Economista
En el 2022 la economía nacional ha continuado su rebote de la gran caída del 2020. Si este año el PBI se expande en 3.3%, habrá crecido solo 1.4% en promedio desde 2019. Por debajo del desempeño de Chile (1.8%) y Colombia (3.7%) en el mismo trienio.
En el caso de Chile, este año crecería apenas 2%, reflejando el ruido político asociado al referéndum y la gobernabilidad en los primeros 9 meses del presidente Boric. Mientras que para el 2023 se espera una recesión (-1.7%). En el caso de Colombia, este año crecería un notable 8% (tal vez una de las tasas más altas del mundo) y para el 2023 se espera una tasa cercana al 3%, dependiendo del desempeño del presidente Petro.
En el caso peruano, en Macroconsult proyectamos un crecimiento de alrededor de 2.1% para el próximo año.
El MEF ha anunciado la semana pasada una suerte de paquete fiscal reactivador. La idea central es buscar una división entre la crisis política y la marcha de la economía. La autoridad fiscal espera que la economía se expanda 3.5% en el 2023, que resultaría bajo para generar más empleo, por lo que -según el MEF- sería necesario un impulso fiscal, para llevarla al 4%.
El BCRP, por su parte, viene logrando su objetivo. Ayudado en parte por la evolución de los commodities alimenticios, el precio del petróleo y el tipo de cambio, la política monetaria ha doblegado las expectativas inflacionarias en julio y agosto. La inflación sin alimentos y energía también ha dejado de crecer, así como la inflación general. En esa línea, el incremento de apenas 25 puntos básicos en setiembre mostraría el fin del ciclo alcista. La tasa de interés real esperada en los próximos 12 meses ya está en la zona contractiva (encima de 1.5% real) y -por ahora- no parecen ser necesarias más dosis. A no ser que el reciente rebote de algunos granos vuelva a afectar el desempeño de algunos alimentos y las cosechas domésticas reflejen el fracaso en el tema de la disponibilidad de urea.
Ya no sería “necesario” afectar al sector no primario para afectar las expectativas de inflación. Un éxito. A diferencia de sus pares del FED, el BCE o del Banco Central de Chile, a quienes todavía les falta más aumentos y dolor para doblegar sus respectivas tasas de inflación.
¿Puede el MEF afectar la caída de la inflación con su paquete reactivador? Pensamos que no mucho. La economía presenta una brecha de producto (capacidad instalada sin utilizar). No son presiones de demanda las que han hecho aumentar la inflación en el Perú. Ha sido un choque de oferta que contagió a las expectativas en un contexto de abundancia de liquidez (Reactiva). Es decir, no está en riego la reducción de la inflación por lo que pueda hace el MEF, dentro de ciertos parámetros.
En esta coyuntura la fuerza de una política fiscal expansiva sería cercana a cero (multiplicador de 1). En medio de políticas laborales contractivas de la oferta, un presidente dedicado a defenderse de investigaciones fiscales y un gabinete volátil, las expectativas de la economía para los próximos 12 meses están en el tramo pesimista (en mínimos históricos, descontando las del 2020 con las cuarentenas).
Lentamente, la demanda interna se iría desacelerando en los próximos trimestres. El factor Quellaveco ayudará al PBI en el último trimestre del año y los primeros 3 del próximo, junto a la normalización de las operaciones en Las Bambas y Cuajone.
El próximo año no pinta bien. La economía mundial se seguirá enfriando y las tasas de interés serán las más altas en años. Y en casa, tendremos al profesor Castillo. Al ver caer a sus colaboradores sin inmunidad constitucional imaginamos que calmará sus ímpetus, se dedicará solo a cambiar ministros y esperemos que no vaya tras el MEF.