El Área de Estudios Económicos del BCP recortó la proyección de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) peruano para el 2019 de 3% a 2.5%, y para el 2020 de 3.5% a 3%.
Según el banco, la reducción obedece a que la desaceleración económica mundial se ha profundizado, y en el plano local, se ha materializado el deterioro de las expectativas empresariales tanto del BCR (economía y contratación a 3 meses en mínimos desde inicios de 2016) como de Apoyo Consultoría (expectativas de inversión a 6 meses en su tasa más baja en 10 años).
De acuerdo con el Reporte Macroeconómico Trimestral, en el primer semestre la economía creció apenas 1.7% (la tasa más baja en 10 años), principalmente porque los sectores primarios cayeron 2.9% (el peor primer semestre en dos décadas).
No obstante, el segundo semestre será más dinámico en la medida que estos choques transitorios se disipen gradualmente y que la inversión pública se acelere (entre enero y agosto cayó 3.7% tras el cambio de autoridades subnacionales).
Por su parte, en el 2020 el PBI crecería alrededor de 3%; sin embargo, esta será una aceleración engañosa. Si bien se espera un mayor dinamismo de los sectores primarios e inversión pública, el gasto privado se desaceleraría a causa de un crecimiento nulo de la inversión privada, en la medida que las expectativas de los agentes económicos se mantengan tan deprimidas como en la actualidad.
Respecto a la inflación, el BCP estimó también un recorte en su proyección, pasando de 2.3% a 2% (punto medio del rango meta) para este año y el próximo, ante la ausencia de presiones de demanda.
En cuanto a política monetaria, el reporte prevé que el BCR recortará su tasa 25 puntos básicos en el cuarto trimestre y 25 puntos adicionales en el primer semestre de 2020, en un entorno de caída de expectativas de crecimiento, una brecha de producto aún negativa e inflación y sus expectativas cómodamente dentro del rango meta.
Así, la tasa de referencia descendería del 2.5% actual a 2%, su nivel más bajo desde el 2010 (inicio de normalización en la política monetaria tras la crisis financiera global del 2008-2009).