Leen un poco mejor, pero no suman
Por Pablo Secada. La Ministra Salas presentó recientemente los
resultados de la evaluación censal de estudiantes de segundo grado -ver-.
Comentaremos los principales resultados de la evaluación censal e intentaremos
dar otra idea de por qué deberíamos hacer esfuerzos mucho mayores para
gestionar la educación por resultados. Veremos qué sugiere en este sentido
nuestra intermitente participación en la prueba PISA -Programme for
International Student Assesment- de UNESCO y OECD, y recordaremos algunas
recomendaciones de política educativa que siguen vigentes.
La gestión por
resultados busca que nos concentremos en el verdadero impacto de las políticas
públicas al aislar de los resultados únicamente lo que depende de las
autoridades y, así, asignar incentivos para que estos se cumplan. Si el Estado fuese una fábrica, la idea sería concentrarse en la
calidad y el costo de lo que produce, no en los insumos -empleados o
presupuesto públicos, por ejemplo- que se utilizan. Si se gestionara la
educación por resultados, se utilizaría la evaluación censal para aumentar la
compensación de los maestros que contribuyeron a la mayor comprensión de
lectura o mejor capacidad lógico matemática de los alumnos -que no fueron una
mayoría, como se puede observar en la presentación-.
Este gobierno
sustituyó la carrera magisterial por la evaluación universal de los maestros, asumiendo un costo político considerable, pero no adoptó el cambio mencionado. Si hubiera un verdadero compromiso con la gestión por resultados y se
creyera en el poder de la libertad de opción, también se compararían
indicadores de gestión de los diferentes colegios para, como lo sugieren León Trahtemberg
y otros especialistas, empoderar a los
directores dándoles discrecionalidad para dirigir parte de su presupuesto. Se
rendirían cuentas a las madres y padres organizados. En las zonas densamente pobladas, se subsidiaría la demanda por
educación, no la oferta educativa, dándole vouchers a las madres de familia
para que escojan a qué colegio van sus hijos, con financiamiento estatal. Parecería
ciencia ficción, considerando nuestra precaria institucionalidad, los intereses
políticos en juego y la falta de liderazgo, pero esto ha funcionado en varios
países.
Esta es la primera
vez, desde el 2007, en que se evalúan niños de todas las regiones (ver
gráfico 1). Entre el 2010 y
2012, ha habido un aumento de 28.7% a 30.9% (un poco más de dos puntos porcentuales)
en aquellos niños que alcanzan el nivel “satisfactorio” en comprensión lectora (ver
gráfico 2). Por el contrario, en matemáticas, se aprecia una caída de 13.8%
a 12.8%. Es decir, en esta “era digital” sólo uno de cada ocho niños aprende lo que se le enseña (nivel satisfactorio
según el MINEDU). Además, pese a que
la presentación celebra que “empieza a mejorar la educación rural”, solo 7.0% de
los alumnos censados obtuvo el nivel satisfactorio en comprensión de lectura en
dichas zonas (ver
gráfico 3). Y nos preguntamos
por qué misteriosamente no hay detalles de las matemáticas en las zonas
rurales.
A nivel Lima, la comprensión lectora, presenta mejores resultados en
la educación no estatal frente a la estatal (salvo en Comas y San Martín de
Porres). Sin embargo, en matemáticas, las
escuelas estatales obtienen resultados menos malos que las no estatales. Un
estudio oficial de retornos de la educación, es decir, la medida en que la
inversión en educación se traduce en mejores ingresos, sería interesantísimo. Es imprescindible que se haga pública la información
individualizada por centro de estudios sobre los resultados de la educación.
Los datos que se pueden extraer del censo son un buen paso pero hay pocas
novedades en las acciones inmediatas -salvo la importante difusión y socialización
de estos resultados-.
Nuestro
país participó en las pruebas PISA 2000, 2009 y 2012, esta última que aún no se
ha publicado. Recordemos que los resultados de dicha prueba en los gobiernos de
Fujimori y Toledo no califican en la categoría “satisfactorio” a la hora de
comparar la calidad de la educación peruana con los países de la OECD y otros. Darnos palmaditas en la espalda porque
estamos mejorando en comprensión lectora, de niveles de desastre absoluto,
volverá a contrastarse con la prueba internacional más reconocida. Con este
compromiso y estas políticas, no esperemos milagros.