El temor de los inversores a que la recuperación de la economía global y la continuidad de las políticas monetarias expansivas aviven la inflación se ha traducido ya en una subida de los intereses exigidos a la deuda pública, tanto en Estados Unidos como en Europa.
La mejora de las perspectivas económicas por el inicio de los procesos de vacunación contra el coronavirus ha aumentado el apetito por el riesgo de los inversores, que se desprenden de los bonos soberanos en busca de mayores rendimientos.
Esta menor demanda hace que los precios de los bonos caigan -a pesar de las compras de los bancos centrales- y que su rentabilidad -el interés exigido por los inversores para comprarlos- suba, ya que estas dos variables se mueven en sentido inverso.
En paralelo, el previsible repunte de la inflación -por la recuperación económica, los planes de estímulo y los bajos tipos de interés- lleva a los inversores a exigir un interés mayor para comprar deuda pública.
Inicialmente, la subida de las rentabilidades se apreció en el mercado secundario, pero se puede trasladar al mercado primario, lo que elevaría los costes de financiación de los estados y las empresas, un aspecto clave ya que la crisis del coronavirus ha engordado su endeudamiento.
En Estados Unidos, la rentabilidad del bono a diez años ha superado el 1.3%, el nivel más alto en un año.
En Alemania, el interés exigido al bono a diez años también ha subido (se ha hecho menos negativo) y ronda el -0.35%, la cota más alta desde junio. Además, el Tesoro alemán ha emitido hoy bonos a treinta años y, por primera vez desde marzo, los ha colocado con una rentabilidad positiva.
En el caso de España, la rentabilidad del bono a diez años ha superado el 0.3%, el nivel más alto desde setiembre.
“Los inversores consideran que la recuperación mundial, impulsada por los estímulos y el progreso en las vacunaciones, traerá consigo un aumento de la inflación”, explica Sergio Ávila, de IG.
En la misma línea, José Lizán, gestor de Magnum Sicav en Solventis, apunta que los inversores esperan un repunte de la inflación, lo que “presiona al alza” las curvas de tipos.
Entre las causas de esa mayor inflación, Lizán señala la reactivación de las economías emergentes, sobre todo de Asia, que son “grandes demandantes de materias primas”, lo que eleva su precio.
Además, añade Lizán, “los bancos centrales ya alertaron de que dejarían correr la inflación por encima de 2%”.
Según Fátima Herranz, analista de Singular Bank, la evolución en los mercados de deuda refleja también “la preferencia de los inversores por reducir su exposición a la renta fija en una coyuntura marcada por la mejora de las perspectivas económicas”.
En su opinión, “el apetito por activos de mayor riesgo” se traduce en un repunte de la rentabilidad de los bonos soberanos, una tendencia más acusada en los vencimientos a más largo plazo.
Sara Carbonell, directora general de CMC Markets, plantea dos posibilidades a partir de ahora: una “oleada” de ventas de bonos, lo que podría llevar incluso a “una especie de estallido de una burbuja”; o un movimiento de los inversores desde la renta variable a la renta fija si se dispara su rentabilidad.
“En el corto plazo tendríamos que preocuparnos del impacto que puede tener en la renta variable. También debemos preocuparnos de si hay una oleada de ventas porque puede haber un colapso en el mercado de bonos”, explica.