GABINETE. La ley establece que es el titular de la presidencia del Consejo de Ministro quien elige, junto al presidente, a los miembros del gabinete. En ese sentido, si el premier le solicita la renuncia a un ministro, este no debería negarse, pues se entiende que el premier cuenta con la confianza suficiente del presidente para hacerlo. Los ministros saben que sus puestos son fungibles y que su permanencia es muy volátil, ellos deben cubrir al presidente, quien no es responsable político, y por eso siempre sus cargos están a disposición. Se entiende, además, que si el premier le solicita la renuncia a un ministro es porque ya coordinó con el mandatario.
Sin embargo, lo que viene sucediendo al interior del gabinete en los últimos días genera una serie de dudas respecto a la manera en que se están dando las relaciones entre el presidente Pedro Castillo, el premier Guido Bellido y su gabinete o específicamente el ministro Iber Maraví. Nada de lo que viene ocurriendo es culpa de la oposición, los corruptos o “la capital”, como ha intentado hacer ver el mandatario. Es simplemente la confirmación de que en lo más alto del Ejecutivo hay un desgobierno. Si Bellido le ha “recomendado” renunciar a Maraví y este pone su cargo a disposición de Castillo, el presidente debería resolver inmediatamente: opta por la renuncia tal como recomienda su premier o ratifica al ministro dejando sin piso a Bellido, tan simple como eso. Lo importante es definir quién manda a quién.
Pero en lugar de tomar una decisión, Pedro Castillo ha preferido recordar sus tiempos de campaña y dar un discurso acalorado donde insiste en enfrentar a los peruanos y tratar de culpar a otros de un tema cuya solución está en sus manos. El presidente puede elegir a los ministros de la ciudad que desee mientras tengan la idoneidad para el cargo.
Sin que se termine de resolver este importante problema, otros más saltan a la palestra como la denuncia de Patricia Chirinos respecto a un comentario –que nunca podría ser calificado como broma, menos aun cuando se da en un espacio laboral– y que ratifica (pues hay varios antecedentes) a Guido Bellido como misógino, por más que el premier ahora intente negarlo. O la denuncia que involucra al Ministerio de Salud debido al mal uso de vacunas por parte de la clínica San Pablo. Ambos temas deben ser investigados y sancionados.
Pero también se busca distraer la atención de la población con temas menos importantes como permitir el acceso de público a los estadios para los partidos de la selección o la creación de un ministerio anticorrupción. Este Gobierno, como varios antes que él, debe hacerle frente a miles de problemas. Lo menos que puede hacer es estar ordenado al interior. Y eso no sucede con la administración Castillo.