La ansiedad es un fenómeno que muchos de nosotros hemos experimentado, especialmente en momentos cruciales, como antes de una reunión de trabajo. Este sentimiento, a menudo incómodo y disruptivo, puede aparecer en los momentos más inoportunos. La reacción de lucha o huida, necesaria para nuestra supervivencia en tiempos antiguos, aún persiste, pero se manifiesta de maneras que pueden ser cotidianas y, a veces, abrumadoras. ¿Cómo podemos manejar esta ansiedad y presentarnos de la mejor manera posible en nuestras reuniones? Emily Durham, orientadora profesional y creadora de contenidos, comparte estrategias efectivas que pueden ayudarnos a vencer esos nervios.
La raíz de la ansiedad
Durham menciona que muchos de sus clientes experimentan ansiedad antes de entrevistas y reuniones, un sentimiento que ella misma ha enfrentado. “Tenía desodorante de manos de prescripción médica”, confiesa, reconociendo que le sudaban mucho las palmas al entrar en una sala de reuniones. Este tipo de ansiedad puede tener múltiples causas, pero a menudo se relaciona con el síndrome del impostor y con creencias profundamente arraigadas que nos hacen sentir que no merecemos estar en la sala o que nuestras opiniones no son válidas.
Este fenómeno no es nuevo, pero el regreso a la oficina tras largos períodos de trabajo remoto ha intensificado estos sentimientos para muchos. Según una encuesta de Deloitte, casi la mitad de los miembros de la generación Z se sienten ansiosos y estresados casi todo el tiempo en el trabajo. A menudo, esta ansiedad se manifiesta en la creencia de que lo que digamos será juzgado de manera más severa de lo que realmente es. En este contexto, la voz interior se convierte en nuestro peor crítico.
La presión de demostrar valor
Durham explica que hay una presión interna que nos impulsa a demostrar nuestro valor. “Tienes arraigada esa creencia fundamental de que necesitas demostrar tu valía para que te reciban bien”, afirma. Este tipo de pensamiento puede ser dañino y contraproducente. Aunque a menudo somos críticos con nosotros mismos, es probable que no apliquemos los mismos estándares a nuestros compañeros de trabajo. Este desajuste entre cómo nos tratamos a nosotros mismos y cómo tratamos a los demás es clave para entender nuestra ansiedad.
Particularmente, este fenómeno afecta a las mujeres y a otros grupos marginados, quienes pueden sentirse menospreciados o temerosos de ser percibidos como agresivos al expresar sus opiniones. Esto crea un ambiente donde las mujeres pueden dudar de sí mismas y evitar participar en conversaciones importantes, perpetuando un ciclo de auto-duda.
Estrategias para vencer la ansiedad
1. Permiso para errar
Una de las primeras recomendaciones de Durham es darse permiso para cometer errores. Al aceptar que es normal tropezar y que la gente tiende a estar más enfocada en sí misma que en nosotros, podemos liberar algo de esa presión. “La gente no te presta tanta atención como crees”, dice Durham. Este simple cambio de perspectiva puede ser liberador.
2. La importancia de la confianza
Estudios han demostrado que la confianza en uno mismo puede confundirse con la inteligencia en el trabajo. Un profesor de la Harvard Business School sugiere “poses de poder” que pueden ayudar a reforzar la confianza. Durham enfatiza que se trata de tomar la decisión de levantarse cada día y escoger mostrar confianza, incluso si no la sentimos completamente.
3. Pequeños momentos de valentía
Durham sugiere que una forma efectiva de desarrollar confianza es exponerse a situaciones incómodas en la vida diaria. “Ten pequeños momentos de valentía”, aconseja. Esto puede ser tan simple como hacer un cumplido a un extraño o entablar conversación con un colega. Estos pequeños actos pueden ayudar a romper el ciclo negativo de pensamientos ansiosos.
4. Elogiar a los demás
Elogiar a otros no solo mejora su estado de ánimo, sino que también refuerza nuestra propia confianza. Al hacer que los demás se sientan bien, también alimentamos nuestro sentido de valía y autoridad.
5. Reconocer la baja probabilidad de un mal resultado
Finalmente, es crucial recordar que no es probable que las cosas salgan mal. “No tienes que preocuparte por si vas a decir algo fuera de lugar”, explica Durham. Este tipo de autocrítica rara vez está justificada y solo sirve para alimentar la ansiedad.