Un nuevo ciclo está comenzando en el ecosistema de startups en el Perú. Queda atrás los días de rondas “relámpago” y grandes cheques; ahora el horizonte apunta a una estrategia más calculada, con protagonistas que recién llegan al juego. (Foto: AFP)
Un nuevo ciclo está comenzando en el ecosistema de startups en el Perú. Queda atrás los días de rondas “relámpago” y grandes cheques; ahora el horizonte apunta a una estrategia más calculada, con protagonistas que recién llegan al juego. (Foto: AFP)

(G de Gestión) La experiencia local e internacional de inyectarle financiamiento a una startup ha dejado de ser sinónimo de rentabilidad asegurada. Aunque WeWork podría ser el caso más emblemático a escala global, el Perú tiene sus propias historias. Favo, el supermercado online que debutó en el 2019 con un capital semilla de US$ 35 millones, cerró sus puertas este año por “falta de nuevas inversiones”. MegaBite, enfocada en dark kitchens, no tuvo mejor suerte: en dos años pasó de anunciar su expansión a México tras levantar más de US$ 2 millones a irse definitivamente en junio pasado.