En los últimos años, la demanda internacional de los productos estrella de agroexportación, como la palta o los arándanos, ha crecido a un ritmo mucho más discreto que la entusiasta oferta peruana. La sobreproducción de Perú y sus competidores ha generado una caída constante de los precios y con ello una pérdida de rentabilidad. En esta situación, ¿qué están haciendo las agroexportadoras peruanas y cómo podrían seguir creciendo sin perder rentabilidad en el camino?
Del 2018 al 2022, el precio promedio del arándano peruano pasó de US$ 7.4 a US$ 4.9 por kilo. Sus principales compradores son Estados Unidos, Países Bajos y China, según la Asociación de Exportadores (ADEX). En tanto, los precios de la palta pasaron de US$ 2.4 por kilo en el 2019 a US$ 1.5 en el 2022, con Países Bajos, Estados Unidos y España como principales destinos.
En vista de la caída de los precios, las agroexportadoras han optado por detener las grandes inversiones en nuevas hectáreas de cultivos desde el 2020 y por seguir incrementando sus envíos, a un ritmo más moderado, mediante mejoras en la productividad.
Así, los grandes productores de arándanos en el Perú (algunos llegan a tener más de 1,000 hectáreas de este cultivo) siguen realizando recambios varietales de Biloxy por Ventura, que desde el 2022 es la predominante en el país, señaló David Sandoval, CEO de Fluctuante, consultora de investigación de mercados.
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“Este recambio varietal lo hacen empresas grandes porque implica una inversión en nuevas semillas y otros costos que los pequeños productores no pueden permitirse. La variedad Ventura tiene más pulpa, es más grande, y les permite ingresar a nuevos nichos de mercado en Estados Unidos, Europa y Asia”, explicó a Gestión.
Jorge Ramírez, gerente de Netafim Perú y ex CEO de Camposol (2016-2021), indicó a Gestión que las agroexportadoras realizan dicho recambio varietal con el fin de recuperar la rentabilidad, puesto que las nuevas variedades tienen mayor tamaño y mejor sabor. Por ende, pueden venderse a mejores precios, mientras que las antiguas ya están “commoditizadas”.
Aun en ese contexto, estimó que sí habrá un crecimiento del volumen de este y otros “productos estrella” de la agroindustria por la cosecha en hectáreas sembradas en años pasados que todavía están terminando de consolidarse. Sin embargo las inversiones en nuevas áreas recién podrían verse dentro de un par de años.
¿Con qué nuevos cultivos están experimentando las agroexportadoras?
Con el fin de encontrar algún cultivo que pueda producirse a gran escala y tenga suficiente demanda, todas las agroexportadoras están realizando pruebas con nuevos cultivos, reveló Ramírez. En particular, refirió que están experimentando con la pitahaya y las cerezas.
Sobre estas últimas, la expectativa apunta a que la campaña en Perú se realice antes que la de Chile, pero los resultados todavía no han sido prometedores.
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En los demás productos que vienen siendo probados por las grandes agroexportadoras, reconoció que “aún no hay ninguno que cuente con una ventana comercial tan atractiva como la que tenía el arándano cuando Perú empezó a producirlo a gran escala”.
David Sandoval recalcó que algunas agroindustriales están tomando en serio los cultivos de pitahaya. “Este año Perú ha tenido el primer envío comercial de pitahaya por parte de Camposol, antes solo se habían enviado muestras. Se está a la espera de ver cómo se va a comportar este producto en lo que queda del año. Hay al menos tres proyectos de pitahaya en el país”, comentó.
Asimismo, sostuvo que la chirimoya y la lúcuma son cultivos con significativa demanda internacional, pero en cuyo comercio internacional el Perú aún no tiene una participación importante, pues hace falta promocionar al país como productor de esos frutos.
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Falta más interés en experimentación
Odilo Duarte, consultor en agronegocios y fruticultura, declaró a Gestión que hay empresas agroexportadoras experimentando con cerezas, caqui y macadamia (nuez), pero que la mayoría no invierte seriamente en probar nuevos cultivos.
“A las empresas grandes, si les propones plantar 30 hectáreas de una fruta, para probarla, no lo toman en serio. Muchas de ellas no lo consideran un negocio si no se trata de 200 o 300 hectáreas, pero la idea es ir probando con pocas hectáreas. Eso deberían hacer las grandes empresas”, expresó.
En tanto, las medianas y pequeñas compañías del sector replican lo que hacen las firmas de mayor tamaño. En ese sentido, consideró que no existe un plan como país que determine qué se exportará más adelante. “¿Qué va a pasar cuando entre en funcionamiento la nueva etapa de Chavimochic, por ejemplo? ¿Qué se va a sembrar allí? ¿Arándanos y palta? Ni pensarlo”, expresó.
Además, observó que, si bien la pitahaya ha generado el interés de más de un agroexportador, la demanda de este cultivo no es masiva y no llegaría a serlo.
En tanto, Westfalia Fruit Perú, la segunda mayor exportadora de palta del país, según cifras de Agrodata, ha optado por diversificar sus mercados para no estar tan expuesta a la caída de precios de ese fruto en sus principales destinos, señaló el gerente general de la firma, Omar Díaz. Así, el continente asiático es hoy su principal plaza, seguido de Europa y los Estados Unidos.
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Con una visión optimista, el directivo confía en que el equilibrio entre la oferta y la demanda se llegue a recuperar en los próximos tres o cuatro años, debido a la pausa en nuevas inversiones de las agroexportadoras. Tras ese periodo, estimó que el crecimiento en nuevos cultivos definitivamente va a tener un ritmo más moderado que antes.
Un crecimiento desordenado
En un evento del Centro de Investigación de Economía y Negocios Globales de ADEX, realizado en abril, se concluyó que “el crecimiento desordenado de la producción en algunos productos viene afectando los resultados empresariales, debilitando su posición financiera y elevando su exposición a endeudamiento”.
Al respecto, es preciso recordar que hace 10 años Perú no exportaba arándanos. En el 2013, despachó dos toneladas por US$ 17 millones y, solo nueve años después, en el 2022, envió 276 toneladas por US$ 1,348 millones. Así, el país logró desplazar a Chile como primer exportador mundial de blueberries.
En cuanto a paltas, Perú pasó de exportar 84 toneladas en el 2012 a 584 solo 10 años después. Asimismo, alcanzó sus mayores precios (en promedio US$ 2.4 por kg) en el 2017 y en el 2019.
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Sobre ese crecimiento, Duarte recordó que en los últimos 12 años el Perú pasó de cero hectáreas de arándanos a contar con alrededor de 20,000, sin prever que la competencia y la autocompetencia harían bajar los precios. “Pero Colombia, México y el norte de África también están produciendo arándanos, así que posiblemente va a pasar lo mismo que con los precios de la palta”, anotó.
Otros factores que frenan la inversión
Al impacto de la sobreoferta global en las exportaciones, se suma la invasión de Rusia a Ucrania, que ha dificultado drásticamente los envíos hacia el primero de dichos países. “Mucha de la fruta que antes iba para Rusia ya no puede ir o, si va, tiene que pasar por tantas manos, debido a las sanciones, que el retorno es muy poco, lo cual ha afectado los retornos de palta y arándano porque Rusia consumía mucho de estas frutas”, lamentó Ramírez.
El alza del costo de los fletes y los fertilizantes, que ya están retornando a sus niveles habituales, y las elevadas tasas de interés, también contribuyen a agudizar el problema. “Entonces tenemos menores precios de venta, costos más elevados y deuda más cara. Los ratios de deuda por EBITDA se han incrementado un montón”, finalizó.
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