Presidente de Apeseg (*)
Estamos en plena fiebre por el fútbol, pero a diferencia de la selección que con sus goles nos acerca cada vez más a estar presentes en el Mundial, los actores de la escena política se esfuerzan por anotar autogoles por todos los frentes y a ignorar olímpicamente que un país que progresa es aquel que es capaz de tener mejores estándares mínimos en cada vez más temas.
Nombramientos. Todos los que hemos pasado por cargos públicos de alta dirección sabemos perfectamente que en Palacio de Gobierno existió siempre la capacidad de filtrar los candidatos. Es inaceptable el papelón del Gobierno que nombra personas que no cumplan con un estándar mínimo: no puedes tener condenas por terrorismo, deudas coactivas con Sunat, denuncias penales o por violencia doméstica. Al Congreso tampoco deberían llegar personas con estas “condecoraciones”. Si los partidos y el JNE no los filtraron, la Comisión de Ética debería hacerlo.
Educación de calidad. En los últimos años hemos iniciado algunas reformas de gran importancia para los ciudadanos que tienen la particularidad que requieren mucha persistencia en el esfuerzo, porque los cambios solo se verán luego de varios años. Una de esas reformas fundamentales era el de la reforma universitaria. La autoridad que antes supervisaba la calidad del servicio educativo era controlada por los dueños de las universidades, con lo cual, el compromiso por la calidad era otro saludo a la bandera. La reforma creó un organismo independiente de los rectores a ser evaluados, la Sunedu, y puso el foco en proteger el servicio que se prestaba a los alumnos. Esta semana el Congreso cedió a la presión de los que no quisieron hacer el esfuerzo por convertirse en universidades que ofrecen un servicio con un estándar mínimo de calidad y se pretende que Sunedu esté bajo el comando de los rectores, es decir, resucitar la funesta Asamblea Nacional de Rectores. Es imposible aceptar este retroceso en la reforma. Y otra vez, el error sale de un lado de la Av. Abancay, y del otro lado, el Gobierno anuncia que no vetará la norma. Los estudiantes no tienen quién los defienda.
Bonos y retiros. El Congreso ha criticado al Gobierno porque su única salida a los problemas que iba encontrando era repartir bonos. No obstante, todo parece indicar que este Congreso repetirá el desastre del anterior que utilizó la crisis sanitaria como justificación para que se retiren miles de millones de soles de las cuentas destinadas a financiar nuestra vejez. No importó que la medida no tuviese la más mínima focalización, o que no represente ninguna salida para millones de trabajadores informales. El Congreso y el Gobierno podrían evitar el robo sistemático que se viene dando hace décadas por las autoridades de gobiernos regionales, municipales e inclusive por los ministerios que, en lugar de depositar los aportes previsionales, utilizan esos fondos para otras cosas. Resulta que con esa plata estas autoridades pueden contratar a otras personas porque según el marco legal vigente no hay delito. Solo sería delito si uso recursos de la cuenta de planilla para gastos no remunerativos (otra cuenta genérica de gasto en el lenguaje presupuestal). Una tinterillada convertida en tragedia para millones de trabajadores. A sus jefes les importó poco y nada dejarlos sin pensión. En vez de permitir más retiros, que tal si de una buena vez evitamos estos “retiros” de fondos que nunca llegaron a sus dueños.
En suma, el exceso de autogoles y la falta de estándares mínimos están en ambos poderes del Estado. Los ciudadanos estamos llamados a no permitir más goles en nuestro arco.
(*) Opinión a título personal.