Coronavirus, Riesgo Operacional y Gestión de la Continuidad
En el último post de fines de febrero sobre la supervisión macro-prudencial al 2020, escribía lo siguiente: No olvidemos además que el riesgo de desastres incluye también a las epidemias y pandemias (que tiene más de desastres provocados por el hombre que naturales, aunque puedan interactuar y mezclarse, como ya lo escribí el año pasado), que en casos extremos pueden también afectar a los sistemas financieros y a las finanzas públicas, como la crisis del Ebola de hace unos años en algunos países de Africa del Oeste. Y como lo estamos viendo ahora desde el punto de vista macroeconómico, la crisis del nuevo coronavirus terminará por hacerse sentir en los sistemas financieros y las finanzas públicas de algunos países. No olvidemos que en América Latina estamos viviendo una epidemia de dengue algo inhabitual, y no podemos descartar que en el futuro sean peores.
Bueno, en el Perú desde el primer caso de coronavirus el 6 de marzo, estamos entrando a la fase de aumento exponencial donde ya se vuelve difícil trazar de dónde vienen los contagios, como ya pasa en Chile, especialmente en Lima y más rápido que en otros países.
El Ejecutivo va a anunciar hoy nuevas medidas más duras, por lo que podido leer.
Para darles una idea de lo que es necesario para contener un crecimiento de epidemia que se vuelve exponencial por la fortísima presencia de contagiosidad no detectable, en Francia, el Primer Ministro anunció ayer el cierre de restaurantes y bares (incluso los de hoteles, salvo “room service”), discotecas y cines hasta el 15 de abril 2020, y las medidas se aplican también a auditorios, salas de conferencias, de reuniones, de espectáculos, centros comerciales salvo comercios indispensables, salas de baile, casinos, bibliotecas y centres de documentación, galerías de exposiciones, anfiteatros deportivos y museos. Pero por supuesto, ello no aplica al transporte público, y a los comercios más esenciales y bancos.
En Filipinas, donde en Manila sucede lo mismo que en Lima, el Gobierno metropolitano ya decidió aislar a la metrópolis del resto del país, en cuanto a viajes, para no empeorar la situación en otras partes. Por supuesto ya existe allá lo del “distanciamiento social”, trabajar lo más posible desde sus casas, pero además hay ahora un “toque de queda” desde las 8 de la noche hasta las 5 de la mañana (visiblemente se busca parar también las reuniones sociales en casas; yo les diría a las autoridades de dicho país, cuidado con las sacadas de vuelta con las fiestas de “toque a toque”, que se podían entender en Lima en tiempos del terrorismo, pero en caso de pandemia o epidemia, pueden ser fatales). Espero que en Lima y Callao no sea necesario llegar a ello, pero aún me entero de demasiados casos de gente que quiere seguir juergueando en grupo como si no pasara nada, algo que se estaba viendo también en varias ciudades de Europa hasta hace muy poco.
También veo que se prepara medidas para facilitar el teletrabajo que básicamente consiste en poder trabajar para su empresa en comunicación con ella y con sus contactos externos (clientes y proveedores, sobretodo), desde casa. Esa es una de las modalidades de la gestión de la continuidad de negocios o continuidad operativa. Hace cierto tiempo comentaba en un post de uno de mis contactos en Linkedin, que decía que era el momento de pensar en esta, que era tanto más acertado hacerlo, pues los gobiernos en Francia y en Suiza ya estaban alentando a aplicar los planes de continuidad, y se expresaban empresas en la televisión, dando ejemplos muy didácticos a la población (uso de sedes alternas combinado con teletrabajo, división del personal en diferentes equipos aislados unos de otros como se hizo para el SARS, etc.).
Ello es necesario tanto en el sector privado como en el sector público. La cuestión es cuántos estarán preparados para ello. Hace varios años escribí sobre Continuam Perú, rama de una asociación internacional de continuidad del negocio, alentando a que las empresas se unan. No creo que haya sucedido a gran escala, desgraciadamente. En lo que respecta al sector financiero, de seguros y AFPs, podemos contar con la SBS para asegurarse de que estos cumplan con sus regulaciones, y con una nueva regulación reciente, aunque tenga un plazo de adecuación, ya les ha dado indicaciones para mejorar lo existente. De paso la SBS ya está ocupándose de recordar, como ya lo hizo en la crisis del 2008-2009, que se puede reprogramar créditos con antelación antes de que aparezcan las dificultades de pago, lo que debería ayudar a aliviar el impacto social y macroeconómico de este shock. Y veo varias medidas del MEF para las Mypes.
En lo que respecta al sector público, porque tal cómo lo escribí en un post de febrero del 2018, daba más bien la impresión de un retroceso en la práctica via la burocratización o tramitopatía, desde la R. M. 028-2015 de la PCM (Febrero del 2015), la de los Lineamientos sobre la Gestión de la Continuidad Operativa en el Estado, que derivaba del PLANAGERD 2014-2021 y que había sido lanzada con un espíritu de hacer las cosas, no de producir documentos normativos para cumplir, el Secretario de Gestión de Riesgo de Desastres de la PCM de la época habiendo sido muy claro al respecto, frente a reacciones de algunas entidades que parecían buscar burocratización más que acción. No sé cómo estará la situación al respecto ahora.
Lo que espero es que el Decreto de Urgencia que saque el ejecutivo, al favorecer el teletrabajo, tanto en el sector público como en el sector privado, no olvide mencionar a los planes de continuidad de negocios en el sector privado (porque fuera de los sectores regulados por la SBS casi no hay regulaciones, a menos que los reguladores de empresas de servicios básicos ya se hayan ocupado del tema), para que se activen o se “armen sobre la marcha”, algo que en el pasado muchas empresas han sabido hacer en diferentes países en situaciones de crisis o de choques súbitos. Hay líderes y gente de intelecto muy flexible que tienen capacidad para hacer maravillas y ser innovadores frente a las emergencias.
Para ayudar a ello recomiendo urgentemente leer el post que ha sacado justamente CONTINUAM en Linkedin.
https://www.linkedin.com/pulse/coronavirus-recomendaciones-desde-l-punto-continuam-
En lo que respecto al sector público, espero que el Decreto de Urgencia haga saltar todos los cerrojos normativo-burocráticos impuestos o autoimpuestos en los últimos años, y sin limitarse al teletrabajo, pida la activación de los planes de continuidad operativa existentes o em preparación, o que se “armen sobre la marcha”, tomando en cuenta según sus características, a la mencionada normativa de la PCM del 2015, a la nueva regulación de la SBS sin esperar el plazo de adecuación para mejorar, y a las recomendaciones de CONTINUAM (leer extensos documentos técnicos de tipo normas ISO quizás no les sea posible a muchos, y ya no hay tiempo). Para tener una idea de lo que pueden ser los cerrojos impuestos a autoimpuestos para no hacer nada o patear las cosas para más tarde y que lo hagan otros, o para impedir que las cosas sean ágiles, y que se deberían abrir, porque en muchos países el sector público trata al tema de la continuidad operativa con la misma agilidad mental que en sector privado, les doy el link al mencionado post del 2018,
https://gestion.pe/blog/riesgosfinancieros/2018/02/como-descontinuar-la-continuidad-operativa.html
En cuanto al teletrabajo, entre los blogs de Gestión.pe, están también los consejos desde la experiencia dados por el bloguero Milton Vela, de Café Taipá.
https://gestion.pe/blog/riesgosfinancieros/2018/02/como-descontinuar-la-continuidad-operativa.html
Las epidemias y pandemias forman parte de los riesgos operacionales sistémicos más disruptivos que puedan existir a nivel macro y no solo micro, junto con ciertos tipos de desastres. De la eficacia con la que se gestiona ese riesgo, es decir lograr parar a tiempo el contagio exponencial para convertir la crisis en algo manejable, mientras se activan a tiempo dispositivos de continuidad existentes o nuevos, depende que ese riesgo operacional no se transforme al mismo tiempo en una crisis económico-financiera brutal y duradera (el impacto es inevitable, la cuestión es reducirlo), y en una materialización simultánea de diferentes riesgos fiscales macroeconómicos, específicos y estructurales.
No olvidemos además que nuestro sistema de salud ya tiene grandes vulnerabilidades, y que gran parte de la población vive en situación de precariedad social además de desnutrición (es decir, defensas inmunitarias bajas), y que gran parte de la nueva clase media es en realidad muy vulnerable. Se puede pasar de la crisis económica a una crisis social mayúscula, y luego a la crisis política sistémica, ya no coyuntural.
Algunos piensan: si cerramos esto y esto, va a haber empresas afectadas. Cierto, pero si no se hace a tiempo, será mucho peor después, tanto en el drama humano como en las consecuencias macroeconómicas. Y el Perú sí tiene espacio fiscal y sólida regulación financiera como para asumir los costos de medidas sanitarias de emergencia enérgicas afectando lo menos posible a la gente que más lo necesita.
Todos los riesgos están conectados, no se puede pensar en silos.