El aumento de las tensiones comerciales mundiales se está transformando en un conflicto que se combate con devaluaciones monetarias que históricamente han demostrado ser aún más importantes que los aranceles en términos del efecto que pueden tener en el crecimiento económico y los mercados financieros. Si esta tendencia continúa, el impacto final probablemente será negativo para las valoraciones de los activos.
Este cambio, que busca obtener competitividad en las exportaciones, es importante para los inversionistas, en parte, porque aumentará la volatilidad de los tipos de cambio, haciendo que los retornos esperados de las inversiones globales sean menos predecibles.
Estas devaluaciones también podrían aumentar el déficit comercial de Estados Unidos en lugar de reducirlo como lo desea el presidente Donald Trump. Ahora no se puede descartar que EE.UU. tome medidas para debilitar el dólar, lo que llevaría a otra ronda de depreciaciones de divisas.
El índice MSCI de monedas de mercados emergentes ha caído cerca de 6% desde inicios de abril, liderado por los descensos del peso argentino, el real brasileño y la lira turca. Entre los mercados desarrollados, las monedas de Nueva Zelanda, el Reino Unido y la zona euro han sido las que más se han debilitado, con caídas de al menos un 4.90%. El Bloomberg Dollar Spot Index, mientras tanto, ha subido 4.44%.
El debilitado peso argentino, que se encuentra en un mínimo histórico, mejorará la capacidad de Argentina para competir con las empresas exportadoras estadounidenses tras la imposición de aranceles chinos a las importaciones agrícolas provenientes de EE.UU.
El 28 de junio, la rupia india cayó al nivel más bajo que haya registrado, lo que la convirtió en la moneda asiática de peor desempeño en el primer semestre del 2018.
La debilidad de la rupia, que se debió, en parte, al esperado aumento del déficit comercial de mercancías debido a los mayores precios de las importaciones de petróleo, aumentará la competitividad de los productos manufacturados de la India en los mercados mundiales.
Entre los bancos centrales de los países desarrollados, Bloomberg News informó el 29 de junio que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, advirtió a los líderes de la UE que los efectos adversos de los aranceles comerciales en la economía mundial habían sido subestimados. Si Draghi realmente cree eso, entonces el BCE podría retrasar el aumento de las tasas de interés hasta al menos mediados del 2019, lo que debilitaría aún más al euro.
El Banco de Japón no muestra signos de estar listo para ajustar la política monetaria, lo que sugiere que el yen probablemente continuará debilitándose después de caer un 4% frente al dólar el trimestre pasado.
Entre otras cosas, eso podría aumentar las exportaciones de automóviles del país a EE.UU. y ampliar el déficit comercial de EE.UU. con Japón. Los fabricantes japoneses exportaron un 10% más de vehículos a EE.UU. en el primer trimestre del 2018 en comparación con el mismo período del año anterior.
Teniendo en cuenta estos hechos, probablemente no sea una sorpresa que Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, tomara la medida inusual de instar a la Reserva Federal a proceder despacio en el aumento de las tasas de interés. Un endurecimiento demasiado abrupto de la política monetaria podría provocar una mayor apreciación del dólar, amenazando las exportaciones y los empleos estadunidenses.
Las devaluaciones de monedas de represalia se han intentado antes y siempre han terminado mal para los mercados internacionales. En septiembre de 1931, en plena depresión, la libra esterlina, la moneda internacional dominante en ese momento, abandonó el patrón oro, devaluándose en la práctica. Al final del año, varios países habían hecho lo mismo porque no podían ceder la ventaja comercial a los productos británicos.
Las devaluaciones repetitivas persistieron en 1933 cuando Franklin D. Roosevelt, al convertirse en presidente de EE.UU. en marzo de ese año, ordenó que todas las monedas de oro fueran entregadas a cambio de otras monedas, lo que esencialmente fue un incumplimiento de las obligaciones soberanas estadounidenses. EE.UU. abandonó el patrón oro en junio, completando el proceso de devaluación.
Mientras que los diversos bancos centrales esperaban que la expansión monetaria resultante impulsara los mercados globales, la depresión continuó hasta el final de la década ya que las devaluaciones aumentaron la incertidumbre para los inversionistas y la volatilidad en los mercados financieros.
En septiembre de 1985, el “Acuerdo Plaza” obligó a Japón a dejar que se apreciara el yen para que EE.UU. pudiera reducir su déficit de pagos externos. La política del Banco de Japón causó una burbuja especulativa en los mercados japoneses que terminó en la crisis de comienzos de la década de 1990. El índice Nikkei 225 todavía no ha vuelto a su nivel máximo de 38,916 en que se encontraba a fines de 1989.
Aunque los inversionistas a corto plazo podrían beneficiarse de un impulso temporal para los mercados producto de las devaluaciones --como lo hicieron los inversionistas en Japón a fines de la década de 1980-- el efecto a largo plazo será una mayor volatilidad y precios más bajos.
Por Komal Sri-Kumar
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg y sus dueños.