El arte de no autoengañarse
Una cita de Warren Buffet que dice “Un inversor necesita hacer muy pocas cosas bien si evita grandes errores. No es necesario hacer cosas extraordinarias para obtener resultados extraordinarios”, me parece resume muy bien el punto que deseo exponer ahora. Específicamente me quiero referir a los errores que solemos cometer en el mercado cuando las emociones afectan la forma en que tomamos nuestras decisiones de inversión.
Empecemos analizando lo que llamamos “la defensa del ego”. Esta idea está relacionada con la “disonancia cognitiva”, un concepto que recuerdo haber explicado antes en este espacio, y que básicamente hace referencia a la tensión interna que se produce cuando entran en conflicto nuestras creencias con algún comportamiento o realidad externa.
Hablando específicamente de nuestras inversiones, esta disonancia se presenta cuando tomamos una mala decisión. Ya sea que hicimos caso al “dato” que alguien nos dio, o porque no hicimos el análisis correcto, o porque no consideramos o tuvimos en cuenta toda la información necesaria, o porque el timing no fue el adecuado, o por la razón que sea, lo cierto es que compramos mal.
Lo que hay que hacer en estos casos es simple, hay que vender lo que no debimos comprar, hay que minimizar la pérdida. Lamentablemente materializar la pérdida (por pequeña que sea) equivale a reconocer que nos hemos equivocado, y ello nos produce angustia pues nuestro cerebro no está preparado para aceptar una imagen mala o deficiente de nosotros mismos. Por el contrario, tendemos a buscar nuestra zona de confort, y lejos de corregir el error, entramos en la fase de negación y nos esforzamos por crear un entorno agradable a la mala decisión, buscando noticias u opiniones de terceros (no necesariamente de especialistas) que nos ayuden a justificar nuestra mala decisión. Es decir, buscamos alguien que nos diga exactamente lo que queremos escuchar.
Por esta razón algunos inversores tienden a mantener posiciones perdedoras durante mucho tiempo, con el consiguiente deterioro del valor de su inversión, y el efecto pernicioso de una pérdida que se vuelve difícil de revertir. Verán, un error corregido a tiempo los expone a una pérdida de 3% o 5% tal vez, lo cual es un número manejable y se puede recuperar fácilmente. Pero cuando se aferran tercamente a una posición perdedora porque creen y se repiten tratando de convencerse a sí mismos que “algún día subirá”, terminan acumulando una desvalorización de 40%, 50% o más. Entonces recuperarse ya es complicado, porque para revertir una pérdida de 50% por ejemplo, ahora deberán ganar 100% para estar igual que al inicio.
Intuyo que la situación que he descrito no es del todo desconocido para varios, o tal vez muchos inversionistas que por ejemplo invirtieron en mineras junior, o alguna que otra acción que se decía iba a “volar” cuando pase esto o aquello. El vaticinio no se cumplió, las acciones se dieron la vuelta, no realizaron la pérdida cuando debieron, y ahora se encuentran colgados con estas acciones a precios bastante más altos a los que transan ahora en el mercado, si es que todavía negocian.
Con relación a esta actitud les voy a dar algo en que pensar, y para ello les voy a referir algunos números relativos solo a este año. Según el boletín de la BVL, el IGBVL al cierre del 16.05.2014 acumula un retorno de -0.01%, y siguiendo con el ejemplo, mientras el índice de mineras Juniors ha perdido -4.23%, acá les muestro el resultado de algunas otras acciones ajustado por reparto de beneficios: EDEGELC1 va rentando en el año +2.8%, MILPOC1 acumula en el mismo periodo + 24.2%, MINSURI1 suma +29.6%, CONTINC1 +9.7% y BAP +21.5%. Qué les puedo decir, existe lo que se llama “costo de oportunidad”.
Ahora, tratando de entender qué nos llevó en su momento a tomar estas decisiones. Las finanzas conductuales también tienen una explicación para ello. La presión social y la actitud de adaptación nos aclaran como es caemos en el famoso comportamiento de rebaño y nos involucramos en estas inversiones.
Resulta que permanecer fuera del mercado mientras una acción (o el mercado) se va “inflando” puede desesperar a muchos. Especialmente cuando escuchamos al vecino, amigo, primo, o conocido lo mucho que está ganando. La sensación de “perderse la fiesta” es algo que nos resulta difícil de tolerar. La codicia se apodera de nosotros y literalmente “reclamamos” nuestra porción de la torta. En este momento dejamos que el entorno influya sobre nuestras decisiones. Nuestra racionalidad queda multiplicada por cero y compramos como se dice siguiendo a los demás, aunque los fundamentos ya no sean tan atractivos. Todo parece tener sentido principalmente porque es lo que hacen los demás, y es que cuando adoptamos un comportamiento de rebaño, tendemos a ver las decisiones irracionales como racionales.
A veces el “consenso” exacerba este comportamiento. Una posición objetiva frente al mercado debe abstraerse de sesgos mediáticos en los que se destaca lo bien (o mal) que lo está haciendo el mercado. No olvidemos que los mercados son cíclicos. No caigamos en el exceso de confianza de sobreestimar nuestras predicciones alcistas (o bajistas), ni nos dejemos influenciar por un exceso de optimismo. Los mercados no avanzan (ni retroceden) en línea recta, y las tendencias se mantienen vigentes hasta que confirmen lo contrario.
Hago este comentario porque ya de vuelta a nuestra Bolsa, la tendencia lateral que sigue el mercado local, a la que me he referido desde el año pasado, no se ha invalidado aún. Hago referencia a mi último post del 05.05.2014 (Decisiones, alguien pierde alguien gana…) donde siguiendo al EPU, anotábamos la necesidad que dicho ETF supere de manera consistente al resistencia en USD 35.20 como señal que tal movimiento había terminado, cosa que a pesar de la subida del mes de abril no se ha logrado. En este momento a muchos debo parecerles el “tumba fiesta” del mercado. Ni modo, yo prefiero estar alerta y ser objetivo para no dejarme llevar por el entusiasmo de un movimiento que por ahora, y hasta que se confirme lo contrario, solamente es la fase alcista dentro de una tendencia lateral. Hay momentos en que es mejor esperar antes de actuar.