Cadenas globales de valor
Hace pocos días tuve la oportunidad de participar en un interesante evento en el cual el tema central fue el incremento de los niveles de competitividad como país a través de la implementación de medidas de facilitación del comercio, la estandarización de políticas regulatorias y la generación de cadenas globales de valor. Ello, a propósito de la futura entrada en vigencia del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y de las legítimas expectativas que éste genera.
Uno de los temas que más llamó la atención, por lo poco difundido que aún se encuentra en nuestro medio, fue el de las cadenas globales de valor. El TPP las define como “una red transfronteriza de empresas que operan conjuntamente como un sistema integrado para diseñar, desarrollar, producir, comercializar, distribuir, transportar y entregar productos y servicios a clientes”.
Lo que se busca es que cada país miembro de un acuerdo internacional pueda proveer (exportar), por ejemplo, productos intermedios con la finalidad que los mismos sean terminados, adaptados, mejorados o potenciados, sea en el país de destino inmediato o en otro país parte de una cadena transfronteriza integrada de suministro.
El producto final así obtenido podría ser comercializado sea en el propio país miembro del acuerdo en que éste fue producido o exportado directamente a terceros países no miembros del acuerdo.
Así, no habría que pensar necesariamente en exportar materias primas o productos terminados como únicos modelos viables y rentables. No necesariamente tenemos que estar situados al inicio de la cadena de producción o al final de la misma. Podemos tranquilamente estar ubicados al medio recibiendo insumos o productos intermedios y exportando otros productos intermedios con mayor valor agregado. También, por cierto, podríamos constituir el último eslabón de la cadena transfronteriza de producción y exportar directamente productos terminados de valor agregado y tecnología incorporada. Las posibilidades son múltiples.
Esta conceptualización de negocio, precisamente, permite generar nichos de especialización, potencialización de capacidades eficientes, maximización del uso de recursos disponibles en el propio país y reducción de costos.
Un modelo estructurado siguiendo estas cadenas globales de valor podría ser percibido con mucha más nitidez (en cuanto a su caracterización y beneficios) en operaciones transfronterizas gestadas sobre la base de acuerdos internacionales multilaterales, como el TPP, en los cuales las reglas de acumulación de origen, facilitación de comercio inter-partes, uniformización de reglas de acceso al mercado y coherencia regulatoria permitirían generar valor en el país en forma competitiva.