¿Hay que vacunar a los más jóvenes contra el COVID-19? El debate ya es una realidad en Estados Unidos, donde la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) autorizó el viernes la vacuna de Pfizer-BioNTech para niños de entre cinco y 11 años.
Esa decisión abrió el camino a la inmunización de cerca de 28 millones de niños de esa franja de edad.
La nueva campaña de vacunación podría comenzar esta misma semana si los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) dan su visto bueno, algo que se espera para el martes.
En Estados Unidos, casi dos millones de niños de entre cinco y 11 años contrajeron el COVID-19 y al menos 172 murieron, según los CDC. Las cifras son bajas en comparación con el total de casos (45.8 millones) y de fallecidos (más de 743,000) en el país, pero preocupan.
Ahora los padres deben decidir. La AFP entrevistó a varios de ellos para preguntarles si iban a vacunar o no a sus hijos.
Daniela Boettcher, a favor
Daniela Boettcher, de 45 años, es una provacunas convencida. Tanto que ni siquiera esperó la aprobación del producto de Pfizer para inmunizar a su hija, Lia, de cinco años.
El pasado viernes, la niña debía recibir una dosis de la vacuna antiCOVID de Moderna en el marco de un ensayo, pero el laboratorio estadounidense aplazó la fecha una semana.
Para esta madre, la decisión fue fácil de tomar. “Creo totalmente en las vacunas”, dice. “He leído todos los artículos que dicen que los beneficios superan otros posibles efectos”.
Quiere vacunar a Lia por dos motivos. El primero es el miedo a que contraiga la enfermedad y sufra el covid persistente, como se conoce a una serie de síntomas -neurológicos, físicos o psiquiátricos- que duran hasta meses después del contagio.
El segundo es práctico. Cada vez más lugares piden test de COVID-19 para poder acceder a ellos. Un engorro para Boettcher, que viaja varias veces al año a Alemania, su país natal, y que no quiere ir una y otra vez a hacer pruebas de coronavirus con su familia.
David Winker y Cristina Hernandez, indecisos
Cristina Hernandez Winker y David Winker aún no saben si su hija de ocho años debería vacunarse contra el COVID-19.
Pese a la aprobación por la FDA, tienen dudas sobre posibles efectos de la vacuna de Pfizer para la niña, que se llama Cristina como su madre.
“No lo pensamos dos veces a la hora de vacunarnos. Pero esto es un poco diferente”, dice David Winker. “Tenemos 50 y pocos años, viviremos otros 20; pero ella tiene ocho y vivirá otros 70. ¿Cuáles son los efectos [de la vacuna] a largo plazo?”, se pregunta.
Cristina Hernández comparte esas dudas. “Mi hija nació prematura y me preocupa cómo va a afectar esto a su sistema inmune”, explica.
La niña tiene también alergias, otro motivo de inquietud para sus padres.
La pareja no descarta que la pequeña reciba la vacuna, pero quieren tener más información. Después de consultar a su pediatra, decidirán.
Sucelys Alvarez, en contra
Sucelys Alvarez tiene claro que no vacunará a su hijo de siete años, alumno de la Centner Academy, una escuela privada de Miami que ha tenido varias polémicas en los últimos meses sobre la inmunización contra el COVID-19.
El centro escribió a los padres de sus estudiantes, sin pruebas científicas, que las vacunas podían ser contagiosas, dañar la fertilidad de las mujeres y el desarrollo de los niños.
“No sé lo que hay en esas vacunas”, dice Alvarez, que también tiene un hijo de dos años. “Creo que los niños necesitan inmunidad y nutrición y que con eso tienen más que de sobra”, añade.
Para esta madre de 29 años, la vacuna “es sólo productos químicos con Dios sabe qué” y “ningún padre debería poner eso en los cuerpos de sus hijos”.