CAOS. El viernes pasado advertíamos de que el Ejecutivo estaba pasando del desgobierno a la anarquía, y lamentablemente los hechos ocurridos en los últimos días así lo demuestran. Frente a los actos de vandalismo y reacciones violentas que han acompañado las protestas y el paro de transportistas en diversas zonas del país, la respuesta del mandatario ha sido: “Yo pido al país denle la oportunidad a un maestro”. Es decir, otra frase hueca.
El descontento de la población tenía ya varias semanas, por lo que la respuesta del Gobierno al bajar el ISC a los combustibles, entre otras medidas, fue tardía. Sin embargo, la incapacidad de atender la demanda ciudadana no puede justificar que se permitan actos de violencia sin que la autoridad imponga el respeto de la ley. Además de la inaceptable costumbre del cierre de pistas y carreteras, se han visto manifestantes –que en realidad deberían ser considerados delincuentes– rompiendo lunas a punta de piedras y bajando llantas sin importarles los pasajeros que estaban en las unidades. En algunos casos, incluso delante de la Policía, sin que hiciera nada. Ni qué decir de aquellos vándalos que aprovecharon para intentar saquear tiendas y mercados, lo cual fue promovido por varias “fake news”.
Lo más preocupante no es solo la inacción de Castillo y su equipo ministerial, sino que miembros del partido de gobierno aprovechen el caos que se está generando y traten de utilizarlo políticamente para buscar una nueva Constitución –¿es eso lo que busca el Gobierno y por eso su pasividad?–, como si un cambio en la carta magna pudiera asegurar la rebaja en los precios o ampliar la formalidad para generar los empleos que el país requiere.
Para sumar al caos reinante, desde el Legislativo nuevamente los intereses políticos priman sobre las necesidades del país, y en lugar de buscar salidas rápidas a los problemas se genera una discusión innecesaria por si los ministros se presentan de manera virtual y no presencial ante el pleno.
Por tanto, mientras el Gobierno no sepa realmente hacia dónde quiere ir y cómo debe hacerlo –y en nueve meses no lo ha hecho– el caos seguirá. Además, dada la composición de los funcionarios incorporados por Castillo totalmente cuestionados profesional y éticamente– salvo honrosas excepciones–, todas las medidas que tome serán parches que solo barrerán el problema debajo de la alfombra sin darle una real solución. Al final, como advierte Moody’s hoy en esta edición, la gobernabilidad cada vez esta más en riesgo.