Riesgo País: No Dividir al País Artificialmente en Dos
Ya tuve la oportunidad de comentar en Abril los resultados de la Primera Vuelta de la Elección Presidencial, y los de la Elección del nuevo Congreso, con las diferentes preocupaciones que me generaba el “menú” de la Segunda Vuelta, y de publicar varios posts con mis preocupaciones, respecto de temas clave de largo plazo de desarrollo sostenible, y luego de manera más específica sobre el tema ambiental y sobre el de la calidad de la educación, pues ambos candidatos son muy preocupantes para esos temas.
No esperen acá que diga lo que pienso de los temas post-Segunda Vuelta que todavía andan polarizando. Me concentraré más bien en esos análisis y razonamientos que me parecen muy simplificadores y falaces, en el sentido de un país “partido en dos”. Y daré acá una serie de reflexiones para que se pueda entender por qué me parecen totalmente desacertados, por decir lo menos. Y no se limitan a lo que se ha visto en estas elecciones
Para empezar, vuelvo a repetir que no hay que olvidar que el apoyo real de cada uno de los dos que pasaron a la 2da vuelta es muy bajo, a pesar de la polarización artificial creada con los endiosamientos o beatificaciones que ya en Abril pasado me temía que iban a suceder. En realidad, cada uno es rechazado por la mayoría de la población, puesto que las proporciones de “voto anti” han sido muy altas en ambos casos. El Perú no ha perdido sus diferentes matices políticos. A pesar de las condiciones sociales creadas por la mega-crisis causadas por el Covid 19, el centro con sus diferentes matices no está tan desaparecido como se cree: le hubiera ido mucho mejor si no estuviese dividido entre tantos candidatos; sin olvidar a los que resolvieron su dilema ante la “elección sádica” no yendo a votar. Una vez que pase todo esto y se proclame al ganador, las comprensibles desconfianzas y preocupaciones mayoritarias van a volver. Esta segunda vuelta ha sido una “tinka” tanto como la primera, para usar la expresión de un conocido periodista; cualquier cosa podía suceder.
Dos informaciones deberían llamar la atención en ese sentido: el que sólo un 30 % quiera “cambios radicales” (¿tan poco con semejante crisis, que tantas vulnerabilidades estructurales ha desnudado? Algo debe haberse hecho bien en el país) y el que menos del 30 % si se cuenta a los no votantes, ande convencido de que hubo fraude en contra de una de las partes. Ambos hacen aparecer como muy artificial el supuesto 50/50 de la 2da vuelta.
De paso, sería bueno que el jefe del partido del candidato que parece ganador no olvide que quien ganó las elecciones fue el candidato, no su partido, que es el que propugna los “cambios radicales” y hace como si su opción representara a la mitad del Perú. Digamos que si el JNE proclama la victoria que estadísticamente es ahora la más probable, se podría decir sin errar que dicho candidato logró ganar por un pelo a pesar del partido que lo presentó, gracias a que del otro lado había un “voto anti” aún mayor y a circunstancias de crisis excepcionales (de esas que saben aprovechar muy bien los partidos revolucionarios, o los aspirantes a dictadores sean de extrema izquierda o de extrema derecha, o simplemente mafiosos, o “mafiosos con ideología” – de todo hay en este mundo).
Diferencias entre regiones: se tiende a olvidar que al interior de éstas puede haber diferencias según las provincias. Y que las cosas fueron menos marcadas en la 1era vuelta. El que un candidato que venga del mundo rural gane de muy lejos en las regiones más rurales es normal, hay un fenómeno de identificación; pasó antes con Toledo, dicho sea de paso. Y son cosas que suceden en muchos países, que también tienen sus regiones que suelen votar históricamente más a la izquierda, o más a la derecha. No por ello son países “partidos en dos”. En el Perú se cae demasiado fácilmente en interpretaciones tremendistas, no pocas veces por intereses partidarios (con intención de polarización o de “agudización de contradicciones” – praxis que se observa cada vez más en la extrema derecha también; o también puede haber un país vecino con intereses poco confesables respecto de una parte sustancial del territorio nacional – ¿les suena cierto llamado a desatar una guerra civil interétnica en el Perú en el 2009?) o sesgos ideológico-intelectuales que derivan en sesgos cognitivos.
Diferencias según los segmentos socio económicos: son normales, en las zonas donde hay más pobreza se votará muy naturalmente de manera mayoritaria o muy mayoritaria por el que represente esperanzas de mejora social o un mayor voto de protesta respecto del “establishment”. Siempre ha sido así en el Perú, pero también en todas partes. Además, puede haber variaciones, según las épocas no será necesariamente por la izquierda, ver cómo a veces los grandes partidos de extrema derecha han surgido con grandes bases obreras o de desocupados, porque en ese momento se les vio como “el cambio”. Muy raras veces eso ha llevado a países “partidos en dos” o inviables, salvo si alguien quiso interesadamente llevar a esa situación. No es porque aparecen fenómenos violentos que un país se parte necesariamente en dos, sobre todo en países con cierta tradición de violencia política (como el Perú). Además, no deja de haber segmentos importantes que en cada caso no votan como la mayoría de su segmento socio-económico (voto fujimorista en numerosas zonas populares, voto anti-fujimorista hasta en las zonas más acomodadas de Lima).
Diferencia entre Lima y el resto del país: a los que nos hemos tomado la pena de estudiar la historia y la realidad actual de otros países, se trata de un fenómeno muy corriente, incluso en países desarrollados como el Reino Unido y Francia. O saber lo que representaba la gran Istambul en el Imperio Otomano. La gente de la gran ciudad capital (no necesariamente política) no parece entender al resto del país mucho que digamos, hasta se ve algo de “sentimiento de superioridad”, y como gran parte del poder político o económico está ahí, se generan también microcosmos y burbujas mentales (ver también los comentarios que pueden existir respecto de Washington DC o de New York o de Los Angeles en los EE.UU.). Y el resto del país tampoco ve con mucha simpatía a la gran ciudad capital, a la que igual se migra, hay como un fenómeno de atracción-repulsión. Y a menudo el voto mayoritario es diferente (ver Londres en el caso del Brexit). Nada nuevo bajo el sol. Hace siglos que es así en la mayor parte del mundo. No por ello esos otros países están “partidos en dos”. Es un fenómeno en realidad muy habitual y comprensible. Que los demagogos y/o aspirantes a dictadores, y desgraciadamente a veces intelectuales que los admiran, siempre se empeñan en tratar de exacerbar.
Diferencias de orden étnico: para empezar, el Perú, aparte de tener a fuertes minorías de otros continentes (afroperuanos y del Asia, pero no únicamente) es muy mayoritariamente mestizo. Incluso muchos de los llamados “blancos” en realidad tenemos diferentes grados de mestizaje sin saberlo o reconocerlo necesariamente (amerindios y/o africanos; en mi caso, me los conozco muy bien, aparte de muchos otros elementos), porque producto de la absurda sociedad con estamentos raciales que existió en el Virreynato se ha terminado por tener un “chip de categorización racial”, que no ha desaparecido completamente y que mirado objetivamente resulta ridículo, cuando se tiene un mínimo de conocimiento científico del tema. Felizmente es algo que con las generaciones ha ido retrocediendo. Y se ve cada vez más que el nivel socioeconómico o profesional no dependa del fenotipo. O sea, a pesar de los ejemplos caricaturales que se siguen viendo, y que se notan más en los momentos de polarización, y de toda la tarea pendiente al respecto, el Perú ha ido progresando de manera constante, hay una conciencia creciente del absurdo. Gran parte de los votantes por el candidato de izquierda han sido justamente “blancos”, sea porque son de izquierda, o por anti-fujimorismo radical. Eso no impide por supuesto, que todavía existan muchas desigualdades y discriminaciones herencia de ese pasado colonial que aún faltan corregir; ni que tengamos un problema relativamente nuevo y creciente, donde al peruano que no tenga la apariencia mayoritaria, se lo “extranjeriza”. Pero también se da en otras partes, como en los EE.UU. Y en otras regiones del mundo, como en ciertos países del Sahel, en Africa. No por eso se anda diciendo que esos países están “partidos en dos”.
Sólo he reseñado aquí los temas principales. Así que recomendaría un poco de mesura y algo más de seriedad en los análisis, lo que incluye un mayor conocimiento del ancho mundo, porque permite no caer en “tremendismos peruano-céntricos autodestructores”. Así como un mayor conocimiento del país, sin limitarse a mirar lo turístico, salir de las burbujas (por ejemplo, para los limeños, cuando van a otras partes del Perú, hablen con la gente y escúchenla, sencillamente, se aprende un montón). El Perú es un país muy diverso, es justamente una de sus risquezas.
No es porque un país por diferentes razones históricas pueda tener problemas de desigualdades aún no resueltas, o diferencias regionales en el voto, o ciertas tendencias centrífugas, que se tiene que pensar que está “partido en dos” No hay que caer en la trampa de personajes peruanos o foráneos que justamente buscan “partir al país en dos” artificialmente, en función de ciertos intereses políticos y/o geopolíticos; y se los encuentra sobre todo en los extremos del espectro político.