Partida de defunción del Importador Frecuente
Hace poco vi una película en el cine llamada “Tres anuncios para un crimen”. Se trata de una madre que había perdido a su hija víctima de un cruento asesinato. La madre, vía el uso de anuncios publicitarios descriptivos de la inacción e indiferencia de la policía, encontró en la presión mediática la mejor manera de hacer público su drama y así procurar que se le dé al caso de su hija la importancia que requería.
Esta película me dejó pensando en que muchas veces las cosas arriban a un inevitable desenlace y que, también en muchas ocasiones, las personas pueden no estar preparadas para dicho desenlace a pesar que este ya se venía anunciando tiempo atrás.
Algo similar es lo que, me parece, ha ocurrido con la calificación del Importador Frecuente (IF), la misma que será dejada indefectiblemente sin efecto por parte de la Aduana.
Como se recuerda, la calificación de IF tiene por virtud evitarle al importador las, cada vez más difundidas, observaciones (“dudas razonables”) respecto del valor en aduana declarado a nivel de los despachos de importación. Dichas observaciones suponen uno de los mayores focos de demoras y generación de sobrecostos en estas operaciones.
La desactivación de esta calificación venía siendo ya anunciada por la Aduana en diferentes oportunidades y escenarios durante el 2017. Conforme señalaba la autoridad, lo que se busca es que los beneficios del IF sean absorbidos por la certificación como Operador Económico Autorizado (OEA) y, con ello, impulsar dicha certificación la cual, a la luz de los resultados, no venía presentando un nivel adecuado de utilización por los operadores de comercio exterior (considerando entre ellos a importadores, exportadores, agentes de aduanas y almacenes aduaneros).
Pues bien, lo que se venía anunciando se convirtió en realidad con la dación del Decreto Supremo 018-2018-EF publicado el 6 de febrero de 2018, mediante el cual se dispone eliminar la figura del IF a partir del 1 de julio de 2019.
Si bien aún queda un tiempo para que el IF desaparezca del todo, lo cierto es que lo difundido de esta calificación entre los principales importadores del país dista aún mucho del reducido número de empresas OEA que existen a la fecha.
En efecto, sobre la base de la última relación de IF publicada en octubre de 2017, ostentaban dicha calificación 657 empresas importadoras en claro contraste con la última relación de empresas certificadas como OEA, publicada hacia finales del 2017, la misma que arrojaba un número de 67. Si tenemos en consideración que de las 67 empresas OEA solo 12 son importadoras, las diferencias resultan mucho más marcadas.
Teniendo en consideración las dificultades que en los últimos años ha tenido la Aduana para encontrar empresas dispuestas a certificar como OEA (certificación que, por cierto, resulta voluntaria), no resultarían muy auspiciosas las posibilidades que en los siguientes 17 meses puedan generarse, en forma masiva en el sector importador, certificaciones OEA que permitan llegar a un número similar al de IF.
Lo mencionado, creemos, no solo impactaría en la generación de importantes sobrecostos, operativos y financieros para aquellos importadores que habiendo perdido la calificación de IF no obtengan la certificación OEA, sino que, además, podría generar la saturación de la infraestructura portuaria atentando significativamente contra el indispensable dinamismo de las operaciones de comercio exterior, generándose con ello sobrecostos no solo para el grueso del sector importador sino también para el resto de operadores.
Si tenemos en consideración que las empresas calificadas como IF son responsables del movimiento de la mayor cantidad de mercancías que ingresa al país, la consecuencia antes mencionada no resultaría tan alejada de la realidad.
Conforme a un reciente estudio del Banco Mundial relacionado con el análisis de los costos marítimos y portuarios en el Perú, los sobrecostos en dicho rubro ascenderían aproximadamente a US$300 por contenedor, por lo cual los temores en torno a la potencial generación de sobrecostos adicionales no resulta un tema menor.
En función a lo antes señalado, y con la decretada inminente desaparición del IF, lo que queda al sector importador es preocuparse por conocer y entender más los beneficios y requisitos de acceso a la figura del OEA. La labor de difusión a cargo de la Aduana al respecto también resultará muy importante.
Aún hay tiempo para evitar sobrecostos y la pérdida de competitividad tanto a nivel de empresas importadoras individuales como a nivel país.
No esperemos que nos sorprenda un desenlace inminente y ya conocido. No nos vaya a pasar como a Santiago Nasar en “Crónica de una muerte anunciada”, famosa novela de Gabriel García Marquez, en donde todos sabían que los hermanos Vicario lo iban a matar y que, no obstante ello, el fatal final se desencadenó sin que nadie hiciera algo para evitarlo.