(G de Gestión) La experiencia local e internacional de inyectarle financiamiento a una startup ha dejado de ser sinónimo de rentabilidad asegurada. Aunque WeWork podría ser el caso más emblemático a escala global, el Perú tiene sus propias historias. Favo, el supermercado online que debutó en el 2019 con un capital semilla de US$ 35 millones, cerró sus puertas este año por “falta de nuevas inversiones”. MegaBite, enfocada en dark kitchens, no tuvo mejor suerte: en dos años pasó de anunciar su expansión a México tras levantar más de US$ 2 millones a irse definitivamente en junio pasado.
“Y la probabilidad de que hasta diciembre se anuncien un par más de cierres de startups locales existe”, advierte Joseph Luján, venture partner en Colaborativo VC. Según explica, las startups peruanas están tardando hasta cinco años en encontrar su modelo de negocio ideal. Lo deseable, dice, sería lograrlo en tres años, como ocurre en Colombia. “Hay pocas startups de las que nos sentimos seguros de llevar ante un comité de inversión. Por eso se necesita más trabajo desde las etapas tempranas”, señala.
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Hoy los inversionistas buscan emprendimientos con el potencial de multiplicarse por diez en tamaño y alcance tras recibir financiamiento. “Eso implica tasas de crecimiento aceleradas, mercados grandes por conquistar, tecnologías innovadoras y equipos muy motivados”, sintetiza Martín Aspillaga, CEO de Salkantay Ventures, el fondo que participó en junio en la ronda semilla de la startup de cobranza Moonflow, en la que levantó US$ 1,74 millones.
Ya no se hacen evaluaciones rápidas. Incluso si hubiera más liquidez en el mercado, como se proyecta para el 2025, los ángeles y fondos de Venture Capital están solicitando montos claros en ingresos, usuarios activos y metas de conversión para dentro de seis meses, y preguntan cuándo tendrán un flujo verde de caja. “Si la startup cumple con los hitos que ha prometido, el inversionista hace el desembolso”, precisa José García Herz, presidente de la Asociación Peruana de Capital Semilla y Emprendedor (Pecap).
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A velocidad segura
Así, un nuevo ciclo está comenzando en el ecosistema de startups en el Perú. Quedó atrás los días de rondas “relámpago” y grandes cheques; ahora el horizonte apunta a una estrategia más calculada, con protagonistas que recién llegan al juego, que promete llevar al mercado hacia su fase de madurez. La visión: tener en seis años al menos un par de Crehanas.
Hasta junio, las startups en el Perú recibieron US$ 22,8 millones en capital de riesgo y se podría cerrar el año con unos US$ 50 millones. No se registraron rondas superiores a los US$ 10 millones —la última fue en el 2023, según Luján— y, en promedio, han sido de entre US$ 1 millón y US$ 3 millones, impulsadas principalmente por nuevos jugadores: los microfounders, que se caracterizan, al menos en el Perú, por sus tickets de inversión que oscilan entre los US$ 20,000 y los US$ 30,000 en proyectos en fase presemilla.
Muchos de los microfondos que operan en el país están liderados por exfundadores de startups, tendencia que se mantendrá activa. Tal es el caso de ADN.VC, cuyo socio Nicolas Di Pace dirigió Culqi, o de EMA Ventures, de Gaby Vera, quien fundó InstaFit. “Varios fondos independientes que están levantando dinero de inversionistas locales y extranjeros lideran la industria creciente de venture capital. Eso es lo que vuelve dinámico este sistema”, destaca Greg Mitchell, partner en AVP Ventures, que planea levantar un segundo fondo próximamente. “No es que necesitemos un unicornio, pero sí diez Crehanas”, resalta.
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El camino...
Todos los esfuerzos apuntan hacia esa dirección. Con la llegada de más microfondos, se están fomentando estas pequeñas transacciones, cruciales para desarrollar la nueva generación de startups desde su fase más temprana. Según García Herz, de Pecap, conseguir un ecosistema maduro y robusto en el Perú implicaría concretar 100 transacciones al año de menos de US$ 1 millón cada una. Este nivel de actividad abriría la puerta para realizar diez de US$ 10 millones en los siguientes dos años y, eventualmente, tres transacciones superiores a los US$ 12 millones. “Este año podríamos alcanzar las 50 transacciones locales; partiendo de esa base, y con los nuevos jugadores, llegaríamos a las 100 en unos seis años. Esa es la idea”, detalla.
Y las universidades desempeñarán un papel importante para concretar esa meta. UTEC Ventures cuenta con un fondo de US$ 2,5 millones, similar a StartUPC. El Centro de Innovación y Emprendimiento Hub UDEP, por ejemplo, está reactivando sus cursos de formación, que incluyen programas de diseño de negocios y asesoría legal, antes de definir sus tesis de inversión para el fondo que lanzarán en el 2025. “La buena noticia es que el Perú, por su coyuntura, es receptivo al emprendimiento, y las casas de estudios están adaptando sus mallas curriculares para promoverlo, entrando a temas de patentes y propiedad intelectual. El ecosistema local está viviendo ahora una transición con proyectos de alto nivel tecnológico”, enfatiza el director de Hub UDEP, Carlos Rodrich.
Aunque los avances están, Mitchell subraya que el fondo de capital de Cofide no ha sido “proactivo” para colocar montos en fondos locales. “Los recursos han llegado a diez startups peruanas, pero podrían ser 70. Nuestra tarea como miembros de Pecap es seguir mostrando los nuevos casos de éxito de emprendimientos”, afirma.
Aun así, el ecosistema “está más activo que nunca”, resumen los entrevistados para este artículo. En octubre, Lima albergará un evento que reunirá inversionistas claves de Alemania y Latam, con Bayer como protagonista. En noviembre, el foro APEC 2024 podría ser la vitrina para conocer el ecosistema de capital cross-border de venture capital de Corea, Filipinas y Taiwán. De cara al 2025, Salkantay ya planea duplicar el tamaño de su fondo a US$ 50 millones; en tanto, microfondos emergentes evolucionarían a otros de mayor envergadura, como Ayala.
Pero la gran tarea pendiente sigue siendo llevar este dinamismo a las provincias, donde startups como Agros, Manzana Verde y Smart Doctor han demostrado que la innovación no tiene fronteras.
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Coordinadora en la revista G de Gestión e integrante del podcast de economía y negocios 'Actualidad Latinoamericana'. Escribo sobre management, agricultura, tecnología y emprendimientos. Bachiller en Periodismo por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Activa participante de los cursos del Centro Knight para el Periodismo en las Américas.