Escrito por: Humberto Martínez, Presidente de Capeco; Enrique Espinosa, Vicepresidente de Capeco; y Guido Valdivia, Director Ejecutivo de Capeco.
Las ciudades peruanas han evidenciado en esta pandemia lo que mostraron antes de ella: su absoluta disfuncionalidad, su incapacidad para servir al comercio ordenado, para administrar el territorio o para permitir a sus ciudadanos disponer de servicios sanitarios básicos en sus viviendas. Por el contrario, los mercados de abasto fueron los principales focos de contagio, el gobierno parcelado en distritos fue incapaz de unificar políticas y criterios, y millones de ciudadanos ni siquiera tuvieron acceso a agua potable para lavarse las manos.
Nuestro sistema de hacer ciudades ha ido perdiendo el respeto a todo aquello que constituye la base de un desarrollo urbano sostenible, el respeto a su historia al desconocer el tejido milenario que tiene, el respeto a la naturaleza al ocupar sus lomas y valles, y el respeto a sus propios ciudadanos, quienes (ante la incapacidad para generar consensos y expresarlos en planes, como se hace en las ciudades que funcionan en el mundo), fueron arrojados a su suerte a pelear por un sitio, por una vivienda, sometidos a las limitaciones y deficiencias del mercado formal o la de las mafias que extienden ilegalmente el tejido urbano. Los peruanos menos afortunados no sólo son los mas pobres sino los más lejanos, los menos ciudadanos.
Todo ha fallado, por lo que replantear el modelo de uso y ocupación del territorio, de desarrollo urbano y de vivienda es más necesario que nunca. Hablar de dos ciudades, la formal y la informal, sólo ha agravado el problema. Seguir el curso de la formalidad, dictada desde la comodidad de los barrios más ricos de la ciudad capital ha sido una receta de fracaso. Las reglas de la meritocracia y del mercado no funcionan si no se parte de condiciones similares, es injusto invocarlas y la disfuncionalidad de nuestras ciudades ha dado muestras claras de eso. La intervención policial en una discoteca en Los Olivos dejó 13 personas muertas, doce de ellas mujeres, once que dieron positivo al Covid, siete de ellas con antecedentes penales, cinco de ellas madres solteras ¿qué hacían ellas, a medianoche y en pleno toque de queda, en una discoteca que en realidad tenía licencia para fábrica textil pero había sido alquilada para restaurante? Lo único que hacían bailar y tomar para evitar su propia miseria, vivían su dilema ético cotidiano. La vida no vale lo mismo para todos. Siente que vale menos la mujer que tiene que bajar caminando de un barrio marginal, por una calle de tierra, cuando aún no ha salido el sol, con el riesgo de ser violada, o de ser tocada en un vehículo de transporte público que opera bajo reglas de eficiencia (es decir, debe estar siempre al tope), de ser acosada por su jefe o golpeada por su pareja, que gana más que ella sólo por ser hombre.
No hacemos más que acelerar el paso en nuestra ruta al abismo si seguimos únicamente recitando que somos el país con mayores reservas internacionales netas sobre PBI de América Latina, el que mejor controla la inflación, el que tiene mayor estabilidad monetaria, pero el que más muertos tiene por millón de habitantes en el mundo entero. No es casual que, salvo Estados Unidos, que abiertamente ha desafiado la pandemia y ha tenido pésimos resultados, los países que cuentan con megalópolis rodeadas de pobreza sean los mas golpeados en este tiempo, Brasil, México, Sudáfrica, Perú, Colombia, India, Rusia. Las ciudades sin control de su territorio y dejadas a las reglas del mercado no funcionan. El único país del grupo de las BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, países que fueron el milagro económico en la primera década del siglo XXI) que ha logrado escapar a la tragedia del Covid es China, justamente aquella que controla su territorio de manera marcial, que planifica a largo plazo sus ciudades y cuya autoridad central arbitra entre el mercado y el futuro de su país.
El futuro del desarrollo del Perú, cuya población mayoritariamente se ubica en las grandes ciudades del regiones de la costa, depende en gran medida de la forma en la que se planteen las reglas de desarrollo urbano, que ya no pueden mas obedecer a reglas de rentabilidad, sino a las de buen funcionamiento, a las de un trato más humano. Para ello es necesario plantear políticas en los siguientes ejes:
1. Planificación y gestión del suelo, lo que implica actualizar los planes de las principales ciudades del Perú y no sólo hacer los planes, sino también contar con los instrumentos que se usan en el mundo entero: unidades de gestión urbanística, mecanismos de cargas y beneficios, coeficientes de edificación, densidades, lotes mínimos sin edificar, entre otros.
2. Control del territorio, especialmente del suelo de propiedad del Estado, eriazo y de comunidades campesinas, de modo que pueda ser puesto formalmente en la ciudad para seguir los planes urbanos y para construir viviendas nuevas, ya sean dirigidas a las familias con menores recursos como a las que si los tienen, es decir, hacer ciudades donde convivan todos, ricos y pobres.
3. Aportes económicos a la ciudad para su desarrollo y para evitar la especulación con el suelo. El Perú es uno de los países con menor recaudación de impuesto predial sobre PBI en el mundo, sintomático de cómo funcionan nuestras ciudades y paradójico respecto de nuestros parámetros macroeconómicos. El suelo tiene un atraso, en muchos casos, de mas de 100 veces en su valorización y ello no sólo facilita la especulación con los terrenos (no cuesta nada retenerlos) sino que reduce la posibilidad de las ciudades de contar con recursos para su equipamiento. Es necesario retirar la responsabilidad de cobranza a los gobiernos locales y entregarla a Sunat.
4. Simplificación y coordinación administrativa, para reducir la corrupción y eliminar los incentivos a la regularización de invasiones. La incorporación de suelo formal a las ciudades requiere de mecanismos mas simples y ágiles y de eliminar el control que tienen sobre los procesos las municipalidades distritales. A los distritos se les debe retirar las competencias normativas sobre urbanización y zonificación. Es necesario además establecer metas para la digitalización de los procesos administrativos, incorporando tecnologías ya existentes.
5. Generación de mecanismos intermedios de servicios, como el suministro temporal de agua en camiones cisterna para urbanizaciones formales, en tanto las EPS llegan con la red general. La realidad nos muestra que al día de hoy millones de personas reciben agua de las EPS a través de camiones cisterna.
6. Facilitar la participacion del sector privado en producción de agua y el tratamiento del desagüe. Creación de un fondo estatal concursable para proveer de servicios de agua y saneamiento a proyectos de vivienda social, permitiendo su ejecución mediante el mecanismo de obras por impuestos.
7. Fortalecimiento de los programas de subsidios de vivienda nueva, incrementando los subsidios de densificación además de los requisitos para las viviendas, mayor tamaño y mejor equipamiento urbano. Un mayor subsidio ligado a mayores requisitos permitirá que el dinero extra vaya únicamente a mejorar la calidad de las viviendas que se entregan. Asimismo, es necesario fortalecer los programas de vivienda sostenible.
8. Incorporar recursos de los gobiernos locales y regionales para los subsidios de vivienda, facilitando y promoviendo la transferencia de recursos entre distintos gobiernos locales vecinos.
9. Impulsar el ingreso de nuevos participantes al mercado de financiamiento hipotecario, especialmente en las regiones del Perú y para vivienda social.
10. Optimizar y fortalecer el uso de recursos para la atención de barrios informales, tanto en los programas de mejoramiento de barrios como en el programa Sitio Propio. Los programas deben incluir el reuso de suelo para la generación de equipamiento urbano hoy inexistente, utilizando derechos de edificación transferibles, compra de suelos a las familias que los ocupan, etc. Asimismo, la optimización debe incluir el uso de tecnología para mejorar la calidad de los módulos básicos que se construyen a las familias.
11. Generar los catastros de las 40 principales ciudades del Perú. Sin información, es imposible tener una política urbana consistente y efectiva.
12. Identificar y promover distintos mecanismos que faciliten la construcción de ciudades funcionales; ello incluye facilidades para la instalación de parques industriales, fomento a los equipamientos urbanos privados y públicos(escuelas, universidades, centros médicos), centros financieros, mercados, entre otros.
La gran obra del Perú hacia su Bicentenario debe ser un acuerdo por la convivencia pacífica, humanizada, que permita a los peruanos alcanzar sus sueños. Si la mayoría de peruanos vivimos en ciudades, ese acuerdo debe ser eminentemente urbano.