de 450 km de longitud, una trinchera inexpugnable muy bien comunicada que incluía toda clase de soluciones logísticas, desde trenes hasta hospitales, desde electricidad hasta telefonía, desde generadores hasta disponibilidad de agua potable y ventilación, para, precisamente, soportar los largos asedios que impone una guerra de trincheras como lo fue el conflicto mundial desarrollado entre 1914 y 1918.
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La Línea Maginot fue una estructura defensiva impresionante que no consideró extenderse más allá de la frontera con Alemania y que quedó obsoleta al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes simplemente la eludieron en mayo de 1940 como parte de su primera ofensiva sobre Francia. Una ofensiva que además de simular un ataque frontal sobre la Línea, se movió velozmente a través de Luxemburgo y Bélgica, por zonas densamente boscosas. Eludida la Línea Maginot, París cayó 32 días después, el 14 de junio de ese mismo año. Las tácticas alemanas de guerra relámpago o blitzkrieg, que utilizaban la movilidad mecanizada de tropas, tanques y apoyo aéreo, lograron superar con facilidad las tácticas francesas pensadas para una guerra de trincheras. Hoy en día, la Línea Maginot es una atracción turística. Un monumento al error de luchar las nuevas guerras pensando en las guerras anteriores.
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En el ámbito empresarial también podemos encontrar soluciones aparentemente robustas que, en su imposibilidad de adaptación a cambios en el entorno tecnológico, terminan pasando por situaciones parecidas a las de la Línea Maginot: el caso en donde compiten la fotografía en película con la fotografía digital, el caso en donde se enfrentaron el alquiler de videos con los servicios de streaming, o el caso en donde compiten por nuestra atención los medios de comunicación tradicionales con las actuales redes sociales, vienen a la mente con rapidez.
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Lo mismo puede observarse en las políticas públicas. Por ejemplo, los sistemas educativos tradicionales, diseñados para la era industrial, insisten en la repetición y dejan de lado la creatividad, el pensamiento crítico o la educación para la vida en los espacios que abren las nuevas tecnologías. Sistemas de educación rígidos frente a cambios inmensos en los mercados de trabajo reflejan defensas muy poco efectivas frente a los avances que vivimos.
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Un caso especialmente interesante de políticas públicas, en este caso en el ámbito financiero, es el de los acuerdos de Basilea. El acuerdo de Basilea I se estableció en 1988 en respuesta a la crisis bancaria de los años 70 y principios de los 80; Basilea II, desarrollado en el 2004, se dio en respuesta a la crisis financiera asiática de 1997 y la crisis del año 2000; y Basilea III, aprobado en el 2010, fue en respuesta directa a la crisis financiera global del 2007-2008. En todos los casos se partió de la crisis anterior para corregir las causas anteriores y se establecieron nuevos ratios y nuevos límites. Enfatizando cada vez más en la adecuación permanente de los sistemas de supervisión, de gestión de riesgos y en las capacidades de identificación, protección, respuesta y recuperación que determinan la resiliencia de las instituciones.
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Otro caso particularmente interesante es el de las campañas electorales. Las campañas electorales que hemos visto recientemente han sido tan dramáticamente diferentes que las campañas locales anteriores ya no son una buena guía de diseño hacia adelante. No solamente han cambiado los canales en un espacio comunicacional redefinido de plataformas descentralizadas, sino que han colapsado los tiempos, se han desintermediado las comunicaciones y se han hiperpersonalizado los mensajes. Pareciera que medir la opinión pública para definir mensajes y construir narrativas ha dado paso a un esquema inverso en donde los mensajes y narrativas primero se prueban para insistir luego con los que mejor tracción generen. Mensajes y narrativas exploratorias son ahora los instrumentos de medición de la opinión pública.
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¿Qué es lo que determina estos cambios? Igual que en la blitzkrieg, o guerra relámpago, que hizo irrelevante una obra de ingeniería impresionante, es el avance tecnológico el que va a seguir produciendo obsolescencias inesperadas en diferentes aspectos de nuestras vidas. La velocidad de movimiento de tropas a través de bosques de alta densidad es hoy equivalente a la velocidad de cambio generada en todas nuestras interacciones virtuales como producto de capacidades de procesamiento, de comunicación y de interconexión sin precedentes. Los cambios además de veloces son constantes y en todos los frentes. Así, la demanda fundamental es por mayores capacidades de aprendizaje, adaptabilidad y agilidad. La lección que nos deja la historia de la Línea Maginot es que las estrategias mientras más rígidas son más peligrosas porque nos llevan a pelear las nuevas guerras preparados para la guerra anterior.
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