Durante octubre los principales activos de riesgo (en particular, las acciones) han recuperado buena parte de lo perdido durante la corrección de setiembre. Esto se dio incluso con la aparición de data de actividad económica que sugería una desaceleración en la recuperación de la economía global. ¿Qué impulsó este movimiento? Todo indica que los inversionistas han interiorizado las implicancias de la creciente posibilidad de una “Ola Azul” en las próximas elecciones presidenciales y congresales en EE. UU.; es decir, un escenario en el que el control de la Presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes pase a manos del Partido Demócrata.
La medida de más rápido impacto de una Ola Azul sería la preservación de una política fiscal extremadamente expansiva. Dado el severo golpe propinado a la economía estadounidense por las medidas de distanciamiento social para contener el brote del COVID-19, tanto el estímulo monetario como el estímulo fiscal han sido claves para mitigar el impacto y sobrellevar el trance este año. Sin embargo, mientras la Reserva Federal mantendrá laxa la postura de política monetaria, el entrampamiento entre Demócratas y Republicanos en las últimas semanas hizo crecer la posibilidad de que el necesario estímulo fiscal no se renueve. Teniendo en cuenta que la propuesta original del Partido Demócrata para renovar el estímulo fiscal era considerablemente mayor a la del Partido Republicano (US$ 3 trillones vs US$ 0.5 trillones), una Ola Azul aseguraría un entorno más propicio en el corto plazo para la recuperación de la economía estadounidense. Conforme la ventaja de Joe Biden sobre Donald Trump ha ido creciendo en las encuestas (actualmente ya es de doble dígito), este escenario se ha ido reflejando en la performance de los mercados financieros.
No obstante, se debe tener en cuenta que a mediano y largo plazo el efecto de una Ola Azul sobre las acciones no será necesariamente positivo. Si bien el impulso fiscal sería mayor, el beneficio para la renta variable se vería contrarrestado por la reforma tributaria que propone la plataforma de Biden. La reversión del recorte al impuesto a las corporaciones aprobado durante el gobierno de Trump y el mayor gravamen a las utilidades provenientes del extranjero serán el contrapeso a la asistencia fiscal, lo cual hace ambiguo el efecto de largo plazo. Dicho esto, la amplia brecha negativa de producto hace indispensable un estímulo fiscal robusto para no descarrilar la recuperación de la economía, por lo cual nosotros recomendamos sobre ponderar la renta variable en portafolios balanceados. Con respecto a sectores y factores, una Ola Azul favorecería acciones de sectores cíclicos y relacionadas al factor value (empresas con bajas valorizaciones de acuerdo al ratio precio/valor contable). La renovación del estímulo fiscal beneficiaría más rápidamente a sectores con mayor sensibilidad al ciclo económico; por otro lado, el aumento en el déficit fiscal impulsaría moderadamente las tasas de interés de largo plazo al alza, ante lo cual las empresas de baja valorización relativa están adecuadamente protegidas. Por esta razón, empezamos a darle un sesgo cíclico a nuestra estrategia de inversión en acciones.
En renta fija, el próximo año la combinación de política fiscal y monetaria notablemente laxa en un contexto de expansión económica haría más probable el alza de las expectativas inflacionarias. Por lo tanto, los bonos del Tesoro Americano indexados a inflación se presentan como una mejor alternativa que los bonos nominales, cuyas tasas históricamente bajas los vuelven particularmente vulnerables. En ese sentido, nuestra estrategia de renta fija actualmente sub pondera la renta fija soberana de EE. UU. Finalmente, el dólar, al ser una moneda típicamente contra cíclica, seguiría viéndose presionado a la baja en un contexto de recuperación global. Asimismo, al ser un activo refugio, la expectativa de que un gobierno de Biden reduzca las tensiones geopolíticas también perjudica las perspectivas del dólar.
Opinión
Jorge Beingolea, Vicepresidente de Soluciones de Portafolio de Credicorp Capital Asset Management
Nuestra estrategia global da preferencia a la renta variable sobre la renta fija. Si bien existe el riesgo de que la recuperación de la actividad económica se vea obstaculizada en el corto plazo por brotes adicionales de COVID-19 y factores geopolíticos, esperamos que la poca voluntad por reestablecer cuarentenas drásticas y el entorno de política monetaria y fiscal expansiva predomine e impulse la performance de la renta variable a mediano plazo. Por la misma razón, y tomando en cuenta el nivel de tasas de interés históricamente bajo, creemos que las perspectivas para los bonos soberanos de EE. UU. son poco atractivas, lo cual explica nuestro posicionamiento recomendado.