El presidente y consejero delegado de Boeing, Dennis Muilenburg, aseguró que rechaza dimitir y que buscará recuperar la confianza de los clientes y poner de nuevo el modelo 737 MAX en circulación, después de que se prohibieran sus vuelos tras los accidentes en Indonesia y Etiopía.
En su primera comparecencia pública tras el accidente del pasado 10 de marzo, que causó 157 muertos, y después de reunirse con sus accionistas en Chicago, Muilenberg rechazó achacar este accidente y el de Indonesia a un fallo en el software de las aeronaves estrelladas, sino que se refirió en todo momento a una "cadena de eventos" donde el malogrado MCAS era un punto en común.
"Cuando revisamos ambos accidentes, y esto es algo en común con otros accidentes de avión que han ocurrido a lo largo de la historia, hay una cadena de eventos, múltiples factores que contribuyen", insistió Muilenberg, que insistió en que el MCAS "es solo una parte" de dicha cadena de errores.
Las primeras investigaciones sobre el siniestro de un 737 MAX 8 en Etiopía muestran que la tripulación siguió todos los procedimientos de seguridad, pero no pudo desactivar el software de control automatizado que hizo descender a la aeronave.
Al parecer, los pilotos reencendieron el sistema automatizado, conocido como MCAS, que sirve para evitar el estancamiento del avión, y utilizaron interruptores eléctricos para intentar elevar el morro, pero al activar el sistema este continuó impulsando el aparato hacia abajo.
Esto mismo ocurrió en el caso de Indonesia, un accidente que se saldó con 189 muertos.
Muilenberg reiteró que Boeing se encuentra trabajando en una actualización de software para dicho sistema con el que evitará que este fallo vuelva a ocurrir, así como mayor formación para los pilotos que utilicen este programa de control.
Asimismo, insistió en que el MCAS cumplía con todos los requisitos técnicos y de supervisión necesarios de la Autoridad Federal de Aviación estadounidense (FAA, por sus siglas en inglés).
Según Muilenberg, estos son solo algunos de los pasos para conseguir de nuevo la confianza de las aerolíneas.
Sin embargo, tal y como desveló The Wall Street Journal, la compañía no advirtió a aerolíneas como Southwest o a la FAA de que había desactivado un control de seguridad que sí aparecía en modelos anteriores que avisaba de que alguno de los sensores no estaba funcionando correctamente, como podría ser el caso del MCAS.
De acuerdo con el sindicato de pilotos de esa aerolínea, los manuales con los que trabajan eran erróneos, ya que Boeing no había advertido de esta modificación y dicho cambio no se había reflejado en los libros.
Muilenberg también fue sometido a una moción por la que se dividirían sus cargos de consejero delegado y presidente ejecutivo, aunque esta proposición solo recibió un 34% de los votos de los accionistas.
A preguntas de los periodistas, Muilenberg rechazó dimitir y reiteró su compromiso con la empresa, en la que lleva más de 30 años trabajando.
La FAA suspendió las operaciones de los 737 MAX el 13 de marzo, tres días después del accidente de Ethiopian Air, lo que ha llevado a Boeing a asumir unos costos de US$ 1,000 millones.
Los accidentes del Boeing 737 han pasado factura al gigante estadounidense de la aeronáutica, con una caída de 13% de sus ingresos en el primer trimestre del año.
En los primeros resultados económicos de Boeing desde las prohibiciones internacionales de los vuelos de sus aviones 737 Max 8 y 9, la empresa anunció unos beneficios de US$ 2,149 millones, un 13 % menos que los 2,477 logrados de los tres primeros meses del 2018.
En bolsa, la compañía ha perdido cerca de 10% de su valor desde que se produjo el accidente en Etiopía.