Gisella Balbuena, consultora de Salud Preventiva de Marsh
Claudia Espinoza, senior de Psicología Ocupacional de Marsh Perú
Esta semana, a nivel mundial, se celebró el Día de la Lucha contra el Sida. El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, más conocido como Sida es la etapa más avanzada de la infección originada por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y actualmente ya no es considerada como una enfermedad mortal, sino que se ha convertido en una enfermedad crónica que tiene control, pero que no tiene una cura.
Las enfermedades crónicas son aquellas cuyas manifestaciones no logran resolverse pronto con el paso del tiempo. Además del VIH, existen diversas enfermedades que cumplen con esta descripción como la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, las neoplasias, las enfermedades respiratorias crónicas, las enfermedades mentales, entre otras. Ello lleva a las organizaciones a tomar en cuenta la incidencia de estas condiciones de salud en sus trabajadores y cómo los beneficios que ofrecen pueden mejorar su bienestar laboral.
Las compañías que ofrecen diversos recursos de bienestar relacionados a la salud a sus equipos de trabajo generan una fuerza laboral más leal y productiva. De acuerdo al reporte global Health on Demand, elaborado por Marsh, aquellos empleados que cuentan con recursos de bienestar en salud más variados tienen 35% menos de probabilidad de que cambien de trabajo. Además, estos empleados están 27% más seguros de que pueden obtener la atención médica que necesitan y se sienten 11% más energizados.
En el marco del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, es necesario recordar que durante el primer año de pandemia la cobertura del tratamiento antirretroviral en el Perú llegó al 80%, según información del Ministerio de Salud (Minsa). Esta terapia, que consiste en un conjunto de medicamentos que necesitan las personas que viven con VIH mantener al virus suprimido, actualmente es gratuita mediante las coberturas de sus seguros de salud y también se puede complementar con servicios que puedan ofrecer las organizaciones.
En esa línea, el 50% de las organizaciones tiene pensado mantener de forma indefinida aquellos servicios adicionales a las coberturas de los seguros de salud como bonos o subsidios por medicamentos, según el estudio Reinventando los Beneficios 2021, y el 72% planea mantener de forma indefinida los planes de salud complementarios a la COVID-19.
Por su parte, las enfermedades mentales como la depresión o la bipolaridad también están catalogadas como crónicas. La inversión que brindan las organizaciones en beneficios para la salud mental de sus trabajadores es fundamental para reducir los niveles de estrés y ansiedad. En estos últimos estudios se indica que uno de cada dos empleados informa que siente algún nivel de estrés todos los días.
La COVID-19 también ha tenido un gran impacto en la salud mental de las personas y, durante este periodo, los empleados que sintieron el apoyo de su empleador presentan 12% menos de probabilidad de estar muy estresados o extremadamente estresados.
En el caso de Perú, las empresas han expresado su preocupación por la salud mental durante la pandemia. El último análisis realizado por Marsh, señala que el 80% de las organizaciones tiene pensado mantener de forma indefinida los programas online o virtuales de manejo de estrés.
Las enfermedades crónicas pueden variar en su origen y en las consecuencias que generan en quienes las padecen. Ello lleva a reflexionar sobre qué otros problemas de salud están presentes en nuestros equipos de trabajadores para poder así generar mayor inclusión a quienes padecen una condición de vida más complicada. Asimismo, ofrecer mayores beneficios aporta positivamente a la cultura organizacional generando mejores entornos para trabajar.