Los medios estatales no han tratado de ocultar el hecho de que miles de millones de dólares en fondos de inversores globales se han ido de China en las últimas semanas. Han atribuido las salidas (US$ 11,500 millones desde principios de marzo) a la volatilidad de los mercados mundiales, una Reserva Federal agresiva y el impacto de la invasión rusa a Ucrania en las cadenas de suministro mundiales. Una publicación del gobierno minimizó la gravedad de la situación y especuló que el dinero extranjero pronto regresará.
De hecho, los mercados de China han experimentado períodos breves de salidas de capital en los últimos años solo para ver cómo se revierten rápidamente, generalmente en dos meses.
Los mercados locales han sido principalmente una apuesta segura desde la inclusión de muchos valores negociados en China continental en varios índices globales, como el índice de mercados emergentes insignia de MSCI, desde el 2018. Se han introducido flujos de decenas de miles de millones de dólares en los mercados de China cada año desde entonces.
En ese tiempo se han producido salidas ocasionales, una en el 2019 y dos en el 2020. Durante el episodio más grave, en julio del 2020, se drenaron unos US$ 12,000 millones antes de que se reanudaran las entradas netas dos meses y medio después.
Esta vez, sin embargo, los inversores extranjeros dicen que problemas estructurales más profundos están minando los mercados chinos.
Las salidas han sido más violentas. Y han ido acompañadas de una venta global de valores chinos. El índice tecnológico Hang Seng, que recoge muchos de los mayores grupos tecnológicos chinos que cotizan en Hong Kong, ha bajado un 45% respecto a hace un año. El índice NASDAQ Golden Dragon China, que incluye empresas similares que cotizan en Estados Unidos, ha caído un 58% en el mismo periodo.
“Es poco probable que se produzca un rebote fácilmente hasta que los inversores vean que las fuerzas estructurales vuelven a cambiar”, dice Kevin Lai de Daiwa Capital Markets, un corredor.
A pesar de los informes de los medios de comunicación estatales, las salidas no parecen estar estrechamente relacionadas con el endurecimiento de la Fed. Incluso cuando el capital ha salido de China, ha seguido fluyendo hacia otros mercados emergentes, lo que sugiere que no hay una escasez general de liquidez, según el Instituto de Finanzas Internacionales, un grupo del sector.
En cambio, los inversores apuntan a factores específicos de China. La intromisión del Estado en el sector privado y en las empresas tecnológicas se ha convertido, por supuesto, en algo habitual. Otra preocupación es que el apoyo de Xi Jinping a Rusia pueda dar lugar a sanciones a las empresas chinas. La guerra también ha provocado un aumento de la preocupación por Taiwán, que China reclama como propio y ha prometido recuperar por cualquier medio.
El temor a una invasión china ha llevado por primera vez a algunos inversores a añadir el riesgo geopolítico a sus marcos de evaluación de sus inversiones en China. La prima de riesgo que los inversores consideran aceptable para mantener activos chinos está aumentando, lo que empuja a algunos a reducir sus asignaciones. Cuanto más se prolongue la guerra en Ucrania, más podría aumentar la prima.
Además, el debilitamiento del control de China sobre ómicron, la variante altamente transmisible del COVID-19, está ensombreciendo las perspectivas económicas. La respuesta al empeoramiento del brote en Shanghai, sede de muchos ejecutivos extranjeros, se ha convertido en una vergüenza para el gobierno local.
Los vuelos internacionales han sido desviados de la metrópoli. Se está aplicando un caótico cierre de distritos. Las puertas de las comunidades residenciales están siendo soldadas para evitar que los habitantes salgan. La situación, en la ciudad más desarrollada de China, y tras dos años de pandemia, revela la falta de estrategia de Xi para salir de la crisis
Para peor, el mercado inmobiliario que sufrió fuertes golpes en el 2021 parece no recuperarse. También ha seguido tambaleándose. El 22 de marzo, Evergrande, un promotor con problemas, dijo que los bancos chinos habían reclamado US$ 2,000 millones de su efectivo, otra mala señal para los acreedores extranjeros que esperan recuperar sus inversiones.
La liquidación del mercado ha empujado a los funcionarios a la acción. El comité de desarrollo y estabilidad financiera (FSDC), presidido por Liu He, un importante asesor económico, encabeza un intento de recuperar la confianza de los inversores. A partir del 16 de marzo, Liu y la FSDC prometieron aumentar el crecimiento de los préstamos y presionar a los fondos estatales para que compren más acciones.
Los dirigentes chinos apoyarán la cotización de las empresas en Estados Unidos y suavizarán sus medidas contra las empresas tecnológicas. Las políticas del mercado de la vivienda serán más flexibles. Y el gobierno también se está preparando para hacer frente al brote de ómicron con kits de autodiagnóstico y la píldora Paxlovid de Pfizer, que ayuda a proteger a las personas infectadas contra la enfermedad grave.
Liu espera comunicar mejor los planes económicos de China al mercado en el futuro. Pero lo importante, dice Laura Wang de Morgan Stanley, un banco, es qué tan rápido las autoridades pueden ejecutar sus promesas. Se necesitará más que hablar para detener las salidas.