Presidente del Comité de Pesca y Acuicultura de la SNI
A mediados del 2020, cuando el Perú venía sufriendo los efectos de la pandemia del COVID-19, tanto en el aspecto sanitario como en el económico, con la consecuente pérdida de empleos; la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) se propuso analizar cuáles eran los sectores llamados a liderar la recuperación económica y del empleo.
Uno de estos sectores fue el de la pesca y acuicultura para consumo humano, que tiene un enorme potencial no solamente para la recuperación económica y del empleo, sino también para luchar contra el hambre, la anemia y la desnutrición crónica infantil. Recordemos que los antiguos peruanos tuvieron en la pesca para consumo humano, uno de sus pilares para el desarrollo económico y su adecuada alimentación. No en vano, el sabio peruano Fernando Cabieses señalaba que “El Perú nació en el mar”.
Se trata de un sector muy pequeño y poco atendido hace 20 años, porque al Perú se le identificaba únicamente como un país productor de harina y aceite de pescado. Sin embargo, un grupo de pescadores y empresarios emprendedores decidió apostar por el consumo humano, sobre todo en la región Piura, pero también en Ancash, Callao, Lima, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna.
Es así que, durante el 2021, el desenvolvimiento de las exportaciones pesqueras y acuícolas (aproximadamente el 40% de todas ellas) alcanzó la cifra de US$ 1,460 millones. Una característica de éstas es la diversificación de los destinos, pues exportamos a 75 diferentes mercados; siendo los principales China, Estados Unidos, España y Corea del Sur.
En estos tiempos, la pesca y acuicultura para consumo humano son los mayores aportantes al Producto Bruto Interno (PBI) pesquero, y generan más empleo que la pesquería tradicional.
Aparte de la extracción de recursos hidrobiológicos, la acuicultura también estuvo registrando un importante crecimiento en sus diferentes productos, como los langostinos, conchas de abanico y trucha. Como se recuerda, una mala decisión retiró el régimen promocional para este importante sector en diciembre del 2020; sin embargo, el Congreso ya aprobó la ley para restituirlo y se está a la espera de que el Ejecutivo la promulgue y la ponga en vigencia.
De esta manera, se contribuirá a la generación de inversiones en muchas regiones fuera de Lima y Callao, con el consecuente beneficio de la generación de empleo formal y de mejorar la calidad de vida de los peruanos.
Teniendo el Perú uno de los mares más ricos del mundo, no es razonable que nuestros vecinos, Chile y Ecuador, exporten US$ 7,000 millones anuales cada uno en pesca y acuicultura para consumo humano, mientras el Perú apenas se acerque a los US$ 1,500 millones.
Para ocupar el lugar que nos corresponde en el mundo, deberíamos concluir con la formalización de la flota artesanal, la misma que fue iniciativa de los hombres de mar, pero que ha encontrado en el Estado, su principal obstáculo.
Es perentorio pues, concluir este proceso de manera sumaria, sencilla y que no sea oneroso, el mismo que será punto de partida para un reordenamiento integral de la actividad artesanal.
Capital importancia tiene definir la necesidad de proteger al mar peruano de amenazas como la explotación petrolera, la contaminación por desagües sin tratar, plantas ilegales y la incontrolable construcción de embarcaciones pese a estar prohibida.
Para recuperar nuestra condición de país atunero, es menester que se respete la Ley N° 28965 que promociona esta actividad y que podría ser otro rubro generador de empleo y divisas, hoy frenado por una antojadiza interpretación de la Sunat que desconoce una ley vigente, la misma que acató durante 12 años.
Debemos obtener la certificación de sostenibilidad de nuestras pesquerías, dado que se ha convertido en un requisito obligatorio en los principales mercados. El sector privado viene haciendo su trabajo en recursos como la merluza, anguila, pota, perico, atún, anchoveta, entre otros.
El Estado debe acompañar este esfuerzo. También resulta vital una participación activa en los organismos regionales de ordenamiento pesquero para defender los intereses nacionales en aguas internacionales, principalmente de la voracidad de flotas de aguas distantes que depredan recursos tan importantes como la pota.
En la agenda del Comité de Pesca y Acuicultura se encuentra de forma prioritaria aumentar el consumo per cápita de pescado en el Perú, de manera tal que los productos hidrobiológicos se conviertan en una propuesta fundamental para mejorar la nutrición de todos los peruanos.
Acciones como las que desarrolla el Programa “A Comer Pescado”, adscrito al Ministerio de la Producción (Produce), deben ser fortalecidas y complementadas con un abastecimiento permanente a las poblaciones objetivo.
Además, las compras estatales, que incluyen los programas de alimentación escolar como Qali Warma y, por ejemplo, las que realizan nuestras Fuerzas Armadas y Policiales, hospitales, establecimientos penitenciarios, etc., deberían orientarse hacia productos pesqueros peruanos en sus diferentes presentaciones como conservas, congelados y curados. De esta manera, se estará fortaleciendo una cadena productiva que nace en el pescador artesanal.
Resulta vital para un aprovechamiento sostenible de las especies pesqueras que se cuente con la infraestructura necesaria, que incluya muelles, cadena de frío, vías de comunicación (especialmente importantes en sierra y Amazonía), conectividad, energía, etc. Estos elementos son imprescindibles para la competitividad.
Ciertamente, la inestabilidad política conspira contra nuestra posibilidad de captar inversiones, lo mismo que carecer de Políticas Nacionales para la Pesca y Acuicultura, a pesar de lo cual se pretende dictar una ley general en un sector que adolece de esas líneas maestras que esperamos sea posible consensuar este año.
Un capítulo aparte merece el endémico abandono en el que se encuentra la pesca en la sierra y la región amazónica. A pesar de su enorme potencial en ríos, lagos, cochas y cuerpos de agua, esta vasta zona del país es ignorada y rezagada en todos los sentidos. Es hora de poner punto final a esta secular incuria.
Podríamos seguir señalando temas por atender, pero, volviendo al inicio de esta nota, el trabajo que se realizó para impulsar a este importante sector, dio como conclusión que si se lograra evitar una serie de trabas, persecuciones absurdas, sobrecostos y exceso de tramitología, podríamos en el 2030 duplicar nuestras exportaciones y generar 200,000 puestos de trabajo adicionales a los 500,000 empleos que de manera directa e indirecta generan a la fecha.
Que la proximidad a cumplir 201 años de vida independiente, nos lleve a tener fe en nuestro futuro y en la capacidad de nuestros pescadores y emprendedores. Recordemos lo que dijo el gran empresario pesquero Luis Banchero Rossi: “Los pesqueros somos unos hombres que entraron a la pesquería, hace unos años, con imaginación y de tanto andar entre los peces, nos salieron agallas”.