En el laboratorio farmacéutico de Shenyang, en China, el personal trabaja hasta los fines de semana, los precios de los monos de laboratorio se han disparado y la presión crece para encontrar lo antes posible una vacuna contra el COVID-19.
La compañía privada Yisheng Biopharma, situada en Shenyang, noreste del país, trabaja desde enero a destajo las 24 horas para encontrar un remedio contra el nuevo coronavirus, detectado a finales del 2019 en China.
Los laboratorios chinos compiten para elaborar una vacuna contra esta enfermedad que se ha cobrado la vida de más de 450,000 personas en el mundo y ha hundido la economía del planeta.
Cruzar el primero la meta sería una victoria para el sector chino de las vacunas golpeado durante mucho tiempo por los escándalos y prestigio para Pekín, acusado por Washington de haber gestionado mal los inicios de la epidemia.
Especializado en las vacunas contra la rabia, Yisheng Biopharma se lanzó en enero a la concepción de un antídoto para el COVID-19.
La empresa no es la más adelantada en el mundo. Ni siquiera en China. A diferencia de una decena de otros proyectos en el planeta, su vacuna todavía no ha iniciado los ensayos clínicos (en humanos).
Pero espera empezar la producción en setiembre para tener dosis disponibles a finales del 2020 si el producto obtiene el visto bueno de las autoridades competentes.
“Esta vacuna tiene que llegar al mercado rápidamente. No se puede esperar a la próxima temporada epidémica para concluir los ensayos clínicos”, dice Zhang Yi, presidente de Yisheng Biopharma.
‘Mucho por hacer '
La urgencia ha hecho que sus investigadores no hayan tenido ni un solo día descanso desde finales de enero. "Hay mucho por hacer", sostiene.
La empresa se encuentra en el estadio de ensayos en animales. Los resultados de los primeros ensayos con ratones y conejos son alentadores pues los animales han producido gran cantidad de anticuerpos, según Zhang.
Una eventual vacuna no solo debe ser capaz de proteger a las personas en buena salud, sino curar a los enfermos, según Yisheng Biopharma.
La próxima etapa son los ensayos con monos. Pero el precio de los primates se ha disparado debido a la fuerte demanda de los laboratorios que compiten por ser el primero en elaborar una vacuna y medicamentos antiCOVID-19, explica el presidente David Shao.
Yisheng Biopharma paga generalmente entre 10,000 y 20,000 yuanes (1,260 a 2,520 euros US$ 1,412 y US$ 2,825) por mono. Pero ahora pueden costar hasta 100,000 yuanes, asegura.
China es uno de los principales suministradores mundiales de monos para la investigación. En el 2019, exportó 20,000 y utilizó 18,000 a nivel nacional, asegura Liu Yunbo, presidente del suministrador de animales de laboratorio Beijing HFK. “La demanda es fuerte este año y la oferta insuficiente”, explica.
Trece vacunas
Yisheng Biopharma ya ha gastado unos 2.7 millones de euros (un poco más de US$ 3 millones) en su investigación contra el COVID-19.
"Más que para otras vacunas", dice David Shao. Un coste que se justifica sobre todo por la falta de recursos y material de investigación.
"Estamos realmente en una carrera contrarreloj", afirma Shao, antes de asegurar que su empresa será capaz de producir anualmente 500 millones de dosis.
En la actualidad, el número de enfermos es demasiado bajo en China para realizar ensayos en humanos, por lo que Yisheng Biopharma prevé presentarse candidata para realizar ensayos clínicos en Estados Unidos, Europa, Singapur y Australia, en colaboración con una empresa estadounidense.
En total, 13 vacunas han emprendido ensayos clínicos en el mundo. Casi la mitad son chinas.
Zhang Yi no esconde que los productos de sus competidores estarán probablemente en el mercadao antes que los suyos. “Pero lo más importante es tener capacidad de producir en grandes cantidades. Tener buenos resultados y un producto de alta calidad”, subraya. “Ser el primero no quiere decir nada”.