Después de diez años fabricando zapatos para marcas internacionales como Timberland o K-Swiss, Phan Thi Nhieu fue despedida, al igual que decenas de miles de otros trabajadores vietnamitas víctimas de la desaceleración del consumo mundial.
Vietnam, uno de los mayores exportadores de ropa del mundo, sufre la crisis del costo de la vida en Estados Unidos y en Europa, que provocó una disminución de la demanda de las empresas de esas zonas.
En esta complicada coyuntura -entre inflación y dificultades de suministro-, la mano de obra, sobre todo femenina, sirve de variable de ajuste para las empresas deseosas de mantenerse a flote.
Más de 470,000 personas pasaron a trabajar a tiempo parcial en los últimos cuatro meses deL 2022, mientras que otros 40,000 perdieron su empleo, entre las cuales 30,000 mujeres de 35 años o más, indica el sindicato nacional de trabajadores más poderoso de Vietnam (VGCL).
Esto afecta en total a 1,200 empresas, principalmente extranjeras, según el VGCL, en los sectores textil, calzado, mobiliario o electrónica.
A principios de noviembre, Phan Thui Nhieu, de 31 años, “lloró” cuando su empleador, el taiwanés Ty Hung, anunció el despido de dos tercios de los 1.800 trabajadores de la fábrica de Ho Chi Minh, incluido el suyo, debido a la falta de pedidos.
“Estaba tan conmocionada. Lloré, pero no pude hacer nada, tengo que aceptarlo”, explica.
Sobrevive con un salario mensual de US$ 220 en una habitación de 9 metros cuadrados, que ocupa junto a su marido y sus dos hijos en la capital económica del sur de Vietnam, donde el ingreso promedio es de US$ 370 al mes.
Es una situación mejor a la que tenía cuando era adolescente y se ganaba la vida recogiendo setas de arbustos en el delta del Mekong, asegura.
Con dos meses de salario como indemnización por despido, Nhieu dispone de poco para alimentar a su familia.
En el país comunista, “no tenemos a nadie que nos ayude”, comenta. “Nunca tuve el lujo de soñar con lo que quiero en la vida. Solo tengo un deseo, ganar lo suficiente para sobrevivir”, confiesa.
Vietnam, una alternativa a China
Para 20,000 trabajadores empleados por el gigante taiwanés Puyuen, subcontratista de Nike, la crisis toma la forma de permisos forzados, por rotación, para repartirse el poco trabajo.
Según la prensa, el surcoreano Samsung, el mayor inversor extranjero en Vietnam, redujo su producción de teléfonos inteligentes.
Los pedidos de Estados Unidos cayeron entre 30% y 40% en comparación con el año pasado, y la cifra sube a -60% para Europa, afectada por la inflación relacionada con la invasión rusa de Ucrania, detalla el sindicato nacional VGCL.
Los trabajadores estiman que la situación será peor este invierno que durante la pandemia de coronavirus, que los obligó a permanecer en casa y a sobrevivir gracias a las donaciones de alimentos.
El repunte que siguió a la reapertura de las fábricas les dio motivos para ser optimistas. En vano.
“No es fácil encontrar un nuevo trabajo como antes de la pandemia)”, precisa Nguyen Thi Thom, de 35 años, despedida por su empleador surcoreano que abastece al gigante estadounidense de la gran distribución Walmart.
Desde que fue expulsada, Thom, que tiene tres hijos pequeños, vende fideos instantáneos, salsa de camarones y naranjas a los transeúntes de un nuevo barrio de Ho Chi Minh.
Para las empresas vietnamitas de exportación, que trabajaban “a plena capacidad” durante la primera mitad del 2022, la desaceleración de la actividad es claramente perceptible, según Tran Viet Anh, director adjunto de la Asociación de Empresas de Ho Chi Minh-Ville.
“A principios del tercer trimestre, debido a la inflación mundial, el consumo disminuyó, lo que llevó a la suspensión de los pedidos y a enormes excedentes de stock”, comenta a la AFP.
Sin embargo, la actual desaceleración será temporal, según sus previsiones. “2023 será un año en el que se aumentará la producción para compensar”, asegura, mientras que Vietnam se percibe cada vez más como una alternativa a China, donde la gestión del COVID hace dudar a los inversores extranjeros.
(Con información de AFP)