Hace más de una década escribí mi primer artículo sobre la importancia de una mayor inclusión financiera (IF) como motor del desarrollo económico y como herramienta para mejorar el bienestar de la población, sobre todo, de los más vulnerables.
Hoy tenemos muchísimos más usuarios de las billeteras móviles que se han desarrollado en los últimos años: yape, plin, tunki, agora pay, bim, máximo kontigo, prexperú, ligo, entre otras; y también múltiples estudios empíricos a nivel mundial que comprueban la correlación positiva entre IF y crecimiento económico.
Y esto porque mientras mayor es el grado de IF, mejores las posibilidades de un país para reducir las brechas del costo financiero y mayores las opciones de las personas y hogares para disponer de excedentes para invertir, que contribuyan a generar riqueza y una distribución más igualitaria de la misma.
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El Perú está, en estas semanas, en medio del proceso de revisión para el acceso a la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Y uno de los temas transversales que impulsará el logro de las metas planteadas en la hoja de ruta, es el grado de IF.
Según el índice FINDEX 2021, el 57% de los adultos mayores de 15 años posee una cuenta con una institución financiera, en comparación con el 71% de los países en desarrollo. Mientras que de acuerdo con la prueba PISA 2022, aplicado a alumnos de 15 años, el 42% de los estudiantes no alcanza la línea de conocimientos básicos, en comparación con solo el 18%, en el caso de los países de la OECD. Es de esperar que en las evaluaciones FINDEX 2024 y PISA 2025, estos números mejoren, producto del trabajo que se viene realizando.
Las herramientas deben ser medibles anualmente a nivel nacional, para tomar medidas correctivas, de cara a contar con ciudadanos empoderados financieramente.
Pero IF no es solo acceder a más productos y servicios financieros, con una población mejor educada financieramente. Incluye muchísimos componentes más y por eso, es clave entender qué es y cómo podemos acelerar la misma, pues estamos aún lejos de donde quisiéramos.
La IF es un concepto evolutivo y hoy consiste en: (i) el acceso y uso de los distintos productos y servicios financieros de calidad, (ii) a precios competitivos y (iii) en un entorno en el que los ciudadanos son educados financieramente y (iv) sus reclamos son atendidos con prontitud e imparcialidad, (v) garantizando la confiabilidad de los sistemas tecnológicos que cautelen la confidencialidad de los datos personales y el acceso oportuno y transparente a los costos y rendimientos de los distintos productos y servicios contratados.
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Si bien existen múltiples esfuerzos públicos y privados, impulsados por la Política Nacional de Inclusión Financiera (PNIF), también es cierto que la cantidad hoy disponible de productos y servicios es muchísimo mayor, incluyendo las billeteras móviles, así como modalidades creativas de fomentar la inclusión a través de fintech, crowdfunding, entre otros; lo cual dificulta la posibilidad de que los ciudadanos cuenten con toda la información necesaria para tomar las mejores decisiones financieras.
Es por lo que es indispensable usar las herramientas de la Inteligencia Artificial (IA) para optimizar y masificar los procesos de IF; que las metas de IF sean de conocimiento público y que se rindan cuentas por los avances; que los procesos sean adecuadamente regulados y supervisados; y que se centralice la responsabilidad por los avances de la IF en los distintos actores responsables de la política pública: Ministerio de Educación, Indecopi, BCR, MEF, SBS y SMV.
De cara al ciudadano, en lugar de las decenas de programas de educación financiera hoy existentes, hace falta ir a la vena: (i) unificar la malla curricular y hacerla obligatoria, desde inicial hasta educación superior; y (ii) unificar los principios de la asesoría financiera en todas las instituciones financieras, con un mensaje simple y repetitivo. Ambas herramientas deben ser medibles anualmente a nivel nacional, para tomar medidas correctivas, de cara a contar con ciudadanos empoderados financieramente.
El acceso a la OECD debe ser una herramienta que nos permita alcanzar una mejora significativa en la calidad de vida de cada uno de los peruanos y eso pasa, entre otras tareas, por acelerar la IF basada en un uso responsable del sistema financiero, por parte de los ciudadanos. Se trata de suavizar el consumo ante eventos inesperados y de promover mayor inversión, en lugar de sobreendeudamiento y uso de malos créditos que destruyen valor, como el gota a gota.
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