La economía de China alcanzó su ritmo de crecimiento más lento en un año en el tercer trimestre, afectada por la crisis energética y los problemas del sector inmobiliario, poniendo de relieve el desafío que viven las autoridades para impulsar una recuperación vacilante.
El Producto Bruto Interno (PBI) se expandió 4.9% frente al año anterior, incumpliendo las previsiones, en un momento en que los intentos de Pekín de frenar los préstamos al sector inmobiliario exacerban las consecuencias de los problemas eléctricos, que devolvieron la producción de las fábricas a niveles vistos por última vez a principios del 2020, cuando estaban en vigor fuertes restricciones por el COVID-19.
La segunda mayor economía mundial había experimentado un repunte impresionante de la recesión pandémica del año pasado, pero la recuperación perdió fuerza desde el crecimiento vertiginoso de 18.3% registrado en el primer trimestre.
Bajo la presidencia de Xi Jinping, la campaña para realizar cambios estructurales que aborden riesgos y distorsiones a largo plazo, que ha incluido medidas enérgicas contra el sector inmobiliario y los gigantes tecnológicos, así como recortes de las emisiones de carbono, está teniendo un precio.
Los analistas de Barclays recortaron su pronóstico para el cuarto trimestre en 1.2 puntos porcentuales, a 3.5%, tras los decepcionantes datos. Analistas de ANZ recortaron su pronóstico de crecimiento del PBI chino para el 2021 a 8% desde 8.3%.
Las autoridades deberán equilibrar ahora el impacto de esos cambios estructurales con medidas que protejan la economía y controlen los riesgos de contagio de una crisis de deuda en el destacado promotor China Evergrande Group.
“En respuesta a las feas cifras de crecimiento que esperamos en los próximos meses, creemos que las autoridades darán más pasos para animar el crecimiento, incluida la garantía de una amplia liquidez en el mercado interbancario, la aceleración del desarrollo de infraestructura y la relajación de algunos aspectos de las políticas generales de crédito y bienes raíces”, dijo Louis Kuijs, de Oxford Economics.
Las débiles cifras hicieron caer al yuan y a la mayoría de las bolsas asiáticas, en medio de amplias preocupaciones de los inversores sobre la recuperación económica mundial.
En Europa, acciones de lujo expuestas a China como LVMH , Kering y Hermes caían cerca de un 3%, perjudicadas también por el llamado de Xi a una expansión de un impuesto al consumo.
Los inicios de construcción en septiembre cayeron por sexto mes consecutivo, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, la racha más larga de descensos mensuales desde el 2015, ya que los atribulados promotores frenaron la inversión y detuvieron proyectos por límites de endeudamiento más estrictos.
Por su parte, el sector industrial se vio afectado por el racionamiento energético provocado por la escasez de carbón, restricciones ambientales a grandes contaminantes como las plantas de acero y las inundaciones del verano boreal.
La producción industrial general aumentó solo 3.1% en setiembre frente al año anterior, marcando el crecimiento más lento desde marzo del 2020, en la primera ola de la pandemia.
La tendencia negativa se vio contrarrestada por las ventas minoristas -que crecieron 4.4%, por encima de las previsiones y del crecimiento de 2.5% en agosto- y la tasa de desempleo a nivel nacional, que cayó de 5.1% a 4.9%.
“La mayoría de los factores (negativos) están impulsados por las políticas la economía está teniendo muchos puntos débiles y estos puntos débiles no desaparecerán pronto, porque las políticas llegaron para quedarse y, por tanto, seguirán en el 2022″, dijo Iris Pang, de ING.