Aunque sea un Karaoke
En una reunión gremial hacia fines el 2016, se conversó en torno a la necesidad que sobre las operaciones de comercio exterior recaiga un control único e integrado en lo que atañe a las autoridades competentes en la materia (nos referimos, además de la Aduana, a entidades sectoriales como SENASA, DIGESA, etc.).
Ello a propósito del cambio de paradigma que, entendemos, debería regir el accionar de los funcionarios de la SUNAT en lo que se refiere al relacionamiento con el contribuyente, en general, y el operador de comercio exterior en particular y que, ciertamente, no debería quedarse solo en lo tributario / aduanero sino trascender y orientarse, en términos generales, a un mejor relacionamiento del Estado en su conjunto con el ciudadano.
Esto precisamente es lo que buscaría el Ejecutivo, vía la expedición de sendos decretos legislativos al amparo de facultades otorgadas por el Congreso, en cuanto a simplificar y destrabar, con carácter de generalidad, procedimientos administrativos a fin de reducir tiempos y costos.
En el fondo el Estado es uno solo, con lo que la simplificación en mención (cambio de paradigma implícito) debería funcionar a nivel de todos sus estamentos y no solo respecto de algunos de ellos (a modo de “compartimentos estancos”). Si un procedimiento implica la participación de múltiples actores, bastará que uno de ellos no esté dispuesto a “facilitar las cosas” para que la anhelada simplificación sencillamente no funcione.
En la reunión a la que hago referencia, también se tocó el tema de la coordinación que tiene necesariamente que existir, tanto a nivel normativo como operativo, entre los diferentes sectores involucrados en las operaciones de comercio exterior. Y no solo me refiero a los ministerios de Comercio Exterior y de Economía, (MEF) sino también a los de Salud, Transportes, Medio Ambiente, etc. en su respectiva cuota de competencia.
El problema advertido, y que esperamos sinceramente cambie, es que el MEF no siempre ha estado con ánimo de escuchar al sector privado (incluyo la generación de normas reglamentarias y de procedimiento). Y lo mismo ha pasado con otros actores vinculados con el comercio exterior (entidades sectoriales). Nos referimos puntualmente al nivel de participación en reuniones transversales entre el sector público y el privado y a los resultados concretos que se puedan haber extraído de las mismas.
Es como si a una fiesta solo asistieran parte de los invitados y aquellos que asisten estuvieran cada uno por su lado sin relacionarse entre sí, cuando lo que se requiere es precisamente lo contrario, es decir, que a la fiesta asistan todos y con buen ánimo para interactuar.
La objeción que siempre se pone es que los administrados y la SUNAT (y entendemos las otras entidades del Estado también) no pueden, ni deben ser “amigos”.
Nadie dice que el sector público y privado sean “amigos del alma”, pero mantener una buena y cordial relación (orientada a resolver los problemas) siempre es posible. No se pretende que en la fiesta los invitados deban necesariamente bailar pegados las canciones lentas, pero un Karaoke, al menos, se podrían cantar.