La fortaleza financiera acumulada en los hogares estadounidenses limitó el daño de la pandemia de coronavirus, pero ahora puede estar dificultando y prolongando la lucha contra la inflación de la Reserva Federal (Fed), que intenta que la gente pierda poder adquisitivo.
La reciente caída de los mercados bursátiles, una fuente de riqueza de los hogares que ha influido cada vez más en los ingresos en los últimos años, puede eventualmente ayudar a desacelerar el consumo, pero los informes de esta semana sobre deuda de los hogares, condiciones financieras e inflación han dejado poca sensación de que los consumidores estén cambiando de hábitos.
Los datos de inflación de abril publicados el miércoles por el Departamento de Trabajo ponen de relieve el dilema para la Fed. Como se predijo, el aumento general de los precios al consumidor disminuyó significativamente frente a marzo, que fue el nivel más alto desde el 2005, pero no tanto como se esperaba. Sin embargo, hay indicios de que las presiones inflacionarias se mantenían firmes en sectores clave como el alquiler y los viajes.
“Esta es otra sorpresa al alza de la inflación y sugiere que la desaceleración será laboriosamente lenta”, manifestó Seema Shah, estratega jefe de Principal Global Investors.
Datos de la Fed de Nueva York del martes mostraron que, si bien los niveles de deuda de los hogares aumentaron a otro récord en el primer trimestre, había poca evidencia de que estuvieran complicados.
Hubo un pequeño aumento de hogares en las primeras etapas de la morosidad, pero sigue siendo un nivel “muy bajo según los estándares históricos”, dijo la Fed de Nueva York. Además, la tensión por deudas más significativas, como nuevas quiebras o procedimientos de cobro, es la más bajos desde que se comenzaron a recopilar los datos en 1999.
Varias autoridades de la Fed han señalado que están observando atentamente los balances de los hogares para calcular cuánto tiempo más los estadounidenses pueden disponer de efectivo.
El presidente de la Fed de Mineápolis, Neel Kashkari, afirmó el lunes que esperaba más evidencia de que los balances de los hogares se estaban agotando. “Existe la posibilidad de que la economía ahora haya sido empujada a una presión de equilibrio más alta que antes. Y si ese es el caso, entonces tendremos aún más trabajo” para reducir la inflación, afirmó.
Si bien la producción general de Estados Unidos se contrajo en el primer trimestre, en gran parte debido a factores técnicos asociados con la gestión de inventarios de las empresas, hay pocas señales evidentes más de una desaceleración de la actividad, en particular entre los consumidores.
El último dato de Bank of America sobre el gasto y el bienestar financiero de los consumidores, a partir de su base de datos de 67 millones de consumidores y clientes de pequeñas empresas, mostró que la cantidad gastada con tarjetas de crédito y débito está superando la inflación. El gasto con tarjetas subió un 13% interanual en abril y el gasto general con tarjeta por hogar fue un 23.7% más alto que antes de la pandemia.
Más estadounidenses también viajaban. Los visitantes procesados a través de los puntos de control de la Administración de Seguridad del Transporte eran un 15% menos que antes de la pandemia en comparación con un 40% menos hace un año. Destinos turísticos como Las Vegas están recibiendo visitantes y está repuntando el gasto.
La Fed ha estado subiendo las tasas de interés con la esperanza de poder frenar el “exceso” de demanda y desacelerar la inflación sin obligar necesariamente a la economía a contraerse, como lo ha hecho a menudo tras el endurecimiento del costo del crédito por parte del banco central.
La Fed está observando “cómo nuestras políticas comienzan a fluir. ¿Vemos que la demanda retrocede en espacios importantes?”, se preguntó el martes por la noche el presidente de la Fed de Atlanta, Raphael Bostic. Hasta ahora “no vemos eso. La demanda es súper fuerte”.
Sin embargo, Bostic dijo que la demanda también podría colapsar rápidamente a medida que las familias se ajustan a precios más altos, y también al ver su riqueza sacudida por lo que llamó cambios “increíblemente rápidos e increíblemente sólidos” en los mercados financieros en las últimas semanas tras la caída de bolsas y bonos.
Así como la solidez de los balances de los hogares y las empresas puede dificultar que la Fed influya en el comportamiento del gasto, la creciente exposición de los hogares a los mercados de inversión puede multiplicar el “efecto riqueza” de la política monetaria, ya que los valores más bajos de los activos provocan un menor consumo y una toma de decisiones más cauta.
“Cada vez existe más la idea de que los precios de los activos influyen directamente en el comportamiento del consumidor”, comentó Roger Aliaga-Diaz, economista jefe para las Américas del gigante de inversiones Vanguard, quien estimó que los billones de dólares de riqueza eliminados en las últimas semanas podrían ya representar un impacto de un punto porcentual en el crecimiento económico de Estados Unidos “Estoy seguro de que cuentan con ese impacto”, agregó.