EQUIDAD DE GÉNERO. En el mundo las mujeres representan el 38% de la riqueza en capital humano –entendido como el valor de los ingresos futuros de sus ciudadanos adultos–, según el Banco Mundial, debido a los obstáculos que enfrentan en casi todos los países para participar plenamente del mundo laboral y obtener la misma remuneración que los hombres. En el Perú, las mujeres ejecutivas ganan en promedio 25% menos que sus pares hombres e, inclusive, trabajan dos horas más, según datos de Show Me The Money (SMTM). El Banco Mundial estima que el mundo pierde US$ 160 billones debido a las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres.

Estas cifras son apenas una mirada económica a la desigualdad entre hombres y mujeres que tiene muchas otras aristas, desde las más graves como el feminicidio, pasando por el abuso sexual, el maltrato físico y sicológico o el acoso –solo como dato, en el actual periodo parlamentario se han presentado 13 proyectos que tratan la problemática del acoso, pero ninguno fue aprobado como ley.

Pero el machismo también forma parte de la corrupción, Según la VII Encuesta Nacional sobre percepciones de la corrupción en Perú, si una mujer pide un soborno, en un 68% de los casos, es dinero; solo un 4% respondió que solicitaría favores sexuales. Si un hombre pide un soborno, reclamaría dinero en un 62%, seguido de favores sexuales en un 52%.

Debajo de la mayoría de esta data está el machismo. La creencia de que las diferencias físicas entre hombres y mujeres hacen a un género (masculino) superior al otro (femenino). Aunque hay un gran intento de solucionar esta inequidad a través de las leyes, lo cierto es que el problema es más profundo y, por lo tanto, requiere un trabajo desde los cimientos. Es en el hogar donde los niños y niñas deben aprender la igualdad de derechos y oportunidades y respetar al otro mirándolo como su igual. Sin embargo, las cifras de feminicidio, de maltrato y acoso sexual, van en aumento, lo que demuestra que el reto de las familias es una tarea pendiente.

Sin menoscabo del rol que cumplen las familias, los colegios también deben ser parte de este esfuerzo por formar a los niños y niñas en el respeto y la igualdad, para romper con los estereotipos que hoy afectan a muchos hombres y mujeres.

Mayores penas o sistemas de cuotas no servirán de nada si no se logra darles mayor empoderamiento a las mujeres y si no se diseñan puestos de trabajo sin sesgos ni prejuicios.