Argentina es ya, con tan solo dos proyectos en producción, el cuarto mayor productor global de litio, pero se prepara para dar un salto de magnitud gracias al firme avance de otros proyectos en cartera y al “boom” de inversiones que atraviesa el sector.
Según datos oficiales, entre el 2020 y 2021 los anuncios de inversiones en minería de litio en Argentina treparon a US$ 3,382.5 millones.
La efervescencia en los enormes salares del noroeste de Argentina no se detiene: desde que inició el 2022, se registran de dos a tres anuncios semanales de diferentes empresas -mayoritariamente estadounidenses, australianas, canadienses y chinas- sobre nuevas campañas de exploración, expansión de proyectos, adquisiciones y más inversiones, incluyendo una por 380 millones de la china Zijin Mining para la construcción de una planta de carbonato de litio en el proyecto Tres Quebradas.
“Argentina ha pasado por una etapa de fuerte inversión en exploración en los últimos diez años, en los que se desarrolló una cartera de proyectos muy importante”, dijo el presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros, Franco Mignacco.
Mapa argentino del litio
De acuerdo con los datos más recientes del Servicio Geológico de Estados Unidos, Argentina es actualmente el cuarto mayor productor mundial de litio (detrás de Australia, Chile y China), el tercero en reservas (detrás de Chile y Australia) y el segundo en recursos (detrás de Bolivia).
Argentina tiene 38 proyectos de litio concentrados en tres provincias del noroeste (Jujuy, Salta y Catamarca), de los cuales dos están en producción, seis en construcción, dos en etapa de factibilidad, tres en prefactibilidad, cinco en evaluación económica preliminar y veinte en etapa de exploración avanzada.
Los dos proyectos en producción -Fénix, de la estadounidense Livent, y Olaroz, en el que están asociados la australiana Allkem, la japonesa Toyota Tsusho y la estatal provincial argentina Jemse- producen en conjunto unas 40,000 toneladas de carbonato de litio anuales, pero tienen en marcha planes para duplicar su capacidad productiva.
Además, se prevé que en el segundo semestre entre en producción el proyecto Cauchari-Olaroz, de Minera Exar (participada por la canadiense Lithium Americas, la china Ganfeng Lithium y Jemse), con una producción proyectada de 40,000 toneladas anuales.
Así, Argentina podría alcanzar una producción de 120,000 toneladas para el 2023-2024.
“Solamente con estos tres proyectos Argentina se pondría en el tercer lugar a nivel mundial y estaríamos muy cerca de poder pelear la segunda posición a Chile”, afirmó Mignacco, presidente de Exar.
Según cálculos oficiales, la actual cartera de proyectos en Argentina tiene un potencial productivo de 328,500 toneladas anuales de carbonato de litio.
Demanda alienta inversiones
Con una oferta mundial de litio limitada, la creciente demanda del “oro blanco” para la fabricación de baterías para autos eléctricos y otros dispositivos electrónicos no deja de impulsar los precios internacionales, que pasaron de US$ 9,000 por tonelada de carbonato de litio equivalente hace un año a rondar actualmente los US$ 75,000.
A estos valores, muchos proyectos en Argentina aumentan su viabilidad económica.
“Estamos viendo una demanda hacia adelante muy promisoria. Se calcula que hacia el 2040 se va a triplicar la demanda actual, lo cual acelera muchísimo todos los proyectos en cartera a nivel mundial, no solo en Argentina”, señaló Mignacco.
Según Jorge González, director de Promoción y Economía Minera del gobierno de Argentina, el país es más “competitivo” que otros porque sus salares permiten costes operativos menores a los de la extracción de litio a partir de pegmatitas -forma de producción que lidera Australia-.
“En este contexto positivo para el sector, el gobierno nacional ha realizado diversas gestiones para potenciar este efecto”, aseguró González, quien destacó el marco legal de incentivos a la minería en Argentina y otras acciones para potenciar las inversiones.
Para Mignacco, Argentina también tiene ventajas comparativas frente a Chile y Bolivia, los otros dos vértices del llamado “triángulo del litio” suramericano.
En Bolivia la extracción de litio está en manos del Estado, mientras que en Chile, que declaró al litio como recurso de valor estratégico, el Estado tiene potestad para exigir a las mineras que parte del proceso de agregado de valor a la materia prima extraída se realice en Chile.
“Argentina, al no haber tomado ninguna definición de estatizar, nacionalizar el recurso o declararlo estratégico, hoy tiene un flujo de inversiones de más de US$ 4,500 millones a US$ 5,000 millones en cartera de proyectos que los otros países no tienen”, apuntó Mignacco.