Sin exploración, no hay minería
Por Miguel Cardozo, vicepresidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú
De acuerdo con el último Reporte Estadístico del Ministerio de Energía y Minas (MEM), la inversión en exploración minera entre enero y noviembre de 2018 cayó 14% en comparación al mismo período de 2017. ¿Qué viene ocurriendo? ¿Estamos perdiendo competitividad como país en este rubro y tenemos que tomar medidas para afrontar esta situación?
Desde el 2013, hay un notable decrecimiento en las inversiones en esta materia a nivel mundial. De un pico de inversión superior a los US$ 20 mil millones en el 2012, en 2015 se registró menos de la tercera parte. Las variaciones de la inversión en el Perú fueron similares a la tendencia mundial y nuestro país se mantuvo entre el 6to y 7mo lugar del ranking mundial como destino de la inversión en exploración minera.
En los años 2016 y 2017, a raíz de las mejoras en los precios de los metales, la inversión mundial empezó a recuperarse con crecimientos moderados de 10% anual; y según el último reporte de la prestigiosa agencia S&P Global (octubre 2018) la inversión mundial habría subido 19%, de US$ 8.5 mil millones en 2017 a US$ 10.1 mil millones en 2018.
S&P informa, además, que el Perú habría alcanzado el 4to lugar en el ranking de inversión en exploración, superando a Chile y tomando el liderazgo en Latinoamérica, a pesar de haber recibido aproximadamente del 6% de la inversión global, mientras que en el 2017 alcanzó el 5to lugar con el 7% del presupuesto global.
Estas variaciones en el mundo dan cuenta que cada vez es más ardua la competencia entre países mineros para captar inversiones en exploración. Siendo ésta una actividad de riesgo (se invierten cuantiosas sumas de dinero sin que ello garantice ingresos), resulta indispensable fomentar su práctica y desarrollo, ya que de ello depende el descubrimiento de nuevos yacimientos de minerales.
Una forma de alentar la llegada de capitales destinados a la exploración minera es el incentivo tributario de devolución del IGV a las empresas que apuestan por ello. Cobrar este impuesto por una actividad de rentabilidad cero no tiene lógica; sin embargo, la Comisión de Economía del Congreso de la República ha aprobado un proyecto de ley que extiende este beneficio por sólo un año, mientras que para obtenerlo, las normas exigen compromisos de inversión con el MINEM de varios años. Este es claramente un mal mensaje a los inversionistas y exploradores.
Otro aspecto que requiere de mayor análisis para recuperar la competitividad es la norma referida a la protección ambiental en exploraciones mineras, que regula los permisos ambientales para la perforación, generalizando la aplicación del silencio administrativo negativo a todas las solicitudes de permisos ambientales tramitados para este fin. La misma retrasa los plazos de ejecución, haciéndolos impredecibles e inciertos. Dicha norma, además, parte de la premisa de que la exploración minera constituye un peligro para el medio ambiente, lo cual es falso. En los trabajos de perforación no se usan, ni extraen, ni manejan elementos peligrosos.
¡Necesitamos coherencia! Necesitamos conceptos y políticas que impulsen el desarrollo minero en su conjunto. Sin exploración, no habrá nuevas minas para el futuro. Un claro ejemplo de esta disyuntiva se da en el caso del oro, pues nuestra producción de este metal viene decreciendo sistemáticamente en los últimos 10 años debido al agotamiento de las minas de gran tamaño y a la falta de nuevos yacimientos que puedan reemplazar las reservas ya extraídas. Para un país como el Perú, cuya economía depende del mercado internacional, es gravísimo no contar con políticas que protejan y promuevan la inversión en sectores claves como minería y agricultura. Al mismo tiempo, necesitamos reformas para incrementar la eficiencia y la productividad de nuestra economía, fomentar la diversificación productiva y el desarrollo tecnológico en base a nuestras ventajas competitivas y a la integración transversal de los diversos sectores económicos.