Ghezzi plantea la necesidad de fortalecer cadenas de valor e insertar a pequeños productores en ellas. (Foto: GEC)
Ghezzi plantea la necesidad de fortalecer cadenas de valor e insertar a pequeños productores en ellas. (Foto: GEC)

Economista y exministro de la Producción

Un crecimiento económico sustantivo es indispensable para acercarnos al desarrollo. Sin él, no se podrá generar suficiente empleo para los peruanos e ingresos para el Estado. Pero debe ser cualitativamente distinto al de las últimas décadas, para enfrentar nuestros dos principales retos productivos:

El reto de la sofisticación productiva. Implica poner en valor nuestros sectores con potencial y, fundamentalmente, utilizar nuestros recursos naturales (RR. NN.) como plataforma para fortalecer una red de empresas basadas en la economía del conocimiento. No basta con que generen impuestos, dólares y empleo. Las grandes empresas en RR. NN. deben buscar proactivamente un desarrollo colaborativo de sus proveedores. No les es natural. Por ejemplo, las empresas mineras son reticentes a grandes innovaciones. Innovan sus grandes proveedores internacionales, que desarrollan soluciones genéricas. Hay un gran espacio para proveedores locales que ofrezcan soluciones a la medida. Implementar ecosistemas innovadores alrededor de nuestros RR. NN. es la mejor manera de sostener ganancias de productividad.

Muchos peruanos no tienen aún el capital humano para participar en la economía del conocimiento. Por ello, necesitamos abordar el reto de la inclusión productiva. La mayoría de nuestras empresas son poco productivas, generan empleos precarios y están en la informalidad. Para su inclusión productiva, se requerirá fortalecer cadenas de valor e insertar a pequeños productores en ellas. Para ello, empresas grandes tractoras, junto con articuladoras, deben acompañarlas a alcanzar los estándares que dichas cadenas requieran. Esto requiere un cambio de “chip” de empresas potencialmente tractoras. Por ejemplo, buena parte de nuestras agroexportadoras están integradas verticalmente y no se han preocupado por la inserción productiva de pequeños parceleros.

Abordar estos retos implica aceptar que hemos fallado colectivamente y que necesitamos un esfuerzo deliberado (y conjunto) para cambiar las cosas. Requerimos acentuar la colaboración público-privada y combinar la hoja de balance del Estado con la disciplina del mercado.

Este proceso de colaboración debe darse a todo nivel, e incluir cada vez más instancias subnacionales. Y debe servir para fortalecer a nuestro ineficiente Estado y exigirle romper su inercia; a las empresas grandes tractoras, para involucrarse en el fortalecimiento del ecosistema productivo a su alrededor; y a las mype, para mejorar.

Es fácil caer en el desaliento. Hemos terminado un ciclo que comenzó hace 30 años, y el camino es complicado. Pero hay un camino.