La Administración Trump ha impuesto sanciones a un ritmo récord de cerca de tres veces al día durante el tiempo del presidente en el cargo: una serie de medidas dirigidas a empresas, individuos e incluso buques petroleros vinculados a Irán, Corea del Norte, China, Venezuela y Rusia.
El presidente electo, Joe Biden, promete una revisión total de las operaciones de sanciones, pero no esperen una desaceleración significativa durante su mandato.
Aproximadamente siete semanas antes de su inauguración, las elecciones de Biden para cargos de alta administración dejan en claro que las restricciones económicas a los países seguirán siendo una herramienta esencial, incluso si no les gusta todo sobre cómo Trump las usó.
Adewale “Wally” Adeyemo, elegido por Biden para ser el funcionario N° 2 en el Tesoro, planea revisar cómo opera la Unidad de Terrorismo e Inteligencia Financiera, o TFI por sus siglas en inglés, en el Tesoro, dijeron personas familiarizadas con el asunto. Esto incluye una evaluación de los programas actuales, la dotación de personal y los presupuestos, según las personas.
No obstante, la convicción de que las sanciones siguen siendo cruciales resaltan cuán centrales se han vuelto en la forma en que Estados Unidos lleva a cabo la política exterior, utilizando tanto su poder económico como su poder militar para obtener lo que quiere en el extranjero, incluso cuando los aliados cercanos no están de acuerdo. Y por mucho que Biden quiera distanciarse de las políticas de Trump, expertos y observadores dicen que es probable que mantenga el enfoque agresivo de Trump.
En su determinación por impulsar el enfoque “America First” (EE.UU. primero) ante las crisis geopolíticas, el equipo de Trump innovó en nuevas formas de coerción económica, combinando designaciones de sanciones comunes con aranceles, controles de exportación y sanciones secundarias para castigar a amigos y enemigos por igual.
“Han utilizado estas herramientas, aranceles, controles de exportación como un golpe tras golpe contra China y demás”, dijo Adam Smith, exasesor principal de la unidad de sanciones del Departamento del Tesoro y ahora socio de Gibson, Dunn & Crutcher.
Trump atacó a Turquía, aliado de la OTAN, por su detención de un pastor estadounidense y amenazó con castigar a Alemania por el gasoducto Nord Stream 2.
Ignorando la advertencia de que la economía de China era demasiado grande y estaba estrechamente entrelazada con la de EE.UU., Trump sancionó repetidamente a funcionarios y firmas chinas, incluidos 14 altos legisladores, el 7 de diciembre. Hizo caso omiso de advertencias que indicaban que sanciones unilaterales contra Irán serían ineficaces sin la ayuda de socios europeos, y que paralizarían la economía de ese país.
“Nunca habíamos visto a una Administración usar de manera tan creativa estas diversas herramientas de una manera aparentemente coordinada”, dijo Smith.
Exposición de la industria
“Lo que vemos son múltiples economías importantes que son objeto de sanciones”, dijo Justine Walker, jefe de sanciones y riesgos globales en la Asociación de Especialistas Certificados en Antilavado de Dinero. “La exposición de la industria es mucho mayor, y creo que es allí donde existe una posible preocupación”.
Críticos argumentan que la Administración Trump ha impuesto sanciones de manera demasiado directa e indiscriminada para todos y cada uno de los problemas de política exterior.
Además, la unidad de sanciones del Tesoro ha agotado el personal clave, comenzando desde arriba. La unidad no ha tenido subsecretario desde que Sigal Mandelker renunció en octubre del 2019.
Varios funcionarios también han abandonado la unidad durante el mandato de Trump, incluso cuando el uso de las medidas económicas ha aumentado en volumen y sofisticación. Adeyemo planea abordar los problemas de personal y considerar un aumento del presupuesto de la unidad, dijeron las personas, suponiendo que el Senado lo confirme.
En términos generales, el equipo entrante de Biden argumenta que si usa sanciones, lo hará en sintonía con otros, no en contra de ellos. Dos países de enfoque serán Rusia, donde la nueva Administración podría apuntar a oligarcas aliados con el presidente Vladimir Putin, y China, donde EE.UU., bajo Trump, ha impuesto sanciones por su cuenta en lugar de trabajar con otras naciones con intereses similares.