Oppenheimer, Berkeley y la intervención del estado en la educación universitaria
Liderada por Robert Oppenheimer, la facultad de física de UC Berkeley tuvo un rol estelar en el desarrollo de la bomba atómica. En gran medida, se podría decir que UC Berkeley inventó la bomba, en un proceso que inició con el trabajo de Ernest Lawrence, ganador del primer premio Nobel para Berkeley en 1939, por su trabajo con el cycloton (también conocido como el “atom smasher”). El trabajo de Lawrence -que prestó su nombre para el laboratorio de ciencias más importante de la universidad y uno de los más importantes del mundo- no solo ayudó en la creación de la bomba, sino que inició el proceso -al atraer a otros científicos de talla mundial- de convertir a Berkeley en uno de los centros científicos más importantes. Berkeley es el lugar del mundo con más premios Nobel por metro cuadrado (incluso tienen espacios de estacionamiento exclusivos para premios Nobel).
El éxito de Berkeley, no solo en la ciencia, sino como universidad en general, nos podría hacer pensar (o soñar) con un sistema público que funcione con gran eficiencia y genere un valor muy grande para nuestra sociedad. Sin embargo, esta discusión muchas veces se queda en la superficie (““x” país tiene empresas (universidades) públicas”), pero se pierden de vista diferencias fundamentales con nuestro modelo:
- Berkeley es una universidad que se justifica por la investigación a gran nivel, no por impartir clases solamente. En Perú, las universidades públicas no realizan (salvo excepciones) investigaciones de alto impacto -y aún las que lo hacen- no tienen un nivel equiparable a las mejores de la región y menos aún del mundo.
- En Perú se entiende que todas las universidades deben ser de investigación, pero pocas lo son en realidad. En USA, se entiende que solo un porcentaje pequeño de universidades serán de investigación (10% aprox.) mientras que el resto serán instituciones de formación profesional. El dogmatismo lleva a los “expertos en educación” en Perú a creer -de forma irreal- que no puede haber una institución que de títulos universitarios que te habiliten a ser profesional, sin hacer investigación. Esta clasificación -donde hay universidades de formación y otras de investigación- permite “sincerar” el modelo, asignando recursos de forma más eficiente. En Perú -hoy en día- tenemos un sistema que incentiva la corruptela en publicaciones “científicas” en revistas “predadoras” y mafias de elaboración de artículos académicos y tesis.
- Berkeley es “pública”, pero solo 14% de sus fondos son estatales en la última década. Las “privadas” reciben también fondos estatales en muchos casos.
- Berkeley es “pública” pero eso en USA no se interpreta como sinónimo de “gratuito”. Más del 30% de los fondos de Berkeley proceden del cobro a estudiantes. Berkeley da becas a californianos y es ligeramente más barata que una Ivy League, pero no es ni de cerca “gratuita”. Eso es una gran lección para Perú: no hay motivo para que las públicas sean gratis para los que puedan pagar. Las becas deben ser en base al talento, pero también la necesidad (en el caso de públicas). Finalmente, la mejor forma de garantizar el acceso es mediante competencia entre universidades, que resultará en precios accesibles para la mayoría de la población. En Perú, hemos limitado artificialmente la competencia (reduciendo en 50% la oferta privada, del cual el 80% correspondía a universidades nuevas). Eso no es regulación, eso es cerrar el mercado a la competencia.
- En USA, salvo excepciones, solo las universidades públicas son reguladas. Por ejemplo, la prohibición de “affirmative action” en California, solo aplicaba a universidades como Berkeley, pero no a universidades como Stanford. La reciente decisión de la Corte Suprema solo aplicará a Stanford (y otras privadas) en cuanto reciban fondos públicos. Recibir fondos públicos te obliga a cumplir ciertos estándares y regulaciones. En otras palabras: dichos estándares son voluntarios, en cuanto la universidad reciba fondos públicos. Esto tiene todo el sentido del mundo: se propician ciertos estándares a través de fondos públicos y el alineamiento de las propias universidades públicas, pero no se impone un estándar universal en el mercado, que quitaría por completo la posibilidad de innovar y reduciría las opciones en el mercado; reduciendo la competencia y aumentando los precios.
- Incluso para las públicas o los estándares “semi-impuestos” a través de financiamiento, el estilo de regulación es muy distinto. La regulación no entra en detalles como las calificaciones que deben tener los profesores para enseñar. La regulación en USA se basa solo en aspectos fundamentales, es más genérica y basada en resultados antes que en medios.
Como vemos, si bien UC Berkeley es una universidad pública, la definición de “público” difiere mucho de lo que entendemos en Perú. Si queremos que una universidad pública peruana llegue al nivel de Berkeley, quizá deberíamos empezar a entender la educación pública -y la regulación de la educación- como ellos lo hacen.