Son escasas las personas que conocen el significado del término neurodiversidad; sin embargo, con el apoyo de las redes sociales como Clubhouse, Twitter, TikTok, entre otros, han generado conocimiento en millones y sobre todo, los que padecen de ello pueden exponer sus diferencias neurológicas.
Gracias a la virtualidad generada por la pandemia del COVID-19, estos individuos han logrado encontrar comunidades o personas para dialogar sobre ello.
¿Qué es?
Para Lawrence Fang, director del proyecto de neurodiversidad de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), define a la neurodiversidad como “una forma de describir que los cerebros son diferentes, y como cualquiera ser humano, no será bueno en todo”.
Las personas neurodivergentes padecen de variaciones cognitivas como autismo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), dislexia o dispraxia.
En relación al TDAH, existen tres tipos principales y sus efectos pueden ser distintos en cualquier individuo. En la infancia es la etapa donde más se diagnostica, pero diversos adultos han experimentado este tipo de neurodivergencia.
Los individuos con neurodiversidad presentan experiencias variadas tales como:
- Sensibilidad
- Procesar información de manera diferente
- No leer expresiones faciales
- Dificultad para identificar números y palabras
Movimiento neurodivergente
En la década de 1990, existió un movimiento cuya finalidad era generar conocimiento sobre la neurodiversidad, y apoyar a las personas que padecían de una variación neurodivergente.
Actualmente, la neurodiversidad se ha identificado como un movimiento de justicia social y ha adquirido una mayor conciencia en cada humano.
Según el programa Neurodiversidad en el Trabajo de la Universidad de Stanford, entre el 15% y 20% de la población mundial se considera neurodiversa.
Dificultades en el diagnóstico
Pese al movimiento que ha generado mayor conocimiento, mayoría de personas no reciben el apoyo adecuado y luchan por ser diagnosticadas.
Rosie Thomas, de 33 años y reside en Berlín (Alemania), fue diagnosticada con TDAH en el 2020 durante la pandemia del COVID-19. Pese a ello, decidió ser tutora y brindar apoyo a otros individuos como ella.
“Durante tres décadas, literalmente pensé que era como una marciana total. Pensé que nadie más era como yo. Veía a mi psiquiatra, quien decía que todas estas cosas con las que estaba luchando eran síntomas de depresión. Sabía que no estaba deprimida y ahora sé que eran ejemplos de disfunción ejecutiva”, se expresó ante BBC.
La disfunción ejecutiva es el rango de dificultades cognitivas, emocionales y conductuales que ocurre en una persona posterior a una lesión de lóbulos frontales del cerebro.
Rosie cuenta que visualizó un video en TikTok de una usuaria quien padecía de TDAH y describía los mismos síntomas que sentía. Ante ello, realizó una búsqueda sobre este trastorno en mujeres adultas y su asombro fue grande cuando descubrió que los rasgos de carácter descritos eran similares a los suyos.
A partir de allí, se autodiagnosticó como una persona con TDAH.
Fang explica que para obtener un diagnóstico formal en relación a la neurodiversidad depende de la nación, y su costo económico puede ser elevado, por lo cual mayoría de las personas no acceden a ello. Sin embargo, el especialista recomienda recibir ayuda de un profesional para tener mayor seguridad.
La importancia de las redes sociales
Gran mayoría de individuos han recurrido a las redes sociales para encontrar un apoyo ante las diversas dificultades del servicio médico tradicional.
Lyric Holmans, de 35 años y procedente de Texas, padece de autismo e indica que lo descubrió gracias a las comunidades sociales de internet. Es más, precisa que en estos medios sociales facilita a los neurodivergentes encontrar otros usuarios con rasgos similares.
“Publicas una pregunta y luego los seguidores comienzan a interactuar entre sí, a compartir cosas y a ayudarse unos a otros a pedir ayuda”, sostiene.
Escasos diagnósticos en mujeres
Las féminas tienen pocas probabilidades de ser diagnosticadas como una neurodivergente, pues los médicos y profesionales de salud mental no logran identificar los rasgos o actitudes en las mujeres a comparación de los hombres, quienes presentan un comportamiento estereotípico y repetitivo.
Fang precisa que en su investigación halló más “camuflajes” por parte de las mujeres porque utilizan estrategias para esconder las características de una persona autista.