Como los pingüinos y el casquete de hielo derritiéndose, el hábitat natural de los inversionistas está cambiando. Típicamente, la inflación es mala noticia para los activos convencionales como bonos y acciones, porque reduce el valor presente de cupones y ganancias futuras. Pero luego de una década de crecimiento desacelerado e inflación perezosa, es allí donde han aparcado buena parte de sus millones.