Por Marina Mazzucato, directora fundadora del Instituto de innovación y propósito público de University College London
No hay una solución inmediata para enfrentar la doble crisis del COVID-19 y la emergencia climática. Los gobiernos tienen la ventaja sobre la industria privada por primera vez en una generación, lo que significa que pueden intervenir con una serie de políticas, no solo para estimular la economía sino también para transformarla radicalmente.
No podemos volver a un enfoque del gasto público basado en la austeridad, que analiza cuánto dinero está disponible, determinado por concepciones defectuosas de los presupuestos públicos, y luego qué tan escasamente necesita distribuirse.
El crecimiento económico en una dirección verde genera empleos, mejora el nivel de vida y crea la capacidad de recuperación vital que necesitaremos para enfrentar la inminente emergencia climática.
Los gobiernos deberían centrarse en condiciones inteligentes que aseguren estrategias que reduzcan las emisiones de carbono y al mismo tiempo inviertan en los trabajadores.
Un área de política sobre la que hemos estado escribiendo en el Instituto de innovación y propósito público son las condiciones asociadas a la asistencia gubernamental por COVID-19.
Es importante resistirse simplemente a repartir dinero, particularmente a industrias altamente contaminantes o compañías que tratan mal al personal.
Los mercados no encontrarán una dirección verde por sí solos; requieren una política clara y una inversión temprana del sector público que acoja los riesgos.
El financiamiento público moviliza el financiamiento privado y da una clara indicación a la comunidad empresarial del camino hacia la nueva economía: hacia un enfoque de partes interesadas, no el enfoque de accionistas al centro del capitalismo.