Por Francis Wilkinson
Cerca de una accidentada península frente a San Diego, una pequeña embarcación de 12 metros de largo que transportaba inmigrantes indocumentados volcó y se destruyó el domingo, dejando al menos tres víctimas fatales. El accidente fue, sin duda, una tragedia. Las preguntas son por qué este tipo de tragedias son tan poco habituales y si continuarán siéndolo.
Durante la mayor parte de una década, he pensado que los viajes marítimos serán la próxima gran novedad en el contrabando de personas al suroeste de Estados Unidos.
Después de todo, había casi tres docenas de migrantes a bordo de ese bote que se accidentó. Incluso a una tarifa rebajada de contrabando de, digamos, US$ 7,000 por persona, un viaje que llegue a buen destino sería una travesía muy lucrativa.
Sin embargo, cada año me demuestra que estoy (mayormente) equivocado. La migración por mar desde México es tan inusual que incluso los expertos en migración saben poco al respecto.
“Históricamente, esto ha sido mucho más común en la costa de Florida que en la costa de California, por lo que hay menos información sobre California”, dijo en un correo electrónico Michelle Mittelstadt, directora de comunicaciones y asuntos públicos del Instituto de Política Migratoria.
Gran parte de la historia de EE.UU. es producto de la migración por mar. No todos los viajes terminaron en refugio en la isla Ellis o en San Francisco.
En 1849, tras zarpar de Galway y cruzar el Atlántico, el St. John, un barco de migrantes irlandeses que huía de la hambruna, se estrelló contra las rocas cerca de Cohasset, Massachusetts. De los 143 pasajeros a bordo, menos de dos docenas sobrevivieron.
En el mar Mediterráneo, más de 600 migrantes han perdido la vida en lo que va del 2021. Sin embargo, a pesar de la continua línea costera en el Pacífico que se extiende desde México hasta California y la proximidad de Texas a México, conectados por el golfo de México, la migración por mar desde México hasta EE.UU. sigue siendo relativamente escasa.
“Yo también me he preguntado por qué no hemos visto más situaciones como esta”, dijo Aaron Reichlin-Melnick, asesor político del Consejo de Inmigración de EE.UU. “Creo que esto se debe a que la Guardia Costera tiene una visión de la frontera en California mucho mejor que en todo el golfo de México al otro lado del país”.
De vez en cuando, contrabandistas mexicanos despliegan pequeñas embarcaciones de madera para la pesca, conocidas como pangas, que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU. considera eficientes y económicas. Los barcos “tienen un manejo superior y son difíciles de detectar”.
También se han utilizado motos de agua para llegar a la costa sur de California, y unos pocos desesperados incluso han desafiado el frío del Pacífico para cruzar a nado. Un informe de 2011 de las Naciones Unidas concluyó que la mayoría de los migrantes que utilizan rutas marítimas para llegar a EE.UU. “lo hacen sin utilizar servicios de contrabandistas”.
Como lo sugiere la abarrotada panga que colapsó frente a las costas de San Diego, es posible que no siga siendo así. Según The New York Times, desde fines del 2009, casi 6,700 personas han sido capturadas mientras intentaban ingresar al sur de California por agua. En el año fiscal 2020, hubo 1,273 detenciones de este tipo, según The New York Times, “el año de mayor contrabando marítimo que se haya registrado”.
Es probable que una vigilancia y control más estrictos en tierra hayan contribuido al aumento, al igual que el cierre de los cruces fronterizos durante la pandemia.
El negocio del contrabando de seres humanos es adaptable, es decir, a medida que aumenta la vigilancia y el control para detener oleadas de migrantes, estos desarrollan nuevas estrategias y tácticas para evitar ser capturados. Hasta ahora, el mar ha sido una fantástica barrera para hacer frente a la migración ilegal, y la tecnología ha dado al Gobierno de EE.UU. la ventaja en agua y en tierra.
EE.UU. tiene alrededor de 95,000 millas de costa, y las personas desesperadas tienden a ser audaces e ingeniosas. El mar siempre será una ruta peligrosa; sin embargo, el tránsito podría aumentar.