Al término de cuatro años de presidencia de Donald Trump, el déficit comercial de Estados Unidos todavía no se ha cubierto, pero el multilateralismo económico que tanto defendía ese país se ha debilitado mucho y por bastante tiempo, según los expertos.
“La política comercial de Donald Trump trajo pocas ventajas tangibles para la economía estadounidense, al tiempo que socavó el sistema comercial multilateral, desestabilizando las alianzas con los socios comerciales de Estados Unidos y creando un clima de incertidumbre inédito”, explicó Eswar Prasad, profesor en Cornell University.
El déficit comercial crónico de Estados Unidos, que Donald Trump se había comprometido a reducir, aumentó bajo su presidencia, pues, aunque el que tiene con China -su blanco privilegiado- se redujo, las importaciones de México o Canadá se dispararon.
El aumento de aranceles “protegió a los productores estadounidenses”, según Gianluca Orefice, profesor en la universidad Paris-Dauphine. Pero también “aumentaron los costes de producción” en la industria, haciendo patente la dependencia que tiene Estados Unidos de los proveedores chinos.
Romper sin construir
Y aunque Donald Trump no alteró la estructura de la economía estadounidense, sí que perturbó, y de forma duradera, la diplomacia económica internacional.
“Su política fue muy perjudicial para Europa, para la Organización Mundial del Comercio (OMC), algo que será difícil de reparar”, señaló Edward Alden, experto en el Council on Foreign Relations.
“Donald Trump mostró que era capaz de romper, pero incapaz de construir”, confirmó Sébastien Jean, director del Centro de Estudios Prospectivos y de Informaciones Internacionales (CEPII). “Cuando uno ve lo que ha obtenido de China, le dan ganas de preguntarse: ‘¿Y todo esto para eso?’”.
La tregua acordada en enero en la guerra comercial entre ambas potencias deja sin solucionar los principales puntos de discordia, en torno a la propiedad intelectual y las transferencias forzadas de tecnología.
A base de “declaraciones erráticas” y de “decisiones unilaterales”, Estados Unidos parece ahora un “socio comercial poco digno de confianza”, según Eswar Prasad.
Esto llevó a algunos países a esquivar a Washington para cerrar acuerdos comerciales bilaterales y regionales.
Por ejemplo, en la zona Asia-Pacífico, donde China intenta captar a varios países en torno a un amplio acuerdo de libre comercio, después de que Estados Unidos se retirara en el 2017 de un gran pacto comercial en la región.
El presidente estadounidense, como el empresario que es, busca el “deal” (acuerdo) o una relación de fuerzas entre dos o tres partes, y no es muy amante de las complicadas negociaciones multipartitas.
Así, en sus relaciones con los europeos, Donald Trump ha ignorado a menudo a la Comisión Europea, encargada del comercio, prefiriendo criticar directamente a los automóviles alemanes o la tasa impuesta por Francia contra los grandes grupos de tecnología.
Relación de fuerzas
El resultado de cuatro años de esta política es el “debilitamiento del sistema comercial multilateral [...], encarnado por la OMC, que Estados Unidos contribuyó a poner en marcha” con la idea de establecer unas reglas de juego universales para los intercambios de bienes y servicios, consideró Eswar Prasad.
Sin embargo, a favor de Trump, Edward Alden reconoce el mérito de la “renegociación” del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) con Canadá y México, ahora llamado T-MEC.
Pascal Lamy, exdirector de la OMC, destacó los esfuerzos de Donald Trump para que se “popularizara” la necesidad de reformar la institución y forzar a China a aceptar “un endurecimiento de las reglas”. Sébastien Jean apunta, por su parte, que sus ataques violentos “modificaron la relación de fuerzas” con Pekín.
Bajo su influencia, “la propia Unión Europea cambió su enfoque”, como lo demuestra el ejemplo del gigante de las telecomunicaciones Huawei, vetado por Washington y ahora también por varios países europeos.
Para los europeos, una presidencia de Joe Biden, el rival demócrata de Trump, “significaría una vuelta a las relaciones más corteses”, según el instituto de reflexión europeo Bruegel.
Pero “las diferencias entre Trump y Biden sobre el comercio son menos importantes que en muchas otras cuestiones”, matizó Edward Alden.
Vicky Redwood, investigadora en Capital Economics, subrayó que la política de contención económica de China, que empezó durante el mandato de Barack Obama, genera consenso tanto entre demócratas como republicanos. Según ella, con Trump o sin él, “la guerra comercial era inevitable”.