El BCE ha comprado casi 5 billones de euros de deuda pública y privada desde el 2015, todo ello con el objetivo de reavivar la inflación, que estuvo por debajo del objetivo del 2% del banco durante años tras la crisis de deuda del bloque. (Photo by Daniel ROLAND / AFP)
El BCE ha comprado casi 5 billones de euros de deuda pública y privada desde el 2015, todo ello con el objetivo de reavivar la inflación, que estuvo por debajo del objetivo del 2% del banco durante años tras la crisis de deuda del bloque. (Photo by Daniel ROLAND / AFP)

El Banco Central Europeo mantuvo el jueves sus planes de poner fin a su programa de estímulo en el tercer trimestre, pero no dio más pistas sobre su calendario, haciendo hincapié en las incertidumbres relacionadas con la guerra en Ucrania.

El tono no comprometido de su comunicado hizo que los rendimientos de los bonos de la zona del euro y la moneda única bajaran, ya que los mercados recortaron las expectativas sobre el alcance de las subidas de tipos más adelante este año.

Mantendremos la opcionalidad, el gradualismo y la flexibilidad en la conducción de nuestra política monetaria”, dijo la presidenta del BCE, Christine Lagarde, en una conferencia de prensa en línea, desde su casa, donde se recupera de una infección por coronavirus.

Lagarde dijo que la conclusión de las compras de activos podría llegar en cualquier momento del tercer trimestre e insistió en que no hay un calendario claro de cuándo empezarán a subir las tasas, añadiendo que podría ser semanas o incluso varios meses después del fin de los estímulos.

Nos ocuparemos de los tipos de interés cuando sea el momento”, insistió.

Entre los bancos centrales más cautelosos del mundo, el BCE va muy por detrás de casi todos los grandes bancos centrales, muchos de los cuales empezaron a subir las tasas el año pasado. Sólo en los dos últimos días, los bancos centrales de Canadá, Corea del Sur y Nueva Zelanda han aumentado el coste de los préstamos.

Por su parte, se espera que la Reserva Federal de Estados Unidos suba los tipos ocho veces o más en los próximos dos años, a la cabeza del endurecimiento de la política monetaria en todo el mundo.

Lagarde hizo hincapié en lo expuestas que están las 19 economías de la zona euro al conflicto de Ucrania, afirmando que ya está dañando la confianza y añadiendo más trastornos a las cadenas de suministro mundiales ya afectadas por la pandemia.

La evolución de la economía dependerá crucialmente de cómo evolucione el conflicto, del impacto de las sanciones actuales y de posibles medidas adicionales”, dijo.

En particular, se considera que cualquier medida de la Unión Europea para imponer un embargo a las importaciones de gas procedentes de Rusia podría sumir a Alemania y al resto de la zona en una recesión.

Los mercados monetarios recortaron las apuestas de subidas de tasas para valorar un endurecimiento de unos 60 puntos básicos a finales de año, frente a los 70 puntos básicos anteriores.

Dilema

El BCE ha comprado casi 5 billones de euros de deuda pública y privada desde el 2015, todo ello con el objetivo de reavivar la inflación, que estuvo por debajo del objetivo del 2% del banco durante años tras la crisis de deuda del bloque.

Sin embargo, la inflación se ha disparado inesperadamente en los últimos meses, dejando a los responsables políticos en un dilema al intentar conciliar dos fuerzas económicas opuestas.

Por un lado, la inflación se encuentra ya en un nivel récord del 7.5%, y se esperan nuevos aumentos. Por otro, la economía de la zona euro está estancada, en el mejor de los casos, y el impacto de la guerra está afectando a los hogares y las empresas de sus 19 países.

Antes de la reunión, un grupo de dirigentes del BCE de talante conservador en política monetaria, como los gobernadores de los bancos centrales de Alemania, Países Bajos, Austria y Bélgica, han defendido la necesidad de subir los tipos de interés, preocupados por la posibilidad de que la alta inflación se prolongue en exceso.

Además, las expectativas de inflación a largo plazo, un indicador clave de la credibilidad de la política monetaria, se han situado por encima del objetivo del 2% del BCE, aunque los salarios aún no han respondido a la subida de precios.

Los precios de la energía, impulsados por la guerra de Ucrania, están agotando el ahorro de los hogares y la incertidumbre de la guerra está frenando la inversión empresarial. Los bancos también están restringiendo el acceso al crédito, como hacen tradicionalmente durante las guerras, lo que podría agravar la recesión.

Por su parte, los partidarios de la política monetaria expansiva sostienen que la inflación es, en su mayor parte, el resultado de las perturbaciones externas en el suministro, por lo que la inflación se reducirá naturalmente con el tiempo.

De hecho, los altos precios de la energía tienden a ser deflacionarios a largo plazo porque frenan el crecimiento, por lo que existe el riesgo de que la inflación de la zona euro vuelva a ser demasiado baja.

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