No juegues con los sentimientos…
“Los mercados son cíclicos” dicen, expresión usualmente utilizada para graficar el hecho que los precios de los activos en Bolsa tienen periodos de ascenso, alternados con periodos de descenso. Pero alguna vez escucharon decir que los mercados también son Ciclotímicos.
Este es un término de fácil comprensión para quienes tienen estudios de psicología, pero para que todos lo entendamos les explico brevemente. La ciclotimia es un desorden del estado de ánimo que presenta características similares a las del trastorno bipolar, solo que menos intensas. Las personas que padecen del trastorno ciclotímico sufren depresiones “moderadas” que no llegan a ser tan severas como en el caso de las personas bipolares, y estados de euforia que de la misma manera no son tan intensas. El estado de ánimo de estas personas puede cambiar de tristeza a alegría y viceversa, pero se sienten emocionalmente estables.
Ahora regresemos al mercado. Que me dirían si les dijera que los mercados tienen sentimientos. Pues resulta que no solo diremos que tienen sentimientos, además agregaremos que los mercados pueden ser emocionales. De hecho, en el Análisis Técnico existe lo que llamamos “humor del mercado”, concepto que precisamente hace referencia a ese componente emocional que en determinados momentos de los ciclos bursátiles puede tener una incidencia bastante significativa. Esto no debería extrañarnos si tenemos en cuenta el hecho que quienes están tomando decisiones de compra y venta (los inversionistas), son personas, son seres humanos que como cualquiera de nosotros sienten alegrías, miedos, temores, etc. Debido a ello, cada uno de nosotros al recibir y procesar la información fundamental, la matizamos con nuestras experiencias pasadas y alguno que otro factor vigente en nuestra realidad presente, lo cual “añade ruido” a nuestra decisión final. Deben haber escuchado que los precios en el mercado no solo se mueven por fundamentos, sino también por emociones, pues esa es la razón. Y debido a que las emociones y el comportamiento humano no son fáciles de predecir, tampoco existe el modelo econométrico perfecto que pronostique con certeza total lo que pasará con los precios de los activos al hacerse pública alguna información. Por esta misma razón hacer las inversiones no es tan sencillo.
Antes de seguir no quiero dejarlos con la idea equivocada que el comportamiento de los precios es un evento al azar. No señores, el comportamiento de los precios sí responde a factores económicos, políticos y sociales. Su evolución definitivamente deberá ser coherente con la naturaleza de dichos eventos, sin embargo, la intensidad de la respuesta puede variar, y a ello nos referimos cuando afirmamos por ejemplo que el mercado “sobre reaccionó” o “sub reaccionó” ante alguna noticia.
Pero regresemos al carácter cíclico del mercado y su relación con las emociones y sentimientos. Una de las hipótesis de la Teoría de Dow afirma que en el mercado existen tres tipos de tendencias o movimientos. Existe lo que llamamos las Tendencias Primarias, de más de un año de duración, las tendencias secundarias, cuya duración puede oscilar entre 3 a 12 meses, y las tendencias terciarias de corta duración, entre 3 semanas a dos meses. La Bolsa de NY se encuentra en una tendencia alcista primaria que ya lleva 9 años de duración. La Bolsa de Lima terminó un ciclo primario bajista de casi 5 años de duración el primer trimestre del 2016, desde entonces empezó lo que sería un nuevo ciclo primario alcista. Dentro de ese mismo movimiento, se ha desarrollado un ciclo secundario lateral que ya lleva casi 11 meses y representa el movimiento de corrección de dicha tendencia de largo plazo, y desde más o menos la quincena de Julio estamos en un ciclo terciario alcista, el cual ha superado los máximos de mediano plazo, y podría estar marcando la continuación de la tendencia alcista de largo plazo que empezó en el primer trimestre de 2016.
Las tendencias primarias normalmente son la respuesta a factores fundamentales de largo plazo: ciclos económicos de expansión o recesión, ciclos de incertidumbre o inestabilidad política y su impacto sobre las economías de los países, etc. Este tipo de estructuras son de larga duración y su vigencia es la que da forma a las tendencias de largo plazo. Cuando los fundamentos son buenos, las economías crecen, los resultados financieros de las empresas superan positivamente las expectativas del consenso, el optimismo se apodera de los inversionistas y el sentimiento es positivo. Lo contrario cuando los fundamentos son malos. Siendo así, podríamos concluir que los cambios de tendencia no son ni más ni menos que cambios en el estado de ánimo dominante del mercado. Son el paso de un estado de optimismo o positivo, a un estado pesimista o negativo.
Cuando el sentimiento es positivo, las malas noticias tienden a ser sub valoradas, y las buenas noticias tienden a ser sobre valoradas. Al contrario, cuando el sentimiento o humor del mercado es negativo, las malas noticias tienden a ser sobre valoradas, mientras que las buenas noticias tienden a ser sub valoradas. Les cuento un caso, por allá por el año 2008 me parece, en plena crisis financiera en EEUU, a Perú se le asignó por primera vez el grado de inversión. Esa definitivamente es una buena noticia, y seguramente hubiéramos esperado los precios de las acciones en la Bolsa de Lima suban. De hecho lo hicieron, pero la subida duró cinco o diez minutos. Con un sentimiento negativo tan fuerte como consecuencia de la crisis mundial, los inversionistas se apresuraron a vender aprovechando ese “rebote” y terminaron asfixiando el breve respiro generado por la noticia. El efecto de una mejora en la calidad crediticia de Perú fue sub valorado por el mercado.
Si bien es cierto los inversionistas pueden ser afectados por sesgos cognitivos y factores psicológicos a lo largo de todo el ciclo, usualmente las emociones les suelen jugar malas pasadas en los extremos de los ciclos primarios, es decir en la última parte de la subida cuando el optimismo se transforma en euforia, y los inversionistas pagan precios que no están justificados por los fundamentos, o en la última parte de la caída cuando el miedo se transforma en pánico, y los inversionistas venden a precios demasiado bajos, es decir en el peor momento.
Si desean manejar personalmente sus inversiones, la sugerencia es desarrollar la inteligencia emocional necesaria para manejarse en un entorno que en ocasiones puede ser altamente emocional. De esta forma, al mismo tiempo que evitamos caer en trampas psicológicas, sacamos ventaja del hecho que la mayoría de los inversionistas retail, y los inversionistas con poca experiencia, al no ser conscientes de cómo estos factores psicológicos los afecta, no los podrán evitar. Éxito en sus inversiones…