Mientras el mundo lucha por conseguir vacunas contra el COVID-19, tres países africanos no han hecho nada para este fin.
Algunos países como Burkina Faso y Chad aún no han vacunado a ninguno de sus ciudadanos, y otros países como Turkmenistán y Corea del Norte han tardado en hacerlo, pero al menos aceptan la necesidad de contar con vacunas.
Tanzania, Burundi y Eritrea están en ceros.
Eso no es solo una amenaza para los 75 millones de personas que viven en esos países. También es una amenaza para el mundo.
Si se permite que el virus continúe circulando en focos de población en cualquier lugar, es probable que mute. Cuando las personas viajan, lo llevan consigo, y esas mutaciones a veces pueden evadir los anticuerpos producidos en reacción a las vacunas más fácilmente que las versiones anteriores del virus.
En pruebas a viajeros de Tanzania que llegaron a Angola ya se encontraron lo que el instituto sudafricano de secuenciación del genoma Krisp describió como la variante con más mutaciones hasta el momento.
Las cepas altamente infecciosas identificadas por primera vez en otras partes del mundo, incluidas Sudáfrica e India, se han extendido rápidamente por todo el mundo, interrumpiendo los viajes y amenazando la eficacia de los programas de vacunas.
“Este virus ve a los anticuerpos como carnada. Los ve y se transforma”, dijo Patrick Soon-Shiong, multimillonario biotecnológico estadounidense que desarrolla una vacuna contral el covid-19, en una entrevista con Bloomberg.
Tanto Tanzania como Burundi tuvieron presidentes (John Magufuli y Pierre Nkurunziza) que murieron en el último año de lo que se especuló habría sido COVID-19.
Si bien el nuevo presidente de Burundi, Evariste Ndayishimiye, dijo el año pasado que el virus era el “peor enemigo” del país, aún no ha tomado medidas para obtener vacunas para su pueblo. La presidenta de Tanzania, Samia Suluhu Hassan, ha prometido un cambio de enfoque, pero aún no ha hecho nada en concreto. Su país no ha publicado estadísticas de infección durante un año. Eritrea ha guardado silencio.
Como dice Phionah Atuhebwe, funcionario médico de introducción de nuevas vacunas para África de la Organización Mundial de la Salud, “Solo podemos continuar promocionando el tema”.
Y mientras tanto, el resto del mundo paga el precio.