Por Jonathan Bernstein
Si hay algo que resultará evidente en la nueva Administración del presidente Joe Biden, será el profesionalismo. Las posiciones serán cubiertas, de arriba hacia abajo y con pocas excepciones, con personas que saben cómo hacer el trabajo.
Muchos funcionarios regresarán al Gobierno después de unos breves cuatro años en el exterior, quizás en una posición por más arriba de su antiguo nivel, pero dentro de sus competencias.
Otros se moverán del Gobierno estatal. Habrá muchos que serán nuevos en el Gobierno, pero la mayoría de ellos (a juzgar por lo que hemos visto hasta ahora) están bien acreditados y cuentan con la experiencia que exige su posición.
La competencia se mostró en el primer día. Los eventos inaugurales del miércoles transcurrieron sin problemas (de acuerdo, el “desfile virtual” no fue el idóneo, pero la extravagancia del evento nocturno lo compensó con creces). La primera rueda de prensa de la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, salió bien y contrastó con la forma en que se hacían ese tipo de cosas en la Administración anterior.
Psaki proporcionó información que no fue inmediatamente desacreditada por los verificadores de hechos, y lo hizo sin difamar a los reporteros en la habitación, ni a nadie más. Eso es profesionalismo. Biden firmó 17 órdenes ejecutivas, ninguna de las cuales provocó un incidente internacional o enfureció a los principales grupos de votantes. Eso también es profesionalismo.
Esto podría ser muy bueno. Claro, demasiada confianza depositada en las mismas personas (incluso si poseen las habilidades individuales) podría llevar al pensamiento de grupo, un peligro para cualquier organización, pero hay suficiente sangre nueva en la Administración Biden para protegerse contra él.
La experiencia también puede ir de la mano con la arrogancia, y el equipo del nuevo presidente debe estar atento a ese peligro. Aún así, la diversidad del personal de esta Administración debería ayudar a prevenir esa posibilidad.
Debo hacer hincapié en que la experiencia política no es menos valiosa que los conocimientos técnicos fundamentales. Resulta poco probable que Biden ignore esa realidad, al tiempo que aborda grandes desafíos como el cambio climático y la pandemia de coronavirus.
La política pública requiere juicio político. Su evidente experiencia en temas científicos o políticos no garantiza que la elección de políticas de la Administración Biden sea la mejor en cualquier sentido objetivo, pero mejorará las probabilidades de generar medidas que logren su propósito al tiempo que se enfrenten a una oposición menor.
El profesionalismo durante el Gobierno de Donald Trump estuvo ausente, y se le echó de menos. Su regreso no generará automáticamente una política sólida, pero es probable que despeje el camino para la formulación de una nueva.
No me sorprendería ver una especie de luna de miel en los medios, al tiempo que los reporteros reaccionan a los funcionarios que claramente saben cómo hacer su trabajo, especialmente en contraste con el grupo anterior de incompetentes.
Y eso no es malo, es probable que la Administración Biden pase sus primeros días en un período de gracia como un activo ganado. Ellos también deberían saber que la luna de miel no será para siempre.