Uriel Torres, biólogo de profesión, inició hace unos años un negocio de crianza de pollos. Pero se enfrentó con el desafío del alto costo del alimento balanceado tradicional.
Frente a ello, investigó sobre alimentos alternativos usados en otros países. Así, se encontró con el procesamiento de larvas de insectos para producir la harina que servirá de alimento para aves, peces, cerdos, entre otros. “El ahorro de costos en alimentos puede ser de entre 30% y 70%”, subraya Torres.
Al ver el potencial de este producto, a fines del 2021 desarrolló su propia planta de producción, Kawát, ubicada en Nueva Cajamarca (San Martín), para lo cual requirió de una inversión de S/ 50,000.
Escogió esta zona, pues allí se encuentra en abundancia la mosca soldado negra (llamada Kawát), que tiene un alto valor nutritivo al ser procesada cuando se encuentra en su fase de larva.
¿Cómo es el proceso de producción? En la primera etapa se tiene un criadero de larvas de la mosca. Para alimentarlas usa residuos orgánicos como cáscaras de plátano, mangos, paltas, entre otros.
Tras doce días de alimentación, las larvas ya están listas para ser trituradas y convertirse en harina. “Nuestra planta procesa alrededor de un millón de larvas al mes, lo cual genera cada semana unos 200 kilos de proteínas de insectos”, refiere Torres, que este año recibió el reconocimiento ‘Perumin Inspira’ en la última Convención Minera.
Por ahora, las ventas la realiza en varias ciudades de San Martín, pero uno de sus planes a corto plazo es dar el salto a Lima. “Queremos lanzar también nuestro producto en veterinarias, zoocriaderos, y que también lo usen las familias que tienen en casa animales exóticos”, agrega.
Torres refiere que en el Perú pocas compañías tienen un sistema de producción similares a Kawát. “Hay una empresa de langostinos en Tumbes que para alimentarlos también utiliza insectos”, indica.
Al respecto, Sandor Lukacs, profesor de programas de sostenibilidad en ESAN Graduate School of Business, explica este sistema de producción a base de insectos es una corriente que crece en el mundo, sobre todo en Japón y el sudoeste asiático. Se usan diversos insectos y animales como abejas, orugas, avispas, hormigas, moscas, entre otros.
“Son varios los beneficios: hay un enfoque de sostenibilidad al aprovecharse los materiales descartables de las frutas, en lugar de usar más soya y maíz para elaborar el alimento balaceado; hay un ahorro de costos, pues estas larvas crecen muy rápido, y tienen buena calidad nutritiva”, aseguró respecto a la apuesta Kawát.
¿Alimento directo para humanos?
Sandor Lukacs asegura que en el mundo el procesamiento de insectos no solo se da para alimentar animales, sino también directamente a las personas.
Detalla que esta industria a nivel global -de producción tanto para animales como personas- pasará de US$ 400 millones en el 2018 a un estimado de US$ 1,181 millones en el 2023.
Para la alimentación directa de humanos se tiene que romper la barrera psicológica. “Hay harinas a base a insectos que no tienen sabor, para así romper la resistencia; puede ser un buen complemento nutricional, a bajo costo, y podría ayudar a los programas estatales de alimentación”, anotó Lukacs.
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