Si bien el Perú es de lejos el principal productor mundial de harina y aceite de pescado, paradójicamente en Sudamérica está entre los países más atrasados en el desarrollo de inversiones formales destinadas al consumo humano directo, como la acuicultura.
Según cifras del Ministerio de la Producción, en el país existen 13,466 unidades productivas acuícolas, pero de las cuales solo el 53.7% se encuentran formalizadas, es decir la informalidad alcanza al 46.3%.
Además, según el Comité de Pesca de la SNI., la acuicultura en el Perú tiene un desarrollo aún incipiente, pues sus exportaciones anuales en promedio alcanzan los US$400 millones, de un total de US$1,600 millones que comprende la industria pesquera de consumo humano directo.
Sin embargo, refiere, solo la acuicultura en países vecinos, como Chile y Ecuador, genera envíos al exterior por más de US$5,500 millones al año.
Aprueban política nacional para el sector
En ese contexto, este jueves el Ministerio de la Producción aprobó la Política Nacional de Acuicultura al 2030, cuyos alcances y lineamientos dio a conocer a Gestión la viceministra de Pesca, Úrsula León.
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La funcionaria, que tiene a su cargo implementar dicha política, de la mano de otros sectores involucrados, señaló que la misma se elaboró con diversos objetivos, uno de ellos asegurar la inocuidad de la producción nacional acuícola, con miras a la seguridad alimentaria.
Además, se busca incrementar la participación de la producción de las empresas del ramo en el mercado local e internacional, es decir, aumentar sus exportaciones, y ayudar a avanzar en su formalización.
La viceministra refirió que esa política se empezó a elaborar hace siete años, para tratar de enfrentar otros problemas que el ministerio ha identificado en esa actividad, como son la limitada competitividad de la cadena de valor acuícola, su poco acceso a la tecnología y mercados.
En esas condiciones, un 74% de microempresas acuícolas accede únicamente a su mercado regional o comunidades del entorno, pero no así al mercado nacional, y menos al internacional.
En cambio, refirió, apenas un 2%, que abarca a acuicultores de la mediana y gran empresa, tiene mayor capacidad de cultivo y cosecha de recursos hidrobiológicos, mejor tecnología (y accede a la exportación).
¿Dónde se concentra la actividad acuícola?
La actividad acuícola en el país se distribuye a lo largo del territorio, con mayor énfasis en algunas zonas. Así, en la costa predominan los cultivos de langostinos, especialmente en Tumbes y Piura, y concha de abanico en Áncash e Ica.
En la sierra, predomina el cultivo de trucha, que se concentra en los departamentos de Junín y Puno; y en la selva destaca el cultivo de peces amazónicos (paiche, gamitana, paco y boquichico), principalmente en Ucayali, San Martín y Loreto; y la tilapia, principalmente concentrada en San Martín.
La viceministra indicó que, para ayudar a desarrollar esa industria, su sector implementará la política antes mencionada a través de diversos planes de desarrollo, entre los que, por ejemplo, está el crear una marca sostenible para los productores acuícolas.
¿Qué permitirá el contar con una marca?
Esa marca permitiría a los consumidores identificar en el mercado nacional e internacional, que determinado producto elaborado en el Perú cumple las condiciones de una acuicultura sostenible y que se elaboró en condiciones sanitarias adecuadas, dijo.
De esa forma, refirió que todos los que quieran obtener esa marca deberán cumplir determinados requisitos, con lo cual podrán tener una producción certificada.
En esa línea, si bien cada país tiene sus propias reglas de acceso a productos alimenticios, el hecho de que el gobierno peruano los certifique permitirá facilitar el ingreso de la producción acuícola peruana a mercados del exterior.
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En tal sentido, León indicó que una de las metas de esta política es que los acuicultores peruanos puedan incrementar en más del 100% sus exportaciones al año 2030, y que incrementen su participación en América Latina en más del 50%.
En cuanto al problema de la informalidad que afecta a esa actividad, la autoridad refirió que un esquema que puede incentivar su formalización es la reciente aprobación de la norma que otorga incentivos tributarios para la acuicultura. Ella permite a los empresarios del ramo hacer inversiones sin tener una presión tributaria desde el inicio.
“Cuando la presión tributaria es muy alta desincentiva porque es una actividad costosa. Por eso hay tanta informalidad; los pequeños es difícil que quieran formalizarse por los altos costos que podría incurrir a la hora de formalizar su actividad”, anotó.