En la China de Xi Jinping, casi todo se está convirtiendo en un problema de seguridad nacional.
Este mes, Xi Jinping pidió a los funcionarios del Partido Comunista que construyeran una “arquitectura holística de seguridad nacional” que se extendiera a “todos los aspectos del trabajo del partido y del país”. Enumeró 10 componentes, entre ellos “salvaguardar” el sistema político de un único partido de China y centrarse más en “prevenir y desactivar los riesgos de seguridad nacional”.
También habló en la reunión del 12 de diciembre Yuan Peng, quien dirige un grupo de expertos afiliado al Ministerio de Seguridad del Estado, la principal agencia de inteligencia de China. En un artículo de junio, describió un nuevo orden global pospandémico con Estados Unidos y la UE en declive y el mundo ante una depresión económica inminente, en la que también elogió los beneficios del modelo de vigilancia masiva basado en la tecnología de China sobre el de las democracias occidentales.
“El impacto del COVID-19 es nada menos que una guerra mundial”, escribió Yuan, enfatizando la necesidad de garantizar que la seguridad nacional tenga prioridad en los planes de desarrollo de China para protegerse contra ataques externos. En particular, argumentó, “la lucha y la competencia por la alta tecnología, como la carrera armamentista de la Guerra Fría, serán un tema central en la política internacional en el próximo período”.
La presencia de Yuan en la reunión muestra hasta qué punto el partido se está preparando para lo peor en su batalla estratégica con EE.UU., incluso después de que el presidente electo, Joe Biden, asuma el cargo el próximo mes. El Gobierno de Trump ha sido implacable en sus ataques a Pekín en sus últimas semanas, con el objetivo de restringir las ventas de tecnología clave a decenas de empresas, entre ellas Semiconductor Manufacturing International Corp., el mayor fabricante de chips de China.
“El partido está cada vez más preocupado por las amenazas extranjeras que buscan desestabilizar su Gobierno”, dijo la consultora Trivium China en una nota. “Este temor informará no solo la formulación de políticas de seguridad nacional, sino toda la formulación de políticas, en los próximos años”.
El plan quinquenal propuesto por el partido en octubre incluyó un enfoque en los problemas de seguridad por primera vez, y las directrices ya están teniendo un impacto. Este mes, China dijo que implementaría una nueva revisión de seguridad nacional sobre inversiones extranjeras en un amplio rango de sectores, desde el desarrollo de energía y recursos agrícolas hasta infraestructura crítica y tecnología de internet.
La medida fue criticada por la sección de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en Shanghái, el principal centro financiero de China, que dijo que las medidas “son inconsistentes con los objetivos declarados de China de una mayor apertura”. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China había defendido las nuevas reglas, diciendo que “no eran proteccionistas”.
“Solo ajustando los controles para prevenir y controlar los riesgos de seguridad podemos sentar las bases para una nueva ronda de apertura”, dijo la agencia gubernamental.
Percibido como el líder más poderoso de China desde Mao Zedong, Xi está entrando en un período crucial en su gobierno: un cambio de liderazgo una vez cada cinco años en el 2022 podría permitirle mantener la presidencia durante un tercer mandato. En el pasado, la carrera hacia estos eventos generaron luchas internas entre rivales potenciales por el poder, que ocasionalmente llegaron a ser de conocimiento público, una rareza en el opaco sistema político de China.
“Nuestro partido nació en tiempos de problemas internos y externos y de crisis nacional”, dijo Xi. “Tenemos un entendimiento indeleble sobre la importancia de la seguridad nacional”.
Si bien todos los países tienen preocupaciones de seguridad nacional, la necesidad de China de mantener un gobierno de partido único es prioritario sobre todo lo demás. Eso significa que las personas cuyos derechos estarían protegidos en sociedades pluralistas se consideran una amenaza a la seguridad nacional en China, desde musulmanes en Xinjiang y manifestantes prodemocracia en Hong Kong hasta periodistas que informan sobre el COVID-19 y miembros del Partido Comunista que cuestionan la narrativa oficial.
Poco después de que Xi tomara el control del Partido Comunista en el 2012, creó una Comisión de Seguridad Nacional para consolidar lo que anteriormente era una burocracia muy fragmentada. También amplió la ley de seguridad nacional para cubrir todo, desde la ciberseguridad, la alimentación y la religión hasta el espacio ultraterrestre y las profundidades de los océanos.
En junio, su Gobierno impuso una nueva ley de seguridad nacional en Hong Kong que se ha utilizado principalmente para procesar a activistas prodemocracia por declaraciones políticas. Según datos compilados por Bloomberg, solo una de las 40 personas arrestadas hasta ahora por la nueva unidad de seguridad nacional de la Policía de Hong Kong fue acusada de violencia.
‘Buscar pelea’
Lo que exactamente constituye un delito de seguridad nacional generalmente no está claro en el sistema judicial de China. Las autoridades no han publicado más detalles sobre el caso de Haze Fan, funcionaria de Bloomberg News en Pekín, quien fue detenida este mes bajo sospecha de poner en peligro la seguridad nacional de China. El caso de Fan surgió la misma semana que el segundo aniversario de la detención de los canadienses Michael Kovrig y Michael Spavor, quien también fueron acusados de cargos relacionados con la seguridad nacional.
Cheng Lei, ciudadano australiano nacido en China que trabajó como periodista en la cadena estatal CGTN, está detenido desde agosto por cuestiones de seguridad nacional. Zhang Zhan, un exabogado de 37 años que publicó informes sobre la respuesta inicial al brote de coronavirus en Wuhan, fue condenado esta semana a cuatro años de prisión por “buscar pelea y provocar problemas”.
Xi también decidió controlar otras amenazas a la estabilidad de China, con un mayor escrutinio por parte de reguladores a gigantes tecnológicos como Alibaba Group Holding Ltd. y Ant Group Co. Alibaba y sus tres mayores rivales, Tencent Holdings Ltd., el gigante de la entrega de alimentos Meituan y JD.com Inc., perdieron casi US$ 200,000 millones en Hong Kong inmediatamente después de que los reguladores revelaran una investigación sobre supuestas prácticas monopolísticas de la empresa del multimillonario Jack Ma.
La represión de Xi contra las voces de la oposición va más allá de las medidas tomadas por la generación de su padre, que valoraba las “diferencias de opinión” como beneficiosas para la estabilidad a largo plazo del Partido Comunista, y se basaba en el temor de que China algún día se separara como la Unión Soviética, según Jerome Cohen, fundador del Instituto de Derecho EE.UU.-Asia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York.
“Xi Jinping ha empeorado las cosas para los disidentes”, dijo Cohen, quien ha enseñado derecho chino desde 1960. “China tiene tantos desafíos internos y su gente es tan individualista que, para él, permitir libertades de expresión es viabilizar la oposición o incluso el caos”.