MENSAJE PRESIDENCIAL. Mañana, si todo sigue su cauce normal, antes de medio de mediodía el presidente Pedro Castillo deberá dirigirse al país desde el Congreso para dar cuenta de su labor durante el primer año de gobierno y sentar las bases de cómo llevará adelante su segundo año.
La coyuntura en la cual debe dirigir este mensaje no es la mejor y esta vez no nos referimos solo a la difícil situación económica que atraviesa el país, debido a factores externos, pero sobre todo a los internos (por acción tanto del Ejecutivo como del Legislativo), sino sobre todo al ámbito político y las acusaciones de corrupción que se ciernen sobre el mandatario y su entorno. Que Bruno Pacheco se haya entregado y esté dispuesto a ser colaborador eficaz podría ensombrecer aún más el futuro para Castillo.
En este escenario, resulta difícil saber qué es lo que el presidente piensa hacer, pero desde estas líneas sí podemos decirle lo que esperamos que no haga. En primer lugar, no debería seguir buscando la confrontación ni victimizándose. Continuar por la senda de dividir al país y hacer más insalvables las diferencias que existen no ayuda para lo que debería ser su meta: acortar las brechas y unir al país. Tampoco debería mantener a un premier que no sabe buscar consensos y que solo culpa a otros –medios de comunicación incluidos– de los males del país. Mucho menos debería apostar por acciones radicales o anuncios más populistas, pues si bien con ello podría conseguir cierto apoyo del sector radical terminaría afectando al país y agravando la difícil situación por la que vive la población. Eso incluye el insistir con una Asamblea Constituyente. Antes de un cambio en la Carta Magna, debería centrarse en solucionar los problemas del día a día.
Dados los pobres resultados conseguidos en el primer año, Castillo tampoco debería seguir el mismo rumbo, sin ministros y funcionarios con los conocimientos necesarios, poco se podrá avanzar para poder activar los proyectos de inversión que el país requiere para generar empleo. Tampoco ayuda que el Ministerio de Trabajo esté más interesado en legislar para el mínimo porcentaje de trabajadores formales o el aún más reducido número de sindicalizados, olvidando a la gran masa de peruanos que labora en el mercado informal.
Finalmente, aunque seguro sería mucho pedir, no debería seguir ignorando o minimizando el impacto de las denuncias en su contra. Veremos qué sucede.