Víctima de un parásito identificado en 2016 frente a las costas españolas, cuya expansión fulgurante está favorecida por el cambio climático, la nacra -el molusco más grande del mundo por detrás de la almeja tropical- se muere.

Desde la superficie, nada permite presagiar la hecatombe. Pero en la profundidad hay un campo de moluscos vacíos amontonados donde antes solían erigirse en vertical, medio clavados en la arena entre la posidonia, estos especímenes bivalvos con forma de mejillón gigante.

Cuando muere, la nacra (Pinna nobilis) se oscurece, pierde la carne y sus pequeños anfitriones naturales, como gambas y pequeños cangrejos.

Olivier Jude, un submarinista monegasco que realiza sesiones de fotos submarinas para su web Phoctopus, no puede ocultar su sorpresa. "Ya no se encuentra ni una viva, es una pena".